domingo, 16 de octubre de 2022

SOCIEDADES DEL MUNDO

SOCIEDADES DEL MUNDO 

Las sociedades que hemos formado en este mundo, encerradas en territorios, en países pequeños y grandes, no han sido encaminadas a un estado de felicidad para el conglomerado humano que albergan, el sistema de vida que se nos impone institucionaliza cada vez más sus errores y materializa las injusticias y la demencia de sus líderes incrustados en países y naciones. 

De nada valen las organizaciones que pretenden poner reglas para contener los desafueros y los lineamientos que se salen de madre, provenientes de las élites gobernantes enceguecidas por la vanidad y las profundas taras que los impulsan a actuar como lo hacen. 

 Nos vemos por lo tanto sobreviviendo en un mundo al borde del aniquilamiento, sometidos a los mandatos de seres desequilibrados que quieren destrozarlo todo, escudándose en artimañas patrioteras únicamente para imponernos su egolatría y favorecer a los interesados. Siempre las guerras genocidas han tenido ese origen, el sometimiento a un demente que arrastra a la masa con su látigo y la envuelve en su malignidad en su enfermedad mental. 

La actual guerra entre dos países que antes fueron uno solo, pone a Europa y al planeta en vilo, y sus gobernantes se prestan a involucrarse en un conflicto armado absurdo, donde se juegan intereses que atañen seguramente a élites de negociantes, para mantener su poder económico tan oscuro y mortífero como el sistema de vida que está en vigencia y se expresa en el escenario de guerra que puede conducirnos a la extinción de la vida en este mundo. 

 La voz de los pueblos que son conscientes de lo que está ocurriendo, puede todavía detener la tragedia a la que quieren precipitarnos, expulsando a los jinetes del apocalipsis tan anunciado y quizás programado desde hace mucho tiempo.

viernes, 24 de junio de 2022

DEMOCRACIA ???

Democracia significa, gobierno del pueblo Los gobiernos cuando se posesionan toman el juramento de servir al pueblo: “o de lo contrario el pueblo os lo demande”, resuena en las solemnes ceremonias cuando asumen el gobierno los electos para presidentes de un país: “sí, juro”, responden los aludidos, pero una vez que se acomodan en el poder olvidan rápidamente dicho juramento, eso ocurre en el Ecuador actual y en el de los anteriores gobiernos obnubilados por el poder; sin duda piensan, por lo que se ve, que dicha condición les ha sido dada por mandato divino. 

Cuando los pueblos y sus dirigentes son conscientes y padecen pobreza e injusticias se levantan y protestan. El Ecuador tiene como artículo de su constitución, el derecho a la resistencia y a la protesta, sin embargo, cada vez que esto sucede como es el caso del presidente actual en el Ecuador, que ha declarado la guerra al pueblo y hasta vestido con uniforme militar declara que si hay caídos, que sean del otro bando, es decir del pueblo como enemigo al cual hay que eliminar.. El ejército que supuestamente está para defender al pueblo, en la realidad, protege al poder económico y al gobierno de turno aunque éste cometa abusos y pretenda tiranizar al pueblo que ya no lo respalda. 

 Este tipo de gobiernos que dicen defender la democracia, parece que no conocen el verdadero significado de este término, se llenan la boca y la repiten cuando les conviene, incluso cuando cometen actos antidemocráticos, tiránicos y represivos contra indígenas y barriadas pobres que se expresan al manifestarse en las calles. Por qué cuando suceden estas cosas, los gobiernos en lugar de ponerse a la defensiva y aferrarse a su puesto con uñas y dientes,  no adoptan una actitud reflexiva con un poco de profundidad y desprendimiento?  Sería una demostración de dignidad reconocer sus errores y renunciar a ese puesto que por mandato del pueblo de hecho ya no les corresponde. Mediante la imposición por la fuerza es imposible resolver problemas, sobre todo desde una visión de hombre de negocios y desde sus compromisos con empresarios y corporaciones internacionales; deberían comprender que las desigualdades sociales y económicas no se solucionan con los grandes negocios que enriquecen a unos pocos y asfixian a la gran mayoría empobreciéndola, manteniéndola en la ignorancia con una educación mediocre sin acceso a niveles superiores de conocimiento, para tener a las masas a su servicio en forma permanente. 

Sólo un pueblo organizado y consciente de sus necesidades culturales y vitales podrá gobernarse sin que ningún oportunista entre a manipularlo con los mismos métodos ocultos para privilegiar los egos y los bolsillos de sus allegados.

martes, 7 de junio de 2022

LA LEYENDA DE JUAN RULFO

 

LA LEYENDA DE JUAN RULFO   

Por Yvonne Zúñiga

 

Juan Rulfo.

Nació en Sayula, (estado de Jalisco), el 16 de mayo de 1917

Murió en Ciudad de México  el 7 de enero de 1986

Premio Nacional de Letras (1970)

Premio Príncipe de Asturias (1983)

Obras: Pedro Páramo, (novela). El llano en llamas, (cuentos).

Guiones para películas.

Obra fotográfica

Investigaciones antropológicas.

 

 

 

 

 

Juan Nepomuceno Rulfo, nombre del afamado escritor mexicano que en este año cumpliría un siglo y cuyo laconismo es proverbial, comparable al del otro Juan, me refiero al narrador uruguayo Juan Carlos Onetti.  Ambos escritores, cuenta la leyenda, se encontraron una vez por alguna razón literaria: uno de ellos saludó al otro, hola Juan y el segundo contestó con la misma frase corta y seca, luego permanecieron largo tiempo sin hablar.

 

La parquedad de Rulfo es un distintivo, no solo de su estilo literario sino de su  comunicación oral a través de conferencias y entrevistas, contrario a sus colegas contemporáneos que podían dar largas y sesudas charlas, verdaderas cátedras literarias que sus lectores y seguidores escuchaban con unción.

Yo no creo como dicen que dijo Rulfo, que el escritor es un mentiroso. Estoy en desacuerdo. Definitivamente no lo creo,  más bien pienso que el único momento verdadero de un escritor es cuando escribe, hablo en este caso de Rulfo. De lo contrario si mintiera, el lector lo percibiría,  el lector avezado, el buen lector se daría cuenta.

Rulfo no mentía cuando escribió sus narraciones. Él sabía desde lo profundo de su universo literario, que no tenía que ver con la mentira sino con enigmas y sortilegios, que estaba revelando secretos, nada menos que el secreto de sus antepasados, de sus muertos, de las piedras que cobijan la vida de los seres del pasado, de las voces que parecen diluirse y que vuelven con el viento, con el sonido del agua, con la lluvia, en la salida del sol y en la llegada de la noche. Alguien que escribe para dejar hablar a los que fueron y a los que vendrán no puede mentir.

 

El tono de la construcción verbal en la obra de Juan Rulfo es singular y refleja  un escenario desolador y yermo en su novela y cuentos: Pedro Páramo y El llano en llamas, los dos únicos libros que bastaron para engrandecer al escritor y ganarse la admiración  del mundo de las letras.

 

Muchos escritores tomaron como base de sus obras narrativas el habla  de sus pueblos, así como las leyendas o narraciones de las gentes con quienes tuvieron contacto y les sirvió de inspiración para su escritura. Pocos lograron con ello una obra maestra literaria, tal es el caso de Gabriel García Márquez con Cien años de soledad,  o Vargas Llosa en Conversación en la catedral y hasta me atrevería a decir algo semejante en El Quijote de Cervantes y en el Ulises de Joyce.  Pero no todos quienes lo intentaron lograron o pudieron llegar a comunicar lo esencial del plano literario en el que sus obras fueron construidas. Esa capacidad, ese oído mágico que escucha voces subterráneas, está en la narración de Rulfo. Al preguntarle sobre la brevedad de su obra y de su silencio literario, lo explicaba simplemente, diciendo que había dejado de escribir cuando murió un tío que le contaba esas historias, pero Juan Rulfo sabía que ningún otro libro que escribiese después, podría superar a sus dos obras maestras, por esa razón quizás había destruido otras novelas antes de darlas a conocer.  El trabajo de Rulfo con el lenguaje es excepcional, el lector siente que los diálogos le llegan como un murmullo de voces. Según Juan Villoro los espacios que el escritor deja  en blanco,  son espacios activos de silencio que permiten la intervención del lector para entender el mundo fantasmal en el que se desarrollan su novela y varios de sus cuentos.

