LAS CIFRAS DEL HAMBRE Y LA DESNUTRICIÓN EN
EL ECUADOR Y EN EL MUNDO
Ayer escuché en las noticias sobre las
estadísticas de mortalidad infantil por desnutrición en el Ecuador, cifras
dolorosas y en crecimiento que expresan la injusticia y la desigualdad en la
distribución de los recursos alimentarios.
¿Qué pasó? ¿Dónde andan los tan mentados
proyectos revolucionarios que salvarán al pueblo? ¿Quiénes se enriquecen con
cada gobierno que se hace cargo de administrar el país a su antojo?
Los políticos hablan tanto y se desgañitan
lanzando al aire sus teorías económicas y mercantilistas para administrar la
economía, y en cada gobierno se vuelve a fojas cero en esto de la solución a
los problemas de la pobreza y sobre todo del hambre y la desnutrición, de la falta
de trabajo, de la educación incoherente, de los problemas medioambientales que
empeoran cada vez.
Los privilegiados de cada gobierno, que se
envanecen y cantan loas a sus líderes a quienes rinden culto, no han sido
capaces de consultar a los desposeídos sobre cuáles son sus reales necesidades
y con ellos buscar y encontrar soluciones verdaderas, sino que imponen sus
condiciones favorables a ellos y a sus allegados.
Si las cifras del hambre que encubren la
muerte por desnutrición en el mundo y en particular en nuestro país, no abren
los ojos de los administradores de los recursos alimentarios, cuál será a la
larga la solución a esta carencia que aumenta en el mundo
de un modo alarmante???? No se han puesto a
pensar supongo.
Centrándonos en países como el Ecuador, donde
los productos para la alimentación provienen del sector rural, cuando se habla
de los emprendimientos y se hace un llamamiento para quienes con sus ideas den
soluciones a los diversos problemas sociales, por qué no plantear la creación
de comedores populares en todos los barrios y pueblos, en una minga que
involucraría a todos los sectores sociales. No son los momentos de emergencia
catastrófica que provienen de los desastres naturales los que llaman a colaborar
con la alimentación de la gente, porque esta emergencia es permanente, las
cifras lo están denunciando, si es que éstas no se quedan cortas frente a una
realidad donde la gente come de la basura y desperdicios que los que pueden
llenar sus necesidades arrojan sin percatarse de lo que sucede con los otros.
Ningún gobernante pensó que había que empezar
por ahí en lugar de dar un bono que no cubre realmente esa necesidad y quizás
se esfuma en hábitos como el alcoholismo y otras adicciones, males sociales que
tampoco se los ha enfrentado en el ámbito de la salud y de la educación.
Si se lograra instalar estos espacios que
ayudarían en la solución de los problemas alimentarios de la población, esto
implicaría la participación del sector campesino,
contribuyendo de este modo a la producción agrícola y en la venta de sus
productos para llenar primero las necesidades internas antes que los negocios
externos. Al mismo tiempo, estos comedores que podrían tener un costo de 0.25
centavos de dólar para los adultos y la gratuidad para los niños, darían además
trabajo a la gente en la organización de la cocina, la limpieza y cuidado de
estos espacios, y el gobierno central trabajaría con los gobiernos locales para
organizarlos y administrarlos. Al mismo tiempo,
servirían como centros de reunión para la educación de los padres y que
estos adquieran la conciencia de la importancia que tiene, la relación afectiva
en la formación y crianza de los niños.
Son formas pragmáticas para que los
burócratas y gobernantes bajen de sus pedestales y escritorios y trabajen sobre
la realidad social, es decir, comprender la importancia de llenar esta
necesidad primordial para la sobrevivencia de los seres humanos.
Los impuestos de la gente pudiente, de los
empresarios conscientes, servirían también para solucionar esta emergencia
social. Los empresarios que no sólo piensan en su enriquecimiento, sino en el
bienestar social, si son honestos, además de trabajar para permitirse una vida
con la comodidad suficiente, podrían vivir sin el miedo a que la delincuencia
les arrebate sus bienes y los peligros que aquella representa, cuestión que una
educación desde la niñez y un verdadero trabajo social podría solucionar antes
de pensar únicamente en la represión policial y en la construcción de cárceles
para reproducir la violencia y el odio.
Esta propuesta debería ser tomada en cuenta,
al menos en el Ecuador, por la urgente necesidad de terminar con la
desnutrición infantil, y entender que el primer derecho humano es llenar las
necesidades alimentarias de la población.
Y:Z.