domingo, 14 de abril de 2019

¿CUÁL ES EL SENTIDO DE LA CIVILIZACIÓN PRESENTE ?



El caos de nuestra civilización nos moviliza necesariamente a  cuestionar sobre el estado actual de instituciones y gobiernos que nos rigen y que son constantemente los instrumentos para mantener situaciones de gran inestabilidad global. Puede, desde cierto prisma, ser visto como un peldaño que nos encamina hacia un nivel de evolución, pero por como se suceden los acontecimientos parece darse lo contrario, es decir que se vuelve  en contra de la vida misma y hasta podría llevarnos a la autodestrucción  y desaparición de esta civilización como ocurrió con otras en el pasado de la Tierra.

Quisiéramos creer que vamos hacia arriba en un rumbo evolutivo si la realidad no nos dijera lo contrario. Son evidentes los temores,  pues las condiciones del sistema de vida en el cual existimos representan una amenaza para la supervivencia humana, me refiero a escenarios absurdos como el armamentismo ciego que busca el enfrentamiento y no la hermandad entre pueblos,  la inequidad social que divide a las sociedades en pobres y ricos en privilegiados y miserables, a la contaminación y depredación de nuestro ambiente natural base primordial para la vida. Estos extremos definitivamente rompen el equilibrio de toda convivencia sana, pues para mantener esta condición injusta se recurre a la violencia y a la dominación, al engaño y a la manipulación, que no puede de ninguna manera desembocar en progreso, por esa ley natural de causa y efecto, de acción y reacción.

Si  el materialismo grosero que mueve los mecanismos vigentes del sistema económico  global desapareciera, descubriríamos que hay un aspecto humano poderoso que lograría soluciones verdaderas para salir del atolladero en que estamos metidos. El valor que damos al dinero alimenta la codicia, la ambición desmesurada y la ceguera profunda, causante de tantos crímenes y de las mayores crueldades e injusticias  en este mundo.  

Si en lugar de un desarrollo vertical basado en el dinero y como consecuencia la dominación del otro y de los otros, se buscase el bien de todos con la participación de todos en una práctica de verdadera democracia, los pueblos contaminados también por el dinero, darían un sentido superior a su angustiada y subestimada vida.  El regresar a ver a la naturaleza del entorno como parte de sí mismo, más allá del cemento y de la carrera cotidiana hacia ninguna parte, el ser humano podría sorprenderse y comenzar a realizar un nuevo aprendizaje y verse reflejado en la naturaleza como en un espejo,  y comprender la interrelación profunda con ella, tanto física como mental y espiritual.

Las catástrofes naturales que observamos ahora son el reflejo de nuestro caos. Lejos de las religiones que limitan nuestro espacio mental  antiguamente libre para comunicarse con el cosmos y para entender mejor las leyes de la naturaleza, en la civilización del presente se ha pervertido esa relación, se la ha desviado hasta reducirnos a una suerte de cárcel en la que se vive tratando de crecer humillando  y destruyendo al otro.

La vida comunitaria desde los pequeños espacios geográficos podría transformarse y revitalizarse con la participación de  sus integrantes en la búsqueda de acciones que aseguren la alimentación, la salud y el desarrollo intelectual de todos, protegiendo a los niños y dando el valor esencial a  la solidaridad y a la afectividad en el  avance de la evolución  social.

Estamos seguros de que cada individuo guarda un tesoro de sabiduría en sus genes, y que al descubrirlo y reconocerlo conscientemente logrará soluciones constructivas en cada conflicto que surja inevitablemente en el transcurso de su vida.