 

Introvertido y de pocas palabras al hablar en las entrevistas, se percibía un dejo tristón en su voz. Cabe imaginarse al pequeño Rulfo en su infancia. Creció en medio de la violencia  poco después de haber concluido la revolución mexicana y durante la rebelión cristera que asoló la zona rural donde nació, una guerra civil alentada por el clero católico y que provocó una verdadera masacre.  Quedó huérfano a los seis años de edad, seguidamente pasó a vivir con su abuela hasta los diez, y luego fue recluido en una correccional por no haber hogares para huérfanos en las pequeñas ciudades y pueblos del entorno. Ese tiempo fue el más duro en la vida del escritor porque pudo experimentar el maltrato y la violencia propia de ese tipo de instituciones.

El autor de El llano en llamas y Pedro Páramo decía, recordando su niñez, que las experiencias vividas fueron dolorosas y dejaron marcas indelebles en su espíritu. Tenía una idea fatalista sobre los seres humanos, y de ello no se salvaban los niños, en quienes había descubierto la semilla de la crueldad.

 

Lo que no aprendió en la escuela lo hizo como un apasionado lector en la época de su vida en casa de la abuela, a quien el párroco había confiado los libros de la biblioteca. Como en el caso de otros escritores, su refugio fue la lectura. En Guadalajara intentó estudiar  Derecho en la universidad pero no pudo hacerlo porque ésta fue cerrada a causa de una huelga.  En esta misma ciudad publicó sus primeros textos que aparecieron en la revista Pan dirigida por el escritor Juan José Arreola. Trabajó posteriormente en Tampico y en  México en instituciones del Estado,  actividades que le permitieron recorrer el país, entrar en contacto con el habla popular y  con las costumbres y características de la población de distintas regiones de México.

 

El arte literario de Rulfo ha construido un mundo imaginario que no es sino un reflejo del mundo circundante, el lector siente que hay una comunión con el autor, una complicidad con aquel personaje de dos cabezas que constituye el alma del libro y que la lectura lo convierte en un ser vivo, a pesar de tratarse de personajes difuntos que continúan viviendo en el más allá.

 

”Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo” Así empieza la gran novela de Juan Rulfo, novela de una poética conmovedora. Es la invención de una ciudad llamada Comala donde Pedro Páramo es el caudillo, el gran patriarca de un lugar estéril lleno de fantasmas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 21 de mayo de 2022

BICENTENARIO DE LA BATALLA DEL PICHINCHA

BICENTENARIO DE LA BATALLA DEL PICHINCHA

 

El 24 de mayo de 1822 El Ecuador, que en ese tiempo se lo llamaba Real Audiencia de Quito y más tarde Departamento del Sur de la Gran Colombia, obtuvo su independencia y pasó de colonia sometida a la corona española, a constituirse posteriormente como país libre con sus propias leyes e instituciones.  En qué medida se ha cumplido, dos siglos después, con esos sueños de libertad y desarrollo de los pueblos no sólo del Ecuador sino de toda América, está siempre presente la  idea de frustración, tomando en cuenta la naturaleza y origen de estos pueblos, pues reaparece en todos ellos continuamente el conflicto social y la necesidad del reencuentro con su verdadera identidad. Luego de sacudirse del colonialismo español surgieron otros colonialismos en diferentes ámbitos, que no han permitido  una auténtica evolución y reconocimiento a los valores esenciales de las culturas del Norte Centro y Sur del continente americano.

 

A continuación publico en este blog, el capítulo 9 de mi libro: Sucre: el caballero de los pies gastados, que está basado en informes de guerra del propio general Sucre y de historiadores cercanos a estos acontecimientos, especialmente en los capítulos que describen las batallas por la independencia de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, en las que participó Antonio José de Sucre. Como decía cuando me refería a la novela histórica, hay situaciones humanas de los personajes que el autor añade como un aporte creativo, tomando en cuenta el momento y las emociones que pudieron haber sentido los personajes en sus momentos dramáticos.  

 

 

Bolívar y Sucre incomunicados. Batalla de Pichincha.

 

El 19 de abril Sucre llegó a Riobamba pensando celebrar allí el aniversario de la batalla de Carabobo, pero el enemigo le salió al encuentro en las colinas cercanas a la quebrada de San Luis. Sucre ordenó al ejército de Dragones que ocuparan las posiciones de Guarán, expulsando a los españoles de esas alturas. El día 20 hizo descansar a la gente para poder hacer frente al combate que se venía, mientras llegaba la artillería y entretenía a los españoles con un continuo tiroteo de los Dragones.

   Había a veces ciertas licencias que en los descansos los soldados se permitían, al tomar contacto social con el otro bando, situaciones incomprensibles que a veces se daban entre los oficiales y soldados de uno y otro ejército, al no existir un odio personal entre ellos.

   Los españoles habían invitado a ciertos oficiales del batallón Dragones a comer en la ciudad. Sucre permitió tal acercamiento aunque desconfiando siempre y tomando antes las debidas precauciones.Cuando se dio cuenta de la celada y vio que los realistas empezaban a rodear a los Dragones, Sucre reaccionó a tiempo y castigó la mala fe de los godos, abriendo fuego y poniéndoles contra el grueso de su ejército que esperaba en las afueras.

   Bolívar en Pasto y Sucre en el departamento del Sur, habían perdido finalmente la comunicación y tomaron cada cual por su lado la decisión y el reto de avanzar y romper la muralla española que les impedía llegar a Quito; por lo tanto, el acuerdo era encontrarse en dicho punto que significaba la liberación total del departamento del Sur. Bolívar se abrió paso hasta Cariacó donde le esperaban los realistas, en tanto que Sucre lanzaba sus cuatro escuadrones de granaderos al mando de Diego Ibarra y Juan Lavalle. El enemigo iba en retirada, desocupó la ciudad, hizo marchar adelante la infantería y la cubrió con la caballería. En las afueras de Riobamba, donde esperaban los republicanos, se les fueron encima con toda su capacidad ofensiva. La caballería española entonces dio el frente y se trabaron en una batalla a lanzazos al pie del Chimborazo. El choque había sido sangriento y allí quedaron más de cincuenta españoles muertos, armas y caballos en manos de los libertadores, quienes entraron en Riobamba el 22 de abril, vitoreados por el pueblo.

    Mientras tanto, Bolívar se preparaba para dar la gran batalla, conocida como la batalla de Bomboná y que dejara ochocientos muertos entre uno y otro bando sobre los flancos montañosos.

   En estos espantosos combates dados entre el Juanambú y el Guáytara, Bolívar perdió la mitad de su ejército contra los irreductibles pastusos, peleando a todas horas en una retirada de veinte días, abandonando sus hospitales y perdiendo a sus mejores hombres en el camino. Fue el trago más amargo sufrido por Bolívar; todo le fue adverso: el clima, las montañas, los obstáculos naturales, la saña y fortaleza de un enemigo fanatizado por la religión que iba de la mano con el espíritu de obediencia al rey, considerado por ellos una representación divina en la tierra. El Libertador propuso un armisticio sobre el campo de batalla: era parte de su plan para distraer al enemigo en ese punto; mientras tanto Sucre avanzaría desde el Sur. Era éste un acuerdo de antemano entre los dos generales, no obstante la imposibilidad que habían tenido para comunicarse en los dos últimos meses, mientras ocurría la matanza en el norte, Sucre obtenía victorias contundentes en Chimborazo, Cotopaxi y Pichincha, alcanzando con ellas la emancipación total del departamento del Sur. Bolívar intuía los triunfos de Sucre y de tal manera desarrolló sus planes, que había hecho embarcar ochocientos hombres comandados por Córdova desde Panamá y que llegaron para ayudar a Sucre, justo cuando se encontraba a las puertas de Quito.

