jueves, 12 de julio de 2012

CUENTO GROTESCO


                                                                              
Acorde con estos tiempos de elecciones de diversas dignidades,  que tienen lugar en muchos países del orbe republicano y democrático, pongo a consideración de ustedes este cuento grotesco, que no es sino un relato hiper-realista y con sabor local, de lo que sucede en épocas electorales. Creo que no hay mucha exageración, y con mayor o menor truculencia, refleja a las grandes o pequeñas empresas electorales que están, casi siempre, detrás de este acontecimiento social e institucional para elegir a sus gobernantes, y donde se juega el destino de las sociedades; el montaje varía según las características culturales de cada país, pero en el fondo el parecido es sorprendente.

                                                     EL CANDIDATO
                                                     (Cuento grotesco)

    Te quiero, le dijo él, ensayando el tercer orgasmo de la noche, soy capaz, se dijo entre jadeo y jadeo, por esta yegua soy capaz de todo,  con esas delanteras enormes poniéndome en la cara. Sus gritos de placer me ponen desaforado, insaciable, debería llevar una vida sexual más tranquila, pero esta loca…., se decía, es realmente de novela acostarse con esta hembra. Erasmo prendió un cigarrillo exhausto, tenía miedo de que su corazón fallara en uno de esos días pero estaba dispuesto a morir en aquellas lides, era mejor que en el campo de batalla que nunca conoció realmente en su larga vida militar.
   Marcia quedó boca arriba, desnuda, con el cabello desparramado sobre la almohada, reía, fumaba y vociferaba con esa energía de mujer costeña. La había pasado bien realmente y ese pato a la naranja que les habían servido en la cena estuvo delicioso, pensó ella, es un hombre exquisito, qué más podía desear.
    Después,  Marcia dejaba el lecho, tomaba su baño de rigor y se iba del motel para volver a su sencilla vida doméstica llena de necesidades monetarias.
    Mejor me iría si fuera prosti…, dijo riendo mientras tomaba un sorbo de café y miraba las pupilas de su amiga, no estaría tan jodida como ahora. Si tan solo me sacara la lotería ya sería diferente. Imagínate todo lo que haría, me compraría una casa o me iría de este país, eso sería mejor pero estoy atada por los hijos y por el inútil de mi marido que no se mueve para superarse y aspirar por lo menos a un cargo público con un sueldo racional, el infeliz está contento con su trabajo de dependiente en el almacén y haciendo sus chauchas de plomería de vez en cuando, y los hijos que no se paran duro para exigirle, yo ya he peleado bastante y además me toca siempre rebuscármelas haciendo mis trabajitos en venta de ropa, gastando zapatos y ganando a duras penas algo, aunque por lo menos me doy gusto con Erasmo, dijo con deleite, si él no estuviera para hacerme gozar y para escuchar mis lamentos, no sé qué sería de mí. Dice que él estaría dispuesto a divorciarse para que nos casáramos, yo también lo haría pero ese paso siempre es difícil, suponte que yo me divorcie y él nada, nooo, mejor sigo así hasta ver si la cosa cambia y aparece una buena oportunidad, entonces podría lanzarme a cambiar esta vida.
   Cruzó el parque, se sentó en uno de los bancos de piedra para sacarse un momento los zapatos que ajustaban; miró los árboles, algunos leñosos y a punto de marchitarse; había un olor a orin mezclado con el humo de las comidas que hacían en los pequeños quioscos ubicados en un extremo cerca de la calle, y un grupo de hombres rodeaba a otros que jugaban ecuaboley y apostaban dinero. Qué ganas de irme de toda esta mierda, no es para mí, pensó con bronca, tanto trabajo para esta vida infeliz, menos mal que me divierto con Erasmo, suspiró, si no, qué seria de mí, repetía emocionada. Vio una pareja acostada sobre el pasto besándose, sonrió y miró su reloj; faltaba todavía media hora para su encuentro con Erasmo. Sentía un pequeño dolor en el centro del estómago, siempre que tenía que encontrarse con él le pasaba lo mismo, ¿será remordimiento o presentimiento?, se preguntaba. Bueno, tengo que prepararme, y sacaba un espejito para ver si el maquillaje no se le había corrido.
