viernes, 3 de julio de 2009

EN MEMORIA DE JORGE ENRIQUE ADOUM, FALLECIDO EN QUITO
3 DE JULIO DE 2009.
La entrevista fue realizada en el 2007

ENTREVISTA A JORGE ENRIQUE ADOUM

En esta entrevista con Jorge Enrique Adoum, la voz del escritor se remonta en primer lugar a los recuerdos de niñez y juventud. A los 18 años conoció a Pablo Neruda y trabajó como su secretario, teniendo como fondo el escenario social chileno de aquel momento. Luego de esos tres años de intensa experiencia junto a Neruda, de regreso al Ecuador, recorrió un camino propio, vasto, y pleno de vitalidad poética. Trabajó en varios géneros literarios: poesía, teatro, novela, ensayo y asumió, en esa tarea incansable y maravillosa, su profundo compromiso con la Literatura y una posición lúcida en las encrucijadas del drama humano y social de nuestros pueblos. Poemas de largo aliento como: El amor desenterrado, Tras la pólvora Manuela, Sobre la inutilidad de la Semiología, revelan la maestría de Adoum, la fuerza luminosa de su palabra en la construcción de los versos. El viaje asombroso por el paisaje humano recorrido durante su vida trashumante nos aproxima al territorio del arte y de la historia cercana aún, en la lectura de su libro, De cerca y de memoria. Jorge Enrique Adoum destaca, no sólo por su producción poética sino por su magnífica obra narrativa. Entre Marx y una mujer desnuda, figura entre las novelas fundamentales latinoamericanas de ficción. La obra extensa y magistral de Jorge Enrique Adoum lo hace merecedor de un lugar excepcional entre los mayores exponentes de la Literatura en nuestro continente.

-¿Cuál es el recuerdo más lejano de su niñez?

Tengo un recuerdo remoto de cuando tenía tres años, tal vez menos… estoy en casa de mi abuela con mi madre, que lloran desesperadamente porque un hermano mío se iba a los Estados Unidos; las veo nítidamente a mi madre y a mi abuela, abrazadas llorando y a mi hermano con un abrigo negro, doblado al brazo, que bajaba las escaleras. El llegó a los Estados Unidos justo para la crisis del 29, y cuando lo fui a conocer, prácticamente, cuarenta años después, me dijo, que lo que le salvó la vida entonces, fue la distribución de sopa que hacían para los pobres, en determinadas esquinas. Vivió mucho tiempo en ese país como si no existiera, porque estaba ilegal, sólo después de la demanda al estado de Nueva York, hecha por un hijo suyo que peleó en la guerra del Vietnam, pudo circular normalmente. Éramos siete hermanos, dos medio hermanos, hijos del primer matrimonio de mi madre y cinco del segundo Y resulta que yo he enterrado a mis seis hermanos. Soy el segundo de los Adoum.

-¿Su padre también fue escritor?

Mi padre fue un caso dramático, de búsqueda y hallazgo de su destino. Él era libanés, en un período en el que Líbano estaba dominado por los turcos y había un protectorado francés. Como era nacionalista, llegó un momento en que le persiguieron las tres autoridades: turcas, francesas y libanesas. Poco hablaba él de su vida, alguna vez dijo que cruzó el Sahara a pie y me contaba también sobre el robo en el desierto, parece que desde entonces se usaba la frase “la bolsa o la vida” pues era costumbre, llevar el dinero en una bolsita en el pecho, y los que tenían experiencia acostumbraban a ponerse en lugar del dinero, una cebolla. Creo que tuvo un hermano medio pirata o qué se yo, que había llegado del Ecuador por casualidad, y como si fuera un cronista español, le había dicho a mi padre que en el Ecuador, -conocía sólo Guayaquil- se encontraba el oro en las calles. De este modo, obligado mi padre a exiliarse, vino a parar en Guayaquil. Él tradujo en los años treinta, recién llegado, una obra de Khalil Gibrán, Las alas rotas, y alguna otra que no recuerdo, y poco a poco fue llegando a las ciencias ocultas. Llegó a ser gran maestro Masón y gran maestro Rosacruz; fue ahí cuando empezó a escribir. Los primeros trabajos de edición que he hecho en mi vida fueron los trabajos de él. Escribía a mano en su consultorio y la noche yo tenía que pasarlos a máquina, hasta que me fui de casa. Entonces, mucha gente me ha confundido con él, sobre todo en Brasil donde fue muy conocido.