   Los españoles se habían instalado en el pueblo de Machachi para obstruir los pasos de Jalupana y la Viudita. Sucre se fue por los flancos del Cotopaxi con caballería y parque, logrando trasladarlos al otro lado de la montaña por las nieves y quebradas profundas, donde algunos soldados se desbarrancaron. Después de pasar cuatro noches en el frío glacial de las faldas del Cotopaxi, llegaron al Valle de los Chillos por el camino de Limpiopungo. Los españoles, sorprendidos por tamaño esfuerzo trataron de adivinar la táctica de Sucre, quien intentaba tomarse su base de operaciones e interponerse entre ellos y la capital. Los ibéricos quisieron adelantárseles y regresaron a Quito la noche del 16 para defenderla.

   Pero en estas campañas había que poner habilidad y astucia. Nadie como Sucre para tender celadas y golpes tan certeros a los realistas, que casi siempre los ganaba por sorpresa, dejándolos indefensos y burlados. En este caso los españoles cerraron los pasos de las colinas de Puengasí, que separaba Quito del valle de los Chillos. Pensaban que los rebeldes se dirigían por esa vía, pero los colombianos bajaron la ciudad por Turubamba, donde presentaron batalla, pensaban que los españoles la aceptarían pues tenían el terreno a su favor; sin embargo, aquellos habían tomado posiciones impenetrables y después de alguna maniobra se situaron en el pueblo de Chillogallo.

 

   El 22 y 23 de mayo los independientes trataron nuevamente de provocarlos sin éxito; finalmente, decidieron marchar durante toda la noche y se colocaron en la parte norte de la ciudad que era mejor terreno, situándose entre Quito y Pasto para impedir la entrada de refuerzos que habían pedido los españoles a sus aliados en Pasto. Alineó Sucre a su gente en diferentes puntos a la entrada de la ciudad y durante tres días los hizo descansar, mientras los pobladores los alimentaban, a la vez que tomaban contacto con los aliados del centro de la ciudad para informarse sobre la cantidad de armas y hombres con los que contaba el ejército realista.

    Recuerda al joven oficial activo y voluntarioso que horas antes de la batalla se había acercado para prestarle servicios, y con sonrisa ingenua había pronosticado la victoria sobre los godos

    Yo sé que nos preparamos para el triunfo­, le había dicho el muchacho mientras ayudaba a empujar el cañón hacia las alturas en la nocturna víspera de la batalla esperada.

   En el sigilo de esos movimientos se escuchó el llanto de un niño en el bosque. El joven teniente Calderón le pidió permiso para averiguar de donde venía el llanto. Sucre lo miró con asombro, pero lo dejó ir con la recomendación de no alejarse, pues corría el riesgo de ser sorprendido por los godos. Al regresar le confesó que no había encontrado nada, era el crujir de una rama de árbol al rozar con otra por la fuerza del viento. Mientras se unía al grupo exclamó con voz algo melancólica: esto puede ser un presagio, si yo llego a morir mi general, por favor proteja a mi madre.

   Sucre decidió desplegar su estrategia envolvente y en la noche del 23, subió por quebradas y barrancos hasta las alturas que dominaban la ciudad. El coronel Córdoba iba adelante, guiando la mitad del batallón Magdalena. Por la derecha iban los peruanos con Santa Cruz a la cabeza; Mires, al mando del batallón Albión, cuidaba el parque, mientras Sucre por el centro envolvió el ala derecha delenemigo, maniobra que siempre será recordada como una estrategia brillante.

   Al despertar los ibéricos el 24 de mayo, se vieron atrapados en la red tendida por la maestría del general Sucre y desesperados se lanzaron al encuentro de los republicanos, queriendo defender la ciudad a cualquier precio.

  La población miraba desde sus casas la batalla que se desarrollaba sobre el escenario fragoso entre la fortaleza del Panecillo y las colinas del volcán Pichincha. Se dio el intercambio de disparos de artillería y después la lucha cuerpo a cuerpo, utilizando la bayoneta. El choque fue sangriento y feroz, los heridos de ambos bandos caían a los precipicios y morían estrellados contra las rocas. La batalla duraba ya dos horas: los españoles intentaron sorprenderlos por la retaguardia y treparon la pendiente al amparo de un bosque pero fueron descubiertos y abatidos por las bayonetas del batallón Paya que hizo perder la ventaja conseguida poco antes por el enemigo, habiendo sido reforzado más tarde por el batallón Magdalena, bajo el mando del coronel Córdova. Éste y tres batallones más persiguieron a los españoles hasta entrar a la capital.

   El general español  Aymerich,  veía el campo cubierto de cadáveres, de heridos y agonizantes; no estaba por ningún ladosu hijo, un oscuro dolor se le clavó en el corazón. Enceguecido por la llovizna y el sudor, corrió por el campo; buscaba entre los heridos, finalmente lo encontró entre los muertos con una profunda herida en el pecho. Se arrodilló a su lado, el humo de la pólvora brotaba del suelo y del cuerpo del joven soldado. “Todo está perdido”, exclamó en voz baja. Finalmente se declaró derrotado. Algunos de los realistas que estaban en la fortaleza del Panecillo, en lugar de entregarse huyeron tomando el camino a Pasto, perseguidos por el general Ibarra. Seiscientos muertos, entre realistas y republicanos quedaron en el campo de batalla y hubo mil seiscientos prisioneros españoles. A la tarde del veinticuatro, O'Leary fue enviado por Sucre para requerir a los vencidos y proponerles la capitulación y entrega de la ciudad y de la fortaleza del Panecillo con todos sus pertrechos y almacenes existentes. Se les permitió salir de la fortaleza con honores de guerra, entregaron armas, municiones y banderas. A los españoles se les daría pasaportes para regresar a su país. Los oficiales y tropas españolas prisioneros, hicieron finalmente, el juramento de no tomar nunca más las armas contra los estados independientes de Colombia.

 (tomado de la historia novelada: Sucre, el caballero de los pies gastados, 1era edición Editorial Norma, 2007, 2a ediciónEditorial Abril,La Habana 2012)

 

 

sábado, 14 de mayo de 2022

VIAJE AL FINAL DE LA NOCHE: LOUIS FERDINAND CÉLINE

VIAJE AL FINAL DE LA NOCHE: LOUIS FERDINAND CÉLINE

  Louis Ferdinand Celine (1896-1962). Nacido en los suburbios de París fue enrolado como voluntario a los 18 años durante la primera guerra mundial, y, como tantos jóvenes ingenuos creyó en la patraña de jugar al héroe y de inmolarse por la patria en la guerra más sangrienta que ha tenido Europa, tanto o aún más cruenta que la segunda conflagración veinticinco años más tarde, en cuyas masacres intervino la población joven empujada a servir de carne de cañón como sucede en todas las guerras inventadas por los poderosos de este mundo. El tiempo que Celine estuvo en combate debió significarle una eternidad; fue gravemente herido con lesiones físicas y psíquicas, secuelas que le afectaron el resto de su vida, sumada a esta terrible experiencia una infancia infeliz. Difícilmente un ser humano puede salir indemne después de haber vivido el horror y la insensatez de la violencia y el extravío colectivo que significan las guerras. Viaje al final de la noche, su primera gran novela, debió ayudarle a exorcizar la espantosa experiencia al reproducirla en la narración con lucidez y plena conciencia del sinsentido atroz de una guerra, obra maestra que pone de manifiesto el ingenio literario de este autor francés cuya vida fluctúa entre la realidad y la ficción. 

