miércoles, 9 de octubre de 2019

CRISIS SOCIAL Y HUMANITARIA EN EL ECUADOR

Los acontecimientos tumultuosos y graves que acontecen estos días en la sociedad ecuatoriana debido al paquetazo que constituye el aumento en el costo de los combustibles, tiene  sus efectos en la economía y en la reacción de la población pobre del país.
La crisis se acentúa sobre todo, por las condiciones de desocupación, por la pobreza especialmente de las comunidades indígenas, cuya actividad en el campo es fundamental para el mantenimiento de la alimentación de poblaciones urbanas. En todos los gobiernos miopes, la precariedad en la que viven los campesinos ha sido invisibilizada, y esa pobreza ha ido en aumento debido a la apropiación de tierras por el avance del petróleo y la minería, impuesta con más fuerza especialmente en los dos últimos gobiernos.
El gobernante anterior, que se hacía llamar líder de la revolución ciudadana, que de revolución y de socialismo nada tenía porque persiguió a los indígenas, a los sindicatos de obreros, maestros y dejó a la sociedad dividida y con resentimientos hasta en las relaciones familiares, además de saquear los dineros públicos. Ese gobierno del cual también formó parte el actual, fue la antesala de éste, que se instaló en el poder y se sacó la máscara al acentuar la crisis ya anunciada por el otro. Entonces no encontró sino el camino trillado de embarcarse en un nuevo préstamo, esta vez al famoso FMI y como consecuencia a efectuar los ajustes de cinturón a la clase más desposeída del Ecuador. Sacrificio que para la clase media no es tanto, si tiene un trabajo o un pequeño negocio y lo indispensable para subsistir, que está bien, y nada de sacrificio para la clase adinerada y con poder económico que más bien han sido compensados con rebaja de impuestos.
En estas circunstancias, qué le queda  a la población empobrecida sino protestar y pedir la anulación de tales medidas.
La CONAIE (Confederación de nacionalidades indígenas del Ecuador), de larga trayectoria en susn luchas reivindicativas se ha levantado una vez más , esta vez, uniéndose a los gremios de trabajadores y transportistas, pidiendo se deroguen las medidas.
El problema es que en las protestas se infiltraron bandas delincuenciales y fanáticos del gobierno correista que aprovechando la multitudinaria marcha de los indígenas que venían de todo el país, causaron destrozos con una violencia inusitada, situación que distorsionó el sentido de la marcha, provocando una feroz represión por parte de militares y policías al servicio del gobierno. Mujeres y niños que se protegían del "toque de queda" en los pasadizos externos y fríos de la Casa de la Cultura y en las universidades que les dieron alojamiento,  fueron atacados con bombas y garrote en esta infame represión, que ahora se acentúa con el número incierto de muertos y heridos. En consecuencia los ánimos de la protesta se calientan más y la protesta va creciendo. Hablan de un diálogo, a ver si es posible cuando la violencia se sale de control y hay un "toque de queda y estado de excepción", toque de queda que ahora se ha extendido y a pesar de eso la resistencia se generaliza y en la noche se dejan oir en toda la ciudad los cacerolazos de protesta y de rechazo al gobierno..
Estas medidas impuestas como es costumbre por los usureros del FMI, y los grandes poderes económicos, mantienen el desequilibrio económico que seguramente favorece sus negocios y ganancias, asentadas sobre el dolor humano y la injusticia social.
Nunca hay consultas con los pueblos ni un análisis de la situación de pobreza, se imponen siempre desde arriba, generando hambre, caos y esclavitud en el trabajo humano.