   Irían como siempre al motel de citas y como siempre comerían antes algo sabroso y después, ¡ay!, después, pensó nerviosa, entre besos encendidos caerían en la cama, abiertos totalmente al banquete sexual que se daban en cada uno de sus encuentros. Erasmo, Erasmo, gritaba entonces Marcia en medio del huracán amatorio, ¡soy feliz contigo, hazme tuya!, y terminaban los dos en un orgasmo que hacía temblar la habitación; después venía como siempre la calma, el relax entre el humo de los cigarrillos.
    Esa vez, él empezó diciéndole: Marcia, tú me has traído suerte, te cuento que me han propuesto como candidato de mi partido para ir al congreso como diputado. Vos no sabes lo que fue eso, se armó una discusión en el comité, yo invité a cervezas y hornado a toda la gente, y les expuse todo el plan de campaña que tenía conversado desde hace mucho tiempo con mis amigos de las empresas licoreras; ellos tienen tanta plata, vos no te imaginas, ninguno de los otros aspirantes tenía semejante respaldo, así que voy a lo seguro gordita, y vos serás mi secretaria, mi amor, me acompañarás en toditita la campaña. ¡Erasmo!, gritó ella, al fin mi cielo, se me está haciendo el milagro, la churonita me ha escuchado, ¿sabes? ¡Qué churonas, ni qué ocho cuartos!, es la plata que me van a poner la que va a hacer el milagro, ¡son los cushkis!, -dijo golpeando con el dorso de una  mano sobre la palma de la otra-, gordita, vas a ver, -añadió, dándole un beso sonoro.
    Marcia regresó feliz a su casa, hasta la lluvia que salpicaba en la ventana del trole le parecía tener un ritmo festivo. Los niños la veían silbar y cantar con los ojos brillantes de alegría, y ellos reían mientras Marcia les servía la comida; al llegar su marido le cambió el gesto y lo miró con hosquedad pero su cara se iluminó nuevamente cuando empezó a contarle que iba a participar en una campaña para diputados y que debía acompañar al partido en su recorrido por varias provincias. El marido la miró con el ceño fruncido y le lanzó a quemarropa su protesta.
-Cómo que te vas de campaña, ¿estás loca?
-Mira, esta vez no me para nadie, -contestó ella poniéndose acalorada-. me voy porque me voy, mi mamá vendrá a ayudarles, y la tuya también puede dar una mano con ustedes, ¿no? Tal vez así podamos salir de esta porquería de vida, yo voy a poner las papas esta vez, así que no te hagas el preocupado ni el valentón porque no te voy a escuchar. –dijo tapándose los oídos y luego dando un puñetazo en la mesa.
-Por qué nunca estás contenta con lo que les doy de mi trabajo. He logrado a lo largo de los años, sacar a crédito esta casita y dentro de poco la terminaré de pagar, tenemos para comer y los niños pueden estudiar. ¿Qué más quieres?: joyas, carros, fiestas de lujo, restaurantes para ricos. ¿Qué mierda quieres? Por qué no aprendes a ser un poco menos ambiciosa y te ocupas de lo que vale la pena; está bien que trabajes, así estás ocupada en otras cosas y me ayudas pero es necesario que te dediques un poco más a los niños, a veces los veo solos y los tratas mal, yo hago lo que puedo para apoyarles en las tareas pero necesitan más tu presencia y ahora te vas a loquear por ahí. Todos esos políticos son unos corruptos, ¿cómo es posible que vayas a mezclarte con esos cochinos miserables que no han hecho más que robar y burlarse de todos?