Viaje al final de la noche y Muerte a crédito, bastaron para ubicar a Celine como una de las figuras mayores de la gran literatura europea del siglo XX. Novelar sobre la vida y la muerte en un escenario oscuro era la propuesta de Celine y esos dos factores están presentes en la lectura de su obra al suscitar un sentimiento ambivalente de angustia y de rebeldía que surge del tono desolador y a la vez mordaz de su estilo narrativo. 

Escritores, críticos y amigos de Celine, coincidían en expresar que no era un hombre complaciente ni transigía consigo mismo, su rigor lo llevó al límite de mostrar la imagen de sí mismo de un modo desagradable al novelar su vida recreando una versión sombría, amarga y descarnada, una honda expresión de rebeldía contra todo, actitud que llevaba implícita la intención de sacudir las malas conciencias e incendiar los círculos literarios y academicistas de la Francia de la época. 

Su experiencia como médico de los pobres, más allá del choque con la miseria y el dolor que implicaba su práctica, para Celine era una forma de subsistir pero también la substancia que abonaría su escritura, igualmente la experiencia en Africa le sirvió para referirse a las colonias francesas como: “el paraíso de los pederastas” y señalar, “que todo aquel sistema se sostenía en la explotación del negro”, capitulo que recuerda El corazón de las tinieblas de Conrad. Su estancia en ciudades de los Estados Unidos donde conoció el amor de una mujer que lo sostuvo y cuya presencia en la narración es fundamental. Celine tenía un particular concepto sobre los hombres, a quienes diferenciaba de las mujeres por su densidad; para él los hombres eran densos, pesados y sórdidos en cambio las mujeres, según Celine, eran ligeras y sutiles. En algunas entrevistas declaraba su afinidad con las mujeres, decía que él se veía como una mujer de mundo. J’ai de la finesse, decía con sonrisa enigmática. Celine amaba a las mujeres y ellas lo amaron y acompañaron en diferentes etapas de su vida. Dos de sus amantes tuvieron la danza como profesión, seguramente ellas le inspiraron esa imagen de levedad que mencionaba cuando hablaba de las mujeres. 

 Se corre el riesgo de ver en Louis Ferdinand Celine a un ser humano desquiciado por la vida y la sociedad de su tiempo, de suponerlo sumergido en insomnios terribles a raíz de los cuales pudo desarrollar un resentimiento que hiciera saltar los goznes de su equilibrio, pero la lucidez y el rigor de su escritura contradicen el juicio anterior, y encuentra el sentido medular de la obra de este autor en el profundo rechazo al mundo demente y feroz en el que le tocó vivir. 

Sus panfletos antisemitas fueron el origen de una persecución implacable por parte de la mentalidad belicista de sus contemporáneos al calificarlo como colaboracionista y enemigo de la república. Condenado por sus panfletos antisemitas huyó a Dinamarca donde fue detenido y encarcelado durante un año antes de ser amnistiado por el gobierno francés. Celine se declaraba pacifista y señalaba que su crítica no se refería al judío en términos racistas sino que su posición era contraria a la secta sionista que empujaba a la guerra. Según algunos analistas, el autor de Viaje al final de la noche condenaba el aspecto nefasto que se atribuía al judío en la época que antecedió a la segunda guerra, es decir a la identificación del judaísmo con el capital, al judaísmo que perpetúa el valor del dinero. 

Aquel desafío le significaron además de la persecución y la cárcel, el exilio y la marginalidad, una especie de chivo expiatorio para justificar las grandes masacres que se cometieron durante la primera y segunda guerras mundiales. A su regreso a Francia el escritor se sintió objeto del odio de mucha gente, a partir de lo cual vivió una vida de aislamiento casi de misántropía en una vieja casa de los arrabales de París. En esencia, Celine mantuvo ese desprecio por la autoridad y todas las imágenes que la simbolizaban; era un anarquista y sus escritos manifestaron siempre la voluntad de provocar tanto a la autoridad como a una sociedad arrebañada y pasiva. “Os lo digo, infelices, zarandeados por la vida, vencidos, desollados, siempre empapados en sudor, os lo advierto, cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros, es porque van a convertiros en carne de cañón”. 

Viaje al final de la noche, es una novela estremecedora que transgrede el lenguaje tradicional y académico de la época, para convertirlo en una lengua viva y libre de formalidades a la que sobrepone la oralidad y el argot de la calle, estilo que influyó en la generación beat y en otros autores literarios posteriores. Maneja una tensión permanente, según su autor es una suerte de diario, fragmentos de su existencia azarosa. Emparentada al realismo naturalista de Zola va mucho más allá del crudo retrato de la realidad. Para André Gide: “No es la realidad lo que Celine recrea, sino las alucinaciones que esa realidad provoca”. 

 Junto a la tragedia está el sarcasmo en Viaje al final de la noche. En su visión del ridículo humano los personajes se mueven entre la acción y la reacción como fantoches que resbalan al abismo, lanzados a un destino absurdo imposible de controlar aunque a veces la casualidad los salve. Sin embargo, hay una mirada que observa atenta desde afuera y desde el interior de Bardamus el protagonista en la novela, es el autor que se desprende de sí mismo para seguirlo en sus desventuras como una cámara perseguidora, dejándolo ser y hacer a la manera de un dios burlón que se divierte viéndolo retozar entre las miserias humanas. Da a veces la sensación de que sus personajes van a permanecer estables en determinadas circunstancias de la narración, pero acto seguido se los encuentra buscando la manera de escapar de esa condición. Es una constante en esta novela con momentos de una poética conmovedora, en ella, la miseria aparenta ser una parodia de la realidad y la tragedia una enorme mueca de burla. 

Yvonne Zúñiga

jueves, 14 de abril de 2022

TRES NOVELAS HISTÓRICAS

 

TRES NOVELAS HISTÓRICAS

 

Por alguna razón algunos autores literarios optaron por escribir sobre  personajes y situaciones históricas, quizás como una forma de entender el pasado para interpretar el presente.

Diseñar una novela histórica implica,  para el autor, no solo remitirse a documentos que sustenten en buena parte los sucesos y la vida de los personajes, sino tomar de la propia experiencia, elementos que le permitan penetrar en el alma de los protagonistas y de su entorno para  alimentarlo de lo real y de lo imaginario con el propósito de darle a la narración el color y la textura de un hecho verídico. Por lo tanto, la obra trabajada tendrá un contenido de la experiencia humana individual que en suma corresponde al conjunto de células cada una de las cuales concentra en sí misma lo esencial del tejido colectivo.

Novelas universales maravillosas como Espartaco de Howard Fast o Memorias de Adriano de Marguerite Yurcenard, entre otras obras, célebres por su maestría y por esa magia envolvente que deslumbra al lector, han servido en muchos casos como un modelo inspirador para escritores que han optado por este género narrativo.

 

En el Ecuador se han escrito importantes novelas con fondo histórico o directamente sobre personajes y acontecimientos históricos: A la Costa, de Luis A. Martínez, La hoguera bárbara de Alfredo Pareja Diezcanseco, Cuando los Guayacanes florecían de Nelson Estupiñán Bass, Las cruces sobre el agua de Joaquín Gallegos Lara y muchas otras y más recientes escritas por autoras y autores contemporáneos.

 

En este artículo me detendré sobre tres novelas que estuvieron en mis manos y las disfruté leyendo:  Rayo de Luis Zúñiga, El bicho que se bajó del tren de Benjamín Ortiz  y El perpetuo exiliado de Raúl Vallejo.

 

RAYO:  LUIS ZÚÑIGA PAREDES

 

Su primera novela, Manuela, tuvo varias ediciones con mucho éxito y difusión entre los lectores,  obtuvo el premio Joaquín Gallegos Lara del Municipio de Quito, Rayo, mereció una mención en el año de su publicación y ha tenido tres ediciones: dos publicadas por la Casa de la Cultura Benjamín Carrión y una en la editorial Libresa. La tercera edición de la CCE, se publicó en 2019

 

En este artículo sobre la novela histórica me detendré en su segundo libro: Rayo, para mí el más relevante en el sentido literario y por asumir la construcción de un personaje que toma forma a la sombra del que, evidentemente y a pesar del título del libro, es el personaje fundamental y al que en la novela se lo nombra como Él, alrededor del cual se desarrolla la narración, me refiero a la omnipresencia de García Moreno en la historia contada.