-Dejó el nido y se embarcó para Chile.

Yo me fui de casa a los dieciocho años. En una ocasión durante el almuerzo, mi padre nos hizo callar, diciendo que en la mesa no se hablaba. Yo pegué un puñetazo y le dije: ¡yo estoy harto de esta disciplina de cuartel!, es el único momento en que estamos juntos, el único momento en que podemos saber a qué aspira cada uno, qué le duele, qué sufre, qué quiere, estoy harto, le dije. Entonces si estás harto por qué no te largas, me contestó. Bueno, eso ya fue además, una cuestión de amor propio. Esa tarde me encontré con el que llegó a ser el amigo de toda mi vida, más que un hermano, que con un grupo estaba organizando un viaje a Chile. Del grupo, finalmente nos fuimos él y yo solamente.

-Encuentro con Pablo Neruda

Tuve una amiga que era secretaria o algo así, de La Alianza de Intelectuales de Chile, una vez le acompañé y me presentó a todos. En una ocasión fue Pablo, me lo presentaron; volvió a ir otra vez, pero claro, para mí él era el primer monumento literario que yo conocía, y con la diferencia de edad -él tenía cerca de cuarenta años-, no era posible el diálogo. Conocí a Angel Cruchaga Santamaría, a Juvencio Valle, a Nicomedes Guzmán, yo tenía dieciocho años. Y bueno, Pablo y otros, publicaban en Araucaria, me parece, o tenía otro nombre, no sé, y así comencé a ir a las sesiones. Allí se comentaba sobre algún libro nuevo, generalmente nos reuníamos en la librería Nascimento.. Después de muchos problemas que no vienen al caso, conseguí una pensión muy buena, que quedaba a una cuadra del partido comunista, en cuya planta baja y sótano funcionaba la imprenta donde se editaba el diario El Siglo. Supongo que Pablo iba a algunas reuniones, yo lo encontraba a veces en la esquina.
Luego se creó la librería en el mismo local del partido y empecé a trabajar allí. En eso estaba cuando Pablo acompañó a González Videla en su campaña electoral para la presidencia. Ya había publicado “Viaje al corazón de Quevedo” y otra obra que no recuerdo. En la universidad dio una conferencia “Viaje al Norte de Chile”, bellísima como toda la prosa de Pablo. En esa conferencia contaba cómo había ido con el candidato, a una reunión con los mineros del salitre. Pablo hacía un contrapunto insólito, con la canción nacional chilena que es muy hermosa: Y puro Chile es tu cielo azulado… y el peor castigo que tienen en su vida, los mineros del salitre, es el cielo azulado. …Puras brisas que cruzan también… Si ahí no hay brisa, porque no hay montaña y el mar está lejos…Un campo de flores bordado… Ahí no hay agua bordadora. A la salida se agolpó la gente en el hall, le abrieron paso, Pablo iba con autoridades de la universidad, yo me salí de donde estaba y fui a abrazarlo, entonces al abrazarlo me dijo. ¿Quieres hacerme de secretario? Encantado, contesté. Ven mañana a casa, entonces fui. A veces era todos los días, alguna vez me quedé a dormir, eran las veinticuatro horas con Pablo, salvo las giras y viajes. El trabajo tenía dos vertientes: la literaria, porque no creo que Pablo jamás haya aplastado una tecla de máquina. Escribía a mano con su tinta verde y yo tenía que pasar a máquina, no había fotocopiadoras, yo tenía que hacer copias para periódicos o revistas que había ofrecido como colaboración: cartas, discursos, ahí aparecía la rama política porque él era senador.

-En el Ecuador trabajó con Benjamín Carrión, en la Casa de la Cultura.

