martes, 6 de enero de 2015

ULISES ESTRELLA

En memoria de Ulises Estrella fallecido el 27 de diciembre del 2014, transcribo uno de sus, tal vez, ultimos poemas publicados.


¿ESA CIUDAD?
que sueño
cada noche,
será ésta?
¿esa esquina
que doblo
cada mañana,
será el camino?
¿esos techos,
paredes,
camas,
mesas y ventanas,
serán,
en verdad,
nuestras casas?
o,
quizás
tan sólo
vivimos
la sombra de esas cosas?

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Una hija arregla el cabello de su madre.
Adentro, en el Palacio se arregla la matanza.

Pueden salirnos con bayonetas si la gorda fofa sigue
cobrando sus centavos.

Si esa humanidad permanece con su arroba de dolor y
pobreza en la frente.

¡Simpatía! Sí.

Gritemos viva la vida con el alguien de pantalones duros
y altura rubia que sigue armando su brazo para
romper tu debilidad.

Anuda tu negra corbata, marca sones desarmónicos con
tus dedos.
El café se inició y dijo su perfil de músico blando
lamentón:

«Por favor, pudiera decirme, por favor, ¿a qué hora se
acuesta usted, tiene miedo?».
Afuera, cerca del palacio, la perpendicular es ya un salto
arriba.

El mar se consuela con los huesos.
Un «sí mismo» cae sordamente entre la niebla.
Alguien lava platos con un gorro de piel.
La dama juega, el chico rompe la alfombra.
La barba dice algo sobre no sé qué topo que murió en un castillo.

Nuestra madre dice que la cama sigue caliente.
Un amigo ha roto su cacerola y ya no come.

Las hojas caen.
Una lavandera carga la ropa y se divierte en usar las tijeras.
Una cosa con cuatro más comió pasto y hoy vomita.

Así no quieras
la carne vendrá todos los días para tu almuerzo.

Alza tu taza y sorbe lentamente. El café penetra. La
gente taconea en la calle.

Clavado, encorvado sobre la mesa. «Te pueden clavar
las miradas».

(El que cruzó la esquina se guarda su misterio de casta
en el bolsillo) .

La perpendicular formada por el líquido regado en su
esófago

tiene un algo así de línea negra, de sangre que podrá
regarse en los asfaltos.

Porque esta voz y esta música van siendo iguales hace
cien minutos.

«Te pueden cubrir con sus metales».

Sale humo de bocas calientes levantándose a caminar con
el pecho apretado.

El número, la casa y el barrio olor a húmedo esperándolos

y cruzan dos señoras con sus paraguas. El manipulador
gira al peligro que viene.
Luces se van, frío y noche.

Es natural que el cielo esté blanco y que al fondo del lago
se quiebren las uñas.

Nadie puede evitarlo.

Se percibe a cada paso una gota y todo sigue
Se da la vuelta y la esquina continúa

Todos quieren cambiar

Intuí alguna vez el himno exultante y el mar rodó lamiendo
mis entrañas

Yo pude sonreír

Hablo en pasado porque temo a mi garganta
Todo lo intuyo porque nada pase

Mis encías se gastan en el momento preciso

Es natural que el cielo
sea negro y torturante
porque no llega a ser ni
la mitad del mundo

Necesito que alguien me represente en la representación continua

Preciso de uno que se enganche donde yo debería estar
Será mi anillo el que consuma los millones de papeles

La madre vende a un dólar
a su hija de un año

Algo pasa pero...
Se puso un dedal y apuntó hacia el cielo
Quince luces titilantes gritaron y durmieron
Sé que tengo calcio y que los huesos suenan
Una sombra evita que mis labios aparezcan rojos

El cuadro está desigual
y la pared no responde
¿Quién aguanta que le chillen
porque no masticó hoy?


La hierba prepara su álbum
Un largo aliento penetra las raíces

Caín murió solo
solo

Mi padre hizo retazos de la humanidad
Ningún fémur es igual

La guerra se transforma
y transforma

Las aves vuelan en busca de su sonido
Aquí acaba mi silencio

La pared no responde
ante el cuadro desigual
Mis labios nunca han sido
pálidos

Hoy las uñas
me han representado bien

La otra mitad es para ti.