 

Capítulos que narran con detalle meticuloso la descripción de objetos, situaciones y acciones de los personajes. Una mirada fotográfica recorre lugares teñidos por la luz mortecina de los faroles en un Quito sumergido en la noche, escenario propicio para sórdidas conspiraciones y en el que la narración proyecta la silueta de un García Moreno envuelto en su hábito de concupiscencia convertirse en depredador sexual durante sus correrías nocturnas y por las mañanas verlo atravesar la calle hacia la catedral para tomar la comunión  diaria, antes de imponer su presencia tiránica y poner en marcha  objetivos y trabajos llevados a cabo con ímpetu y férrea decisión.

 

Faustino Rayo toma forma humana en la novela de Luis Zúñiga,.fuera de la caracterización odiosa que los libros escolares dieron a la figura del individuo que asesinó a machetazos al presidente mártir, sin dar a conocer los antecedentes  que despertaron el resentimiento y la furia del personaje, muy bien concebido en la novela  al describir los hechos  que lo llevaron a cometer el crimen, empujado por los celos y embarcado en dicha acción por el conciliábulo político que había  decidido librarse del tirano.

 

Si bien el autor no escribe su libro pensando en el lector, la manera de introducirse a fondo en la vida y avatares de los protagonistas, basta para involucrar al lector en las aventuras y desventuras en este caso de Faustino Rayo, y de poner al descubierto la mente perversa y calculadora de García Moreno. De un modo acuciante y certero, Luis Zúñiga describe con visión cinematográfica los momentos más intensos de la novela, sea en los capítulos donde expone la dura vida de Rayo como guardián de los confinados políticos en la Amazonía, o cuando éste se enfrenta  a sus visiones bajo el efecto de la Ayahuasca compartida con los indígenas en las profundidades de la selva, y de otra parte, la trama desarrollada en la mente y en la configuración de la psicología del personaje que representa a García Moreno.

 

Una novela bien escrita donde el autor libera su imaginación para describir las acciones y escenarios donde transcurren los hechos y momentos dramáticos de la obra.

 

El siguiente párrafo tomado del libro, corresponde al capítulo que narra las visiones de Faustino Rayo durante el ceremonial de Ayahuasca en la selva amazónica.

 

El brujo le dijo que se lanzara hacia el río, que olvidara todos sus temores. Volvió la vista hacia el precipicio y vio que Belinda lo llamaba desde la profundidad de una de las orillas del río. Con la mente totalmente perdida se arrojó al vacío, y mientras caía con lentitud, vio y sintió que la llovizna que levantaba la estruendosa cascada bañaba su cuerpo llenándolo de un renovado vigor. Reparó de pronto que la mano de Belinda tomaba la suya, y que luego ambos caminaban hacia una caverna donde una enorme fogata ardía en su entrada. "Allí están, míralos", dijo Belinda con los negros cabellos azotados por un repentino ventarrón. "¿Quiénes?", preguntó Faustino sin que pudiese ver nada entre el humo y las lenguas de fuego que se alzaban ante sus ojos. "¡Míralos!, ¿los reconoces?". Vio entonces que él mismo, bajo el umbral de su dormitorio en la ciudad que había dejado quién sabe ya cuántas semanas atrás, contemplaba impasible la escena de dos cuerpos desnudos revolviéndose sobre aquella cama tan familiar para él. Era María Mercedes la que abrazaba a un hombre que se agitaba sobre ella. Quedó estupefacto al ver ese rostro femenino transformado por el vértigo dulce del placer. Miró la espalda blanca del hombre que hacía compañía a su esposa, pero no alcanzaba a identificarlo; ella hacía todo lo posible para que su pareja no se dejara ver la cara; lo cubría con sus manos, lo entretenía con un prolongado beso para cubrir su identidad. Quiso acercarse pero no pudo. Estaba paralizado. Intentó gritar, pero fue en vano; el aire que expelían sus pulmones no pudo hacer vibrar las cuerdas vocales. Fue entonces cuando el hombre del lecho se separó de María Mercedes para mirar al petrificado observador, quien desde la penumbra de la habitación los contemplaba: era ÉL. El mismísimo mandatario del Ecuador, el hombre al que había considerado como su protector, el sacrosanto varón a quien había obedecido tantas veces, como la mayoría de ese rebaño de gentes silenciosas que lo admiraban y temían en el país. Una sonrisa canallesca se dibujó en los labios lívidos del dictador. "¿Qué se le ofrece, señor Rayo?".

 

 

EL BICHO QUE SE BAJÓ DEL TREN: BENJAMÍN ORTIZ BRENNAN

 

Es la segunda novela histórica de Ortiz Brennan publicada en 2021, el autor fue director del  desaparecido diario Hoy durante 17 años. La experiencia adquirida como relator de sucesos en las columnas periódicas sobre sociedad y política, fueron el detonante para incursionar con vehemencia en este género narrativo.

 

Novela inspirada en la construcción del ferrocarril que unió a la Sierra con la Costa ecuatoriana (1872-1908), iniciada por el gobierno de García Moreno y que culminó en la presidencia de Eloy Alfaro, se concentra sobre todo en el momento más dramático, la odisea que atravesaron los obreros y diseñadores del paso llamado La Nariz del Diablo, que cobró la vida de tantos trabajadores sobre todo de los negros provenientes de Jamaica,  contratados por los ingleses pues se les atribuía tener la fuerza y la experiencia para realizar estos trabajos donde se necesitaba estar bien alimentado para resistir el clima y las adversidades, proyecto que tenía como objetivo romper la montaña de granito en la cordillera Occidental, para poder instalar los rieles de la vía del tren que debía ir incrustada en la montaña a más de 3000 metros de altura y con un clima infernal.

 

Los avatares de la construcción son matizados con la historia del personaje protagónico, nombrado en la novela como el bicho, derivado del nombre inglés bishop (obispo) que los jamaiquinos le pusieron por ser una suerte de capataz encargado de organizar y dirigir a los trabajadores en aquel tortuoso escenario.

 

La novela tiene agilidad y reúne varios elementos  atractivos para el lector como luego se verá en la explosión con dinamita para abrir la vía en la dura piedra de la montaña y que causa muertos y  como consecuencia, el capataz irlandés también sale herido, situación que da pie para la trama del noviazgo de éste con la hija de un político y hacendado conservador, recurso que le permite ingresar en los entretelones de la enconada lucha política entre liberales y conservadores que terminó con la masacre de los Alfaro en Quito. Desvela también los conflictos por captar el liderazgo al interior del propio partido liberal; eran esos años turbulentos como tantos de la política ecuatoriana.

 

La práctica periodística le ha proporcionado la técnica narrativa para manejar un lenguaje directo sin giros ni metáforas lo cual permite al lector una lectura fluida hasta el final de la novela. Contar la Historia no es fácil y llenar los vacíos que la investigación no aporta precisa sumergirse en el tiempo y en la mentalidad de los seres humanos que vivieron en dicha época, además, es necesario hacerlo de un modo convincente, creo que el autor logra ese objetivo literario, el de trasmitir las sensaciones y las emociones vividas por los personajes protagónicos.

 

 

( párrafo de la novela El bicho que se bajó del tren, pág. 109)

 

 

El tren llegó a Huigra el 2 de mayo de 1902. Desde allí, sin tomar resuello, la construcción siguió por los desfiladeros andinos hasta el pueblo de Sibambe, ubicado en la base de la montaña de piedra. El cura Baltasar Buenaño, ordinario del lugar y conspicuo enemigo del liberalismo, no pudo resistir, un inolvidable 4 de agosto de 1902, la tentación de echar agua bendita a la locomotora y a los vagones. Su pueblo dejaba de ser un punto perdido entre las montañas para transformarse en un cruce de caminos. Desde allí pronto partiría otro ferrocarril que conectaría Sibambe con Cuenca.

