Iniciamos
este nuevo año con amenazas de guerra, incendios en Australia y no muy buenos
augurios. Estuve mirando unos
documentales sobre la segunda guerra: invasiones a los países europeos, entrada de los libertadores victoriosos, cantos y llamados al patriotismo, campos de
concentración y prisiones indignas de uno y otro bando con miles de seres
humanos sometidos a condiciones infrahumanas. Esas son las guerras y los
perversos llamados al patriotismo para justificar las matanzas que a fin de
cuentas ¿a quiénes favorecen?
Somos
un mundo primitivo, ¿cuánto hemos evolucionado desde esas conflagraciones que
dejaron millones de muertos entre la juventud. y todas las vidas que cobraron
en los infernales bombardeos de ciudades y pueblos? Uno ve los rostros de esos
jóvenes que apenas empezaban a vivir llevados como rebaño al matadero. Qué poca
capacidad para aprender de todo ese infierno vivido en las guerras. Estamos
gobernados y arreados por locos, hombres desequilibrados que manipulan de tal
modo a la población para hacerles creer que deben ofrendar sus vidas a nombre
de frases vacias, de dirigentes sin alma que tienen sed de sangre y hambre de
dinero. Seres codiciosos y narcisistas que deberían ser sometidos a
tratamientos psiquiátricos y alejarlos totalmente del poder.
Y como
estamos rodeados de ficciones para ver si olvidamos la realidad, a veces esas
ficciones son premonitorias y capaces de hacernos reflexionar sobre las
sociedades en las que estamos viviendo, y cómo nos están conduciendo a un futuro
absurdo. El título, que viene tan bien a
esta película vista hace poco: La
Idiocracia, nos está diciendo con su humor negro, a dónde
podría derivar el caos en el que vivimos actualmente, cómo podríamos desembocar
en un mundo de seres idiotizados, tal vez convertidos en los zombies
actualmente tan de moda en esta cultura desastrosa.
Y no
digo más, no me queda sino desearles un feliz año 2020.