A mi regreso al Ecuador me quedé un tiempo en Guayaquil y luego fui a Quito y trabajé en la Casa de la Cultura junto a Benjamín Carrión, Jorge Carrera Andrade, Alfredo Pareja Diezcanseco. Yo era director de la editorial, me fui a China unos cuatro meses y cuando regresé, Benjamín Carrión, como siempre, adorable persona, me integró a trabajar en un diario que habían fundado con Alfredo Pareja Diezcanseco: Diario del Ecuador, donde tenía una columna de cuestiones sobre cultura, cine, teatro, literatura. Teníamos también Letras del Ecuador que era primero mensual, después bimensual, y Jorge Carrera Andrade la convirtió en quincenal, y había la revista Cultura que salía cada seis meses. Entonces yo corregía las pruebas de todo, y era muy exigente con la corrección

-¿Algunas personas hablaron sobre cierta influencia que pudo haber tenido de Neruda, en un comienzo?

Era absurdo escribir y más aún publicar cuando vivía veinticuatro horas en el universo de Neruda. Porque era su casa, su conversación, sus libros, mi trabajo con él. Claro, Ecuador amargo tiene su influencia. Aquí, Jorge Adoum Nerudiano, es como si Nerudiano fuera el apellido de mi madre, como si fuera un delito, como si los otros no tuvieran influencia de nadie. Yo me digo, y no es por defenderme, es objetivamente y con ejemplos: Beethoven frente a Mozart por ejemplo. Si una generación, o, el individuo de una generación no continúa hasta cierto momento lo dicho por la generación anterior; no habría una historia de la cultura, una historia de la literatura. Creo que me liberé con Los cuadernos de la tierra. Los antídotos eran: Whitman, Eliot , Maiacovsky. Decía yo, que si la poesía de Neruda podía compararse con un traje elegante, con encajes, brocados, bordados, había que buscar una poesía más cercana al hueso, Vallejo por ejemplo, en la que no hubiera esa riqueza metafórica que a veces, muy rara vez, olvida el tema y queda sólo la imagen. Ahora claro, Neruda es un monstruo gigantesco en la poesía universal, está traducido a todos los idiomas y todos le rinden homenaje y con razón. Aquí pues, nadie señala ninguna influencia, o sea que todos son originales; cada uno ha creado un sistema poético, y eso es absurdo en términos generales.

-¿Cómo fue concebida la novela: Entre Marx y una mujer desnuda? ¿Por qué eligió ese título?

Fue el resultado de tres intentos. Tenía un proyecto de novela que no era digno ni siquiera de Corín Tellado. En Pekín no pude, al comienzo, escribir: tenía demasiada tranquilidad (me sucedió como a quienes no pueden dormir por haberse mudado de casa tras haber vivido algún tiempo cerca de una estación de ferrocarril). Comencé, entonces, como en un tratamiento de autoanálisis, a sacarme, sin ninguna intención literaria, ciertos problemas que estorbaban desde la infancia. Luego llegó un amigo que me recordó el viejo proyecto abandonado de una biografía novelada de Joaquín Gallegos Lara. Esos tres componentes hicieron la novela. El título prentende significar un comportamiento o actitud equidistante entre la ideología y la intimidad. Hasta que Ariel Dorfman me preguntó si era preciso escoger entre los dos personajes no había advertido la ambigüedad del título.

-Háblenos de su poema: Tras la pólvora Manuela

Yo siempre he confesado mi amor por Manuela Sáenz, pero ante la
imposibilidad real que no puede salvar la poesía, hice un diálogo entre
Manuela y Bolívar. Yo soy el que habla por Bolívar, fue la única manera de
poder declararle mi amor, y mi resentimiento también. Hay tantas fábulas
sobre Manuela…; este autor que ha publicado las cartas, publicó ya algunas
en que por varias razones dicen que son falsas. El volumen de
cartas, no lo he visto, no sé si ha incluido las que él publicó aparte como
cartas inéditas o como cartas desconocidas… bueno, por la ortografía puede
ser que sean de ella.

-¿Era para usted una necesidad escribir De cerca y de memoria?

Sí. Me parecía casi una obligación de quienes han tenido mi edad y una experiencia similar, dejar constancia de sucesos relativos a la literatura y a personajes a quienes no conocieron por lo menos dos generaciones.