 

   Desde Sibambe, era posible contemplar el colosal trazado en zigzag de la ruta por la cual treparían las locomotoras por la Nariz del Diablo. Las explosiones habían concluido. No habría que pagar con más vidas el paso del ferrocarril. Ahora se alineaban durmientes y rieles sobre una plataforma pétrea que no cedería a las vibraciones ni a las tempestades.

 

 

EL PERPETUO EXILIADO:  RAÚL VALLEJO

 

Nacido en Manta, fundador y director de la revista Kipus de la Universidad Andina. Embajador del Ecuador en Colombia. Ganador en varios concursos literarios en Ecuador, entre otros: Fiesta de solitarios, premio Diario El Universo y  Joaquín Gallegos Lara, Huellas de amor eterno, premio Aurelio Espinosa Pólit, El Perpetuo exiliado ganó el premio internacional de novela  Héctor Rojas Erazo (2015).

 

El Perpetuo Exiliado, está centrado en la figura política de Velasco Ibarra, cinco veces presidente de la república ecuatoriana, designado en elecciones democráticas y, derrocado en cuatro períodos, sólo en uno de ellos llegó a culminar su gestión como presidente. Depuesto repetidamente por facciones militares y por las ambiciones de  políticos que pugnaban por alcanzar el poder, condición que siempre ha estado presente en la vida republicana del Ecuador.

 

La novela está construida teniendo como base sobre todo las cartas, diarios y una exhaustiva investigación  del autor que sigue con perseverancia los pasos de Velasco en sus destierros por varios países: México, Colombia, Chile y finalmente Argentina de donde es originaria  su compañera y esposa, la escritora Corina del Parral que lo acompañó, tanto en sus horas de triunfo como en las del exilio.

 

La técnica del collage que se menciona en la contra portada del libro, esta vez, Raúl Vallejo la aplica para romper con la escritura lineal de la narración al transcribir la correspondencia entre Velasco y su esposa, textos de diarios, así como memorias del autor desde su experiencia juvenil y desde su propia visión del personaje, la correspondencia recuperada sobre todo la de Corina del Parral permite conocer el lado más humano de Velasco Ibarra, elementos que le sirven al autor para estructurar la novela y que revelan en parte la psicología del personaje cuya figura hierática está todavía presente en la memoria de algunos ecuatorianos.  Paralelamente, se ponen en evidencia los absurdos y anacrónicos acontecimientos que se repiten en la vida política actual del país con fanfarria y diferentes máscaras, lejos ya de la fiesta velasquista.

  

 (Párrafo del Diario de los exilios, (por Corina Parral), encontrado por el autor en un puesto de libros usados en San Telmo, Bs.As.) 

 

Enero de 1940: Somos almas errabundas en tierras extrañas, caminantes expulsados de la casa propia que ha sido ocupada por los espíritus contrahechos de la maldad humana. La peregrinación dolorosa que nos espera recién ha comenzado, pero su costra de soledad ya nos envuelve. La política de un hombre consagrado a un ideal ha sido derrotada por la política rastrera envenenada de miserias. He cumplido treinta y cinco años en el silencio triste del destierro. (pag. 138)

 

…Durante la campaña electoral he soportado todo tipo de improperios por parte de esos fariseos que dijeron que mi presencia ultrajaba a la sociedad católica porque al llevarme del brazo, cosa que ellos consideraban una ostentación insufrible, José María hacía apología del pecado de la carne…(pag.139)

 

 

sábado, 26 de marzo de 2022

EL PACIFISMO Y LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA

Como si fuera un partido de fútbol letal, este conflicto armado entre Rusia y Ucrania desvela la barbarie en la que la sociedad europea y mundial se debate. 

 Las muertes diarias por las bandas criminales de narcotraficantes o delincuentes acostumbrados a la violencia y que viven en sociedades enfermas por la inequidad social son eclipsadas frente al escenario de guerra salvaje entre los cultos y desarrollados países europeos que tampoco están libres de la criminalidad cotidiana.

 Las dos espantosas guerras mundiales que Europa tiene en su haber no han dejado aprendizaje alguno, por lo que se ve, los hombres, en su mayoría jóvenes, siguen siendo la carne de cañón de los gobernantes, arreados a la guerra como un rebaño al matadero, sin tener oportunidad alguna para negarse a participar de la máquinaria de muerte, dolor y destrucción. Hay que ver a las marionetas en el poder cómo gritan y se emocionan histéricamente recibiendo el aplauso de sus cómplices, arengando a las masas para que se ofrezcan de voluntarios al sacrificio propiciatorio ofrecido a una bandera, a una abstracción fatal. 

No entendemos el papel de la organización mundial (Un, Onu, o como quiera llamarse) creada después de la segunda guerra, acaso no existe una ley que diga o que proteja y defienda los derechos de quienes se nieguen ir a la guerra? Dónde ha quedado el principio que se ha proclamado como Objeción de Conciencia y el Pacifismo que manifestaban las multitudes en los años de la guerra de Vietnam? Estamos viendo, ahora que se ponen tantos videos sobre la guerra en Ucrania, cómo los jóvenes quieren huir de la matanza y son atrapados en sus diversos intentos por salir de Ucrania para salvar su vida y seguir a su familia, qué destino les espera cuando los guerreristas han impuesto una ley marcial que condena a los desertores. 

¿Qué hay más allá de las caras que en los medios figuran como culpables y protagonistas del desastre? Los poderes políticos del mundo podrían detener esta guerra, si no la alimentaran con la gran campaña a través de los medios, vendiendo armas y mercenarios para que la guerra traspase fronteras, pues esa sería la consecuencia. Qué nos queda a los que deseamos un mundo justo: ¿los rezos del papa y sus feligreses? Meditar, quizás enviar energías de pacificación que resuenen y deriven en multitudinarias manifestaciones por la paz en el mundo.

martes, 22 de marzo de 2022

MÁS ALLÁ, EL AMANECER

 ...una nota, una cuerda de violín que se alarga hasta el infinito, conexión con algo lejano y eterno. Había amanecido, recorría las últimas páginas para dar el examen final en la escuela ese mismo día, el viejo reloj daba su última campanada de las cinco de la mañana. Miré por la ventana el azul oscuro del cielo que empezaba a clarear por el oriente y escuché, sin ninguna duda escuché la sinfonía del amanecer. El desplazamiento de la tierra hacia la luz del sol tenía una música, era una onda sonora mínima, casi inaudible para el oído humano aunque no para las aves, me sentía parte de todo eso en aquel instante. 

Debía dormir un poco para descansar hasta la hora de ir al colegio; era necesario pasar el año escolar, los últimos exámenes para superar las calificaciones bajas, por esa razón había que estudiar hasta la madrugada, completar el puntaje y pasar sin problemas. 

Al entrar en el dormitorio observé a la abuela que dormía boca arriba en la penumbra de la almohada; su cabeza de cabellos blancos parecía la de un cadáver con el maxilar inferior caído y los ojos entreabiertos, la respiración dificultosa a ratos parecía detenerse. Me puse a toser para que despertara, el temor de una muerte súbita me llenó de pavor. Esperé, pensé que tal vez iba a ser testigo de aquel último minuto de vida, contemplar ese paso inevitable que atemorizaba tanto a los vivos. El rostro envejecido y abandonado al sueño que podía ser el mío del futuro me produjo una extraña excitación y me dije: cuando ya no estés abuela, vos que significaste el lado bueno de la vida para mí, para nosotros, la generación que empieza y continúa el camino hacia algo por ahora incierto. Tengo un tiempo largo, tal vez, y vos estás llegando al final. Qué pena abuela ¡abuelita!, dije en alta voz casi gritando, y ella abrió los ojos, me sorprendió mirándola de pie en medio de la habitación mientras la luz del amanecer se filtraba por las cortinas. -Anda a dormir -me dijo, -todavía es temprano... 

