ELECCIONES DEMOCRÁTICAS???
Nuevamente
elecciones de gobierno y otros cuentos en el juego cada vez más inútil e
irrelevante para las actuales sociedades sufrientes del mundo, no así para los
grupos de poder que ven en esta suerte de lotería, la manera de sobrevivir a la
situación actual de volatilidad de las instituciones que los han sostenido en
lo alto, y que ahora parecen tambalearse.
En el
Ecuador, las elecciones de gobierno han sido la ocasión aprovechada por una
serie de oportunistas que en las últimas décadas han querido gozar de los
privilegios que proporciona ser
presidente de un país y por añadidura también favorecer a su entorno cercano,
más la asamblea legislativa y otros, tal
eventualidad les ha permitido conocer los avatares y subterfugios legalistas del
juego político y paralelamente hacer negocios afortunados o desafortunados, por
lo que se está viendo cada día en el curso de los espectáculos mediáticos que
llenan de escándalo las pantallas de los noticieros informativos.
En este
contexto, el Movimiento Indígena que alguna vez intentó llegar al gobierno por
medio de elecciones, y que una sociedad con un complejo racial que no reconoce
ni valora sus orígenes primigenios, los ha rechazado eligiendo, por lo tanto, a
personajes expertos en lo que por acá se denomina “viveza criolla” que han
defraudado una y otra vez a la población aletargada. Después del último levantamiento
indígena de octubre del año pasado donde se involucraron también grupos violentos, y que ocasionara una dura
represión con un saldo trágico de
muertos y heridos por la violencia de la confrontación, el movimiento
indígena cobró actualidad e intenta llegar al poder una vez más entre grandes
discusiones y polémica al interior de sus comunidades. Los pueblos originarios
latinoamericanos han logrado organizarse en los últimos años y aspiran a ser
gobierno para dar un rostro diferente al sistema cada vez más decadente y donde
se agudiza la desigualdad social. Pocos indígenas, sobre todo comerciantes de
artesanías y tejidos, han logrado ubicarse en el negocio de exportación de sus
productos y les ha permitido, en parte, insertarse en el sistema, logrando un buen estado económico y de esa manera han
podido acceder a colegios y universidades, pero la gran mayoría vive en la pobreza, dedicada a labores
agrícolas en el campo y al subempleo e informalidad en las ciudades mestizas
con una situación desesperante sobre todo ahora con la pandemia.
De la
discusión interna del movimiento indígena, que tampoco significa una decisión
unitaria, sale una candidatura que busca el apoyo no sólo indígena sino también
del conglomerado mestizo y de otros movimientos sociales. La división que
generalmente es la estrategia provocada por intereses externos al movimiento y
en el fondo viene de los designios derechistas y de poder, debilitan las
aspiraciones indígenas que están tratando de conseguir una real “justicia
social”, pues no se trata de ese lugar común de los discursos políticos
fraudulentos, sino de una justicia que
siempre les ha sido negada.
Hay que
ver las campañas electorales que ya empezaron en el Ecuador, y supongo que en
otros países también. Por las condiciones actuales, sobre todo, circulan las
peleas a través de las redes de Internet, da lástima observar tanta miseria y
al mismo tiempo es inevitable sentir indignación por el nivel vergonzoso al que
se ha llegado; no es la razón la que predomina sino el insulto, el odio y la
ofensa. A ese paso, qué gobierno bueno se puede construir en estos tiempos
cruciales con los problemas enormes que afectan profundamente a las sociedades.
La
tecnología utilizada en los casos mencionados, y en tantos hechos infamantes que
se cometen a nivel mundial para destruir la dignidad y la vida de los seres
humanos, tiene que desaparecer por negativa y perversa. No es de ese modo como se llegará a cambios positivos,
radicales y necesarios, porque la emergencia del presente exige poner
en marcha los medios para alimentar y
albergar a una población que necesita con urgencia acceder a una vida sana
física y mental, para que pueda asumir consciente
y en forma comunitaria, un proceso de humanización imprescindible para el mundo en que habitamos
ahora.