-En sus libros: Amores fugaces y Entre Marx y una mujer desnuda, hay momentos de intenso erotismo. ¿Cómo ve usted el erotismo en la Literatura?

Como un componente de ella, como cualquier otro sentimiento o actitud del ser humano, como el amor, el odio, la rebelión, la ternura o la venganza. Lo que detesto es la actitud de quienes creen haber descubierto el erotismo como tema único de su escritura y lo reducen a un catálogo de palabras groseras, vulgares, antiestéticas, a veces repugnantes, con lo cual se destroza la literatura que es, esencialmente, el tratamiento del lenguaje.

-Usted es una persona que siempre buscó el contacto con la gente ¿Qué significan esos momentos de estar solo consigo mismo, con la escritura y con la poesía

¿Me gusta estar a solas conmigo: me hago una buena compañía. Y una de las razones es, precisamente, la posibilidad de volver por entero a la literatura que constituye un inventario y balance del mundo y de uno mismo. Y, contra lo que puede parecer, es en esos momentos de aislamiento cuando uno está más cerca de los otros. La poesía pretende hablar por ellos.

¿Usted conoció de cerca a César Dávila Andrade, qué nos puede decir sobre él?

Yo creo que los países constituyen un pedestal para sus artistas, en el Ecuador, casi no se lo ve. Si César hubiera sido argentino, chileno, brasileño o mexicano, sería conocido en toda América y traducido a lenguas de Europa. Es un poeta extraordinario. Nos queríamos mucho, un día le regalamos un par de anteojos porque su miopía era casi ceguera, y comenzó a descubrir el mundo. Nos decía: ¿vos sabías que las moscas han sabido tener patas? Qué brutal, ¿no? Todos tienen pestañas. Ir a ver una exposición de escultura es tonto porque no es para ver sino para tocar. Un amigo le llevó a una hacienda que tenía, y cuando volvió dijo: el campo es un lugar horrible donde los pollos se pasean crudos. Un día le encontré sin anteojos. Qué pasó, fuiste a empeñarlos. Sí hermanito, me dijo. Pero tú me dijiste que el mundo ha sabido ser bello. El mundo sí pero la gente no, contestó.
De Cortázar. ¿Qué imagen ha quedado en su memoria?

Era grande desde todo punto de vista, sobre todo, el corazón. Era el único escritor que yo conozco, que al encontrarse con otro de cualquier edad, le preguntaba, qué estaba haciendo, qué estaba escribiendo. Igual si se trataba del trabajo de un zapatero o de un sastre. Se preocupaba por los demás, era muy generoso pero también muy exigente sobre todo consigo mismo, de su actitud y de su escritura.
-Ha sido testigo indirecto de guerras mundiales, de la bomba sobre Hiroshima, de la guerra de Vietnam y actualmente de la invasión a Iraq. ¿Qué piensa sobre el conflicto que está suscitando entre Oriente y Occidente este acontecimiento?

Creo que la situación actual, a partir de la invasión a Iraq, es la culminación
Intolerable del supuesto “destino manifiesto” desenmascarado por el propio gobierno de los Estados Unidos. Condenada por el mundo entero, es posible que sólo una parte, al parecer mínima, del ejército estadounidense sea el único grupo humano que, de todos modos obligado, todavía apoye esa guerra que ya ha suscitado otras. A nadie le quedan ya dudas acerca de la vocación imperialista de EUA, que entra en donde le da la gana, destruyendo a patadas la geografía y la historia que encuentra a su paso, ni acerca de la necesidad de detener esa infamia, en nombre de la humanidad y del futuro.

-¿Será posible que llegue a concretarse una alianza latinoamericana?

No es sólo posible sino que, al parecer, se están sentando ya las bases para ello, la más importante de las cuales es una conciencia generalizada de la necesidad de una alianza o unión de nuestros países, a fin de conformar un bloque capaz de defender sus culturas y sus derechos como pueblos, y de hacer frente a todas las agresiones, sean económicas, culturales o militares. Para ello será preciso establecer un diálogo basado en el derecho de cada uno a su soberanía y en el respeto a los diversos regímenes y sistemas de gobierno.
Y.Z.P