Del libro: Vigilia, Y.Zúñiga, 2019

jueves, 3 de marzo de 2022

LO SABEMOS

 

Sabemos que hay un telón de fondo de las invasiones y guerras de los últimos veinte años, que detrás de las banderas que se enarbolan como símbolo patriótico hay intereses de los poderes económicos que han desencadenado las guerras de las últimas décadas. Parece que olvidaron las invasiones, destrucción de ciudades y la muerte de miles de soldados y civiles en los países de Medio Oriente. En ese entonces no hubo ninguna sanción para el invasor que en ese momento era Estados Unidos, hubo silencio y complicidad de parte de los países europeos que fueron después, como consecuencia, víctimas del terrorismo. No se trata de justificar la guerra entre Rusia y Ucrania, porque el horror de las guerras y sus derivaciones de destrucción, hambre y muerte son condenables vengan de donde vengan. 

La guerra sirve para que la humanidad se destruya, aunque se la haga en nombre de la libertad o para defender un territorio, lo que consigue es dividir al género humano en lugar de unirlo para experimentar su verdadera evolución. La industria de armas cada vez más sofisticada ha enriquecido y dado más poder a ciertos países, sobre todo cuando sus economías están en crisis, por lo tanto necesitan de las guerras para mantener sus sistemas económicos al alza. Sistemas económicos que no buscan acabar con la pobreza y la inequidad de sus pobladores porque sus objetivos son: tenerlos dependientes y esclavizados a su servicio. 

El poder sustentado en el armamentismo hace que las masas vivan para trabajar y producir para enriquecer a esos grupos que se han adueñado del mundo y han manipulado, por todos los medios, la conciencia de la población mundial, para enajenarla hasta el punto de hacerla creer que no tiene otro camino que la dependencia de sus amos para no morir de hambre. 

 La solución para impedir la autodestrucción de la humanidad es la eliminación de las armas, NO al armamentismo, NO a la violencia aunque ésta sea consecuencia de la injusticia, de la ceguera y de la codicia, es necesario seguir afirmando que otro mundo SI es necesario y que la fuerza de la energía humana y espiritual, lejos de creencias religiosas masivas y manipuladoras, tiene la capacidad creadora para convertir al mundo en un espacio protector y feliz.

jueves, 10 de febrero de 2022

EL TAPA BOCAS

 

TAPA BOCAS

 

Habrá que salir con mascarilla, una vez terminada o más o menos acabada la peste porque según amenazan, habrá otras variantes. Estamos prevenidos por el temor sembrado, y muchos seguiremos usando ese apéndice adoptado en estos dos años y más de pandemia.

 

Escucho una canción de M.Jackson y recuerdo un cuento racista que leí en la niñez:  el negrito que quería ser blanquito, no sé por qué se me vino a la memoria esa pequeña y ridícula historia con láminas a todo color. Aunque no haya sido ésa la intención del cantante que influyó tanto en ésa y posteriores generaciones de niños y adultos,  el ritmo y la música afro se ha impuesto en la cultura musical de los norteamericanos y mucho más allá de sus fronteras: jazz, rock, salsa y otros ritmos, de los cuales conozco poco. La radio se interrumpe para dar un mensaje ecológico: habla de los plásticos que  contaminan el mar, sobre todo ahora con las mascarillas que los inconscientes arrojan por las ventanillas de sus autos.  

 

La enfermedad ha sido tremenda y se ha llevado a los que no pudieron resistir su letalidad. Me considero suertuda después de tanta muerte. Mientras estaba en el hospital: entre sueros, pruebas nasales, pastillas y un sueño extenuante, veía en esos intervalos de estar despierta, la luz blanca de la lámpara y en medio de esa franja luminosa un bicho danzando en ese hábitat casi etéreo. Impotente y resignada me preguntaba si ése sería el causante de tanta mortandad. La invasión de los micro organismos nos han convertido en víctimas de esos casi invisibles colonizadores, y, mientras la moderna tecnología hace lo imposible por encontrar la forma de vencerlos, los indocumentados de la inmunización, aislados y temerosos  esperan con el tapabocas el fin del control vacunatorio. A pesar de los desastres naturales, que las redes de internet se encargan de mostrarnos cuando no los vemos y sentimos ante nuestros ojos y bajo nuestros pies, los todavía vivientes nos agitamos y soportamos las variantes y demás, pretendiendo volver a la antigua o con el eufemismo de nueva normalidad.

 

Y Z P.

domingo, 30 de enero de 2022

BRUNO SÁENZ

EN MEMORIA DE BRUNO SÁENZ 

Fallecido el 11 de enero de 2022 . Bruno Sáenz nació el 13 de septiembre de 1944. Una voz poética muy importante de la Literatura ecuatoriana contemporánea. Publicó una veintena de libros sobre diversos géneros literarios: poesía, ensayo, relato, teatro. Lector insaciable y amante de la música clásica, en la adolescencia fue parte de un grupo de jóvenes literatos, entre ellos: Ramiro Dávila, Vladimiro Rivas, Diego Araujo, Javier Ponce, Jorge Dávila, con quienes compartía lecturas y textos iniciales, y luego, en la universidad donde estudió Derecho, publicó con ellos la revista Agora. Su entrega a la vida literaria tuvo paréntesis cuando le tocó trabajar como funcionario público, pero el eje de su vida fue literario y la búsqueda del Arte en sus diversas dimensiones. Finalmente fue nombrado miembro de la Academia ecuatoriana de la Lengua, por su valiosa producción y actividad literaria.

 De su libro, La noche acopia silencios, transcribo algunos de los textos poéticos de Bruno Sáenz Andrade; poemas que él me había enviado anteriormente para su publicación en este blog. Bruno Sáenz A. 

 

 NATURALEZA CON AUTOR Y TESTIGO 

Soporto con mis ojos el jardín, la llovizna, el anuncio 

del gozo solar de las alturas. 

Copia la levedad del tiempo la presencia fugitiva del cuerpo,

 la siega y la cosecha de la contemplación. 

No me toca indagar por la pluma del ángel 

suspendido entre el cielo y la fecundidad prodigiosa del limo, 

por la emoción serena o turbia del paisaje, 

su condición magnánima, el destino propicio a la casa y 

al huésped. 

Mía es la vocación de adelantado y guía de la conquista 

espléndida, del universo entero. 

He de dar una forma, un nombre a los rincones del 

mundo sometidos al yugo de mi planta.

 (A mi pesar, la vista se demora, se abisma. 

 Considera la imagen apenas existente, la memoria dichosa 

de un Edén entreabierto. 

Somete sus designios al secreto diseño de la Mano 

dispuesta a pintar con un trazo 

el lienzo magistral y la pupila absorta de aquel que lo atesora). 

 

 JARDINES DE LA MORADA 

Ha pasado por mi oído la cabalgata del agua. 

El silencio ha sucedido a la confusión de voces, a 

los pasos desatados. 

Cesan también la abundancia de la sílaba y el verbo. 

La lengua solo mantiene la memoria desvaída de 

un sabor, de una palabra. 

Bien vale ver cómo llega la sensatez con la tarde, 

con las hogueras menguantes del vigor y de los años. 

Abandono la hoja blanca. Me aproximo a la ventana. 

Desde mi celda de piedra, la imaginación se 

atreve a encerrar detrás de un vidrio 

al árbol y las retamas y la espina de la mora, 

a los aires donde aún pesan la respiración salvaje, 

 la ardua escritura del casco, la humedad de la estampida. 

Como quien cuenta las letras o repite balbuceante las

 líneas del silabario leo la página abierta. 

La punta fértil del lápiz olvida cómo se traza la voz 

“jardín” o bosqueja la copa blanca del lirio. 

Dejo la seguridad de los cimientos, del muro. Piso la  

tierra aliviada del tablón y de la losa. 

Desde el suelo me acompaña el eco de los andares 

silenciosos de los muertos. 

Ni sus almas de ceniza ni mi estatura de barro sienten 

 la necesidad de pronunciar un vocablo. 

 ¿Quién le devuelve a la boca el gusto, el significado? 

¿Quién, la llegada a la senda, el calzado al caminante? 

 

CALLE Y TRANSEÚNTE 

 La he recorrido durante años. Solo la reconozco si voy de oriente a occidente, cuando cae la noche. (En sentido contrario, a plena luz, no es sino la salida de la casa al barrio familiar). Los adoquines de la calzada roban un poco de claridad de los faroles, pero la calle prefiere las manchas de penumbra, se identifica con ellas. Ya no conduce a las paredes y tejados, a los caminos cercanos. (Una de mis páginas ha intentado recoger el misterio de la vía que no va a un lugar conocido ni se apresura a parte alguna…) Si la cinta de asfalto y de piedra simula la fuga a un mundo ajeno, a un abismo magnífico, irresistible, mi prudencia ha de escoger la seguridad del refugio. Detengo mis andares al llegar a mi puerta. Cuando me decida a continuar, lo sé, va a desvanecerse la ilusión. Hallaré un giro de la ruta a la izquierda, un vuelco opuesto a la derecha, el alivio estruendoso de un automóvil, una ventana iluminada. Tal como ocurriría por la mañana o a mediodía… Imagino ahora la figura de un hombre, la mía. Da un paso más allá del atardecer, de la cordura. Enfrenta la revelación del vacío, la niebla, lo ignorado. No se detiene. Repite la zancada. Hacia adelante… 

Dejo que parta la sombra de mi sombra. 

 

ODISEO 

Cedo el timón a las manos anónimas de un marino. 

Rey, me ausento de las ruinas, de las salas devastadas, de la moneda de cobre. Dejo la isla a la avidez o al juicio de mi heredero. Navegante, me sujeto al instinto y la pericia del capitán de la nave.

 Hace frío. He preferido cubrir la suma temible de los años con los pliegues cínicos de la razón y las vueltas de una capa. Comparo con mi talante inusualmente sereno la impaciencia de los hombres, la voz sin tino del viento. 

No ha de quitarme el sosiego el llanto de las sirenas. 

No he de amarrarme al madero para ignorar sus lamentos, la queja desgarradora de un hambre jamás saciada.

No me intimida el encono enamorado de Circe. Se demora su deseo junto al recuerdo del héroe, la mentira de una sombra. 

Ha olvidado mi equipaje el sudario de mi padre, tejido por la constancia de una mujer cuyo rostro queda grabado en la hondura memoriosa de mis ojos. 

La nostalgia no se allega por fuerza al solar paterno: exige arenas distantes, ignoradas geografías, horizontes que se aferran a los bordes del abismo. 

Hay obstáculos más francos que las murallas de Troya. 

Mi reflejo en el escudo vale bien las amenazas de un Héctor exacerbado. 

No es lícito en adelante volver atrás la mirada, desviarla de la ruta inexorable del remo. 

 

 EPITAFIO PARA UN LETRADO 

 La lente mejor pulida, la pupila inquisitiva,

 la sapiencia minuciosa del filólogo y la lengua desbocada del profeta 

 no bastan para leer las letras ya desvaídas de mi patria y de mi nombre, 

las fechas de mi dudoso nacimiento, de mis pasos de niebla por este mundo, 

la ocasión de la segura tala del árbol torcido, 

de la apariencia de mi alma. 

Mejor conservan sus títulos los lomos de los tratados, 

 las obras de los maestros que pusieron en mi lengua 

la sílaba, los vocablos, la tinta de la saliva. 

No escojas, lector, las líneas obscenas del principiante.

 Reclama el libro decrépito, escrito con el estilo 

sobre el cilindro de barro, 

el pergamino mordido por el hambre del gusano,

 la desmemoria del tiempo. 

¡Cierra la página blanca!

miércoles, 12 de enero de 2022

LO QUE VIENE DESPUÉS

Acosados por el desastre que está causando un ser microscópico que ha puesto en jaque a la humanidad, hoy más que nunca los países deberían volcarse sobre sí mismos para reconocer sus realidades desde una visión propia, y desde ese punto ir encontrando las soluciones que les conciernen internamente. En estos precisos momentos son visibles los intereses externos y sus representantes a lo interno, que siempre están buscando el negocio, se ponen la máscara de benefactores, hacen préstamos y aparentes donaciones condicionándolos a sus objetivos de obtener ganancias en las grandes crisis. La pandemia ha visibilizado con mayor crudeza las injusticias, desigualdades y debilidades del sistema social mundial. Estados Unidos, el país más rico de la Tierra, muestra sus llagas de pobreza y marginalidad más que ningún otro del planeta, sobre todo en estos momentos en los que se hacen presentes las carencias insospechadas y la impotencia del sistema de salud para hacer frente a una epidemia de semejante magnitud. No solo la muerte de gran parte de la población, sino las consecuencias de hambre y de paralización de la actividad productiva capitalista que depende tanto de la fuerza de trabajo para sostenerse. Qué vendrá después de esta experiencia colectiva, nos preguntamos. El hambre que esa mayoría de seres humanos atraviesa actualmente con el pasar de los días puede acentuarse si los gobiernos no toman acciones reales para dar de comer a tanta gente. Los empresarios: exportadores, importadores, industriales, los negociantes de la minería y del petróleo, no perciben, no tienen la sensibilidad ni la conciencia para captar la devastación que causa el hambre en el mundo. Cómo puede seguir siendo la misma esta sociedad a la que hemos estado acostumbrados ricos y pobres, cuando los que ejercen los poderes económicos y políticos pretenden obtener ganancias como antes, se niegan a que les aumenten los impuestos además de exigir que les devuelvan lo pagado, y pretenden que sus trabajadores ganen menos y trabajen más para entrar en una etapa de neo esclavitud que ya se veía venir por el grado de desocupación a la que ha llegado la población que vive de un mezquino salario. Cómo puede ser posible que seres humanos mueran de hambre, enfermedades y violencia ante nuestros ojos, y las cosas sigan como están. Según los poderosos, ha sido así siempre y así será, nada les hace reflexionar en el derecho que sus semejantes tienen de alimentarse bien, mantenerse saludables, y de tener un desarrollo de conocimientos que los acerquen a lo científico y humano, condición para alejarlos del resentimiento y de la violencia como único recurso para salvarse. Cómo pueden dormir tranquilos si tienen una espada de Damocles sobre sus cabezas cuando ronda la violencia a su alrededor, contenida por un ejército armado para proteger sus posesiones, pero que en cualquier rato aquella situación puede dar un giro dramático. La muletilla de la amenaza ideológica ha servido de pretexto para que las dictaduras represivas y los oportunistas y charlatanes se apoderen de los gobiernos, se aprovechen de los privilegios que obtienen para llenar sus bolsillos y los de sus allegados. La lucha para sobrevivir a los desastres que causan hambruna y más miseria, es tan palpable en estos momentos, a raíz de la expansión de la enfermedad causada por el virus, que ha despertado en muchas personas la percepción consciente de desarrollar el sentido comunitario y de solidaridad a pesar del aislamiento obligatorio. Los pueblos y pequeñas ciudades han comprendido la necesidad de una organización colectiva eficaz para lograr ordenar los auxilios y la colaboración de sus pobladores. Es una experiencia práctica que puede dar la pauta para establecer gobiernos locales que asuman la responsabilidad de coordinar las tareas y al mismo tiempo puedan ser orientados por los vecinos sean de barrios o de pequeñas poblaciones en asambleas democráticas, para evitar abusos, estafas, y pretensiones de caudillismos. La alternativa está en tomar caminos auténticos de participación comunitaria, si queremos hacer de este mundo un lugar seguro y esperanzador para la humanidad.