-¡No me vas a aguar la fiesta!-, dijo Marcia-, es la única manera de salir de esto y de progresar, porque tú eres un acomplejado y serás siempre un empleaducho de porquería. Así que ¡hijos!, exclamó ella, en tono ceremonioso, dentro de poco verán a su madre por la televisión junto a los candidatos. Acuérdense, van a estar orgullosos de mí, no se preocupen y obedezcan a la abuela.
    Para su disgusto, desde un comienzo empezaron los tropiezos. Al acercarse a la oficina y preguntar por Erasmo para unirse al comité como secretaria del candidato, se encontró con una multitud en la puerta de la oficina. Ella trató de entrar a empujones pero los empleados no la dejaban pasar; les rogó que advirtieran al candidato de su presencia. Un empleado entró a la oficina del fondo, Marcia lo siguió ansiosa con la mirada; al fin, después de media hora volvió a salir el hombre y se acercó llamándola para que se abriera paso entre la gente. Respiró aliviada y finalmente pudo llegar a la oficina donde Erasmo atendía a muchas personas y le hacía señas para que se sentara en alguna de las sillas. Marcia esperó pacientemente otra media hora; finalmente Erasmo la llamó a que se acercara porque necesitaba que tomara apuntes de nombres y datos de quienes formaban parte en la directiva de la campaña e hiciera varias llamadas telefónicas para asegurar a las empresas que iban a aportar con dinero contante y sonante, decía lleno de energía, Erasmo,  y también para que se ocupara de aquellas que iban a contribuir con pancartas y camisetas para las jornadas y recorridos que realizarían por todas las provincias. La campaña empezó y Marcia se unió a la caravana que iba por todos los pueblos y ciudades a recoger los votos de los ciudadanos y de los provincianos.
   Marcia regresaba rendida a la casa, iba apretada en el trole, por poco no le metió un puñetazo a un hombre que no le daba paso para salir. Una vez afuera pensó con preocupación que Erasmo ya no estaba como antes con ella,  y esa idea la entristeció. Bueno,  se consolaba, es lógico, él es un hombre importante ahora y en la campaña va a estar tan concentrado en eso pero tengo que sacar ventaja de esta situación y luego tendré un buen puesto junto a mi Erasmo y habrá bastante tiempo para darnos mayores placeres que los de antes. Ahora voy a descansar y espero que mi maridito no me joda, estoy tan rendida, necesito estar bien mañana para seguir en la lucha.
    Durante el viaje por toda la costa del país, una sola vez había tenido ocasión de dormir con Erasmo y un poco al apuro porque había tanto que hacer y el cansancio era mucho. Ella lo intentó otras veces, en tantas de las jornadas que eran invitados a comer, beber y bailar en los pueblos y localidades por donde pasaban. Marcia se moría de celos porque había unas cuantas mujeres a su alrededor, atendiéndolo a él y dejándola a un lado. El trato hacia ella había cambiado de tono-: pero muévete, -le gritaba en tono grosero, yo no puedo estar llamándote todo el tiempo, estas jóvenes son pilas y me prestan la ayuda que necesito.
Marcia vio que cada vez era menos útil para él, había pasado un mes desde el inicio de la campaña y apenas una vez habían podido dormir juntos, nada más. Pronto entró en desesperación y gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas. Pero de hoy no pasa, pensó decidida, iré a verlo para pedirle su atención y que no me mande a dormir en esos hoteluchos con los de más baja ralea en la campaña.
   Al entrar en la habitación que ocupaba Erasmo en un hotel confortable, lo encontró rodeado de unas jóvenes atractivas con quienes bromeaba. De repente, Marcia vio a una de las chicas estamparle un beso en la jeta, fue para ella imposible contenerse y se abalanzó como fiera sobre la joven que retrocedió y se puso detrás del candidato.
     -Pero qué te has creído,  zorra atrevida, le insultó el candidato, qué derecho crees que tienes sobre mí, ¿no ves que estoy en una reunión?, cómo te atreves a entrar. Ni mi mujer viene con esas ínfulas.
     -Está bien desgraciado, infeliz pero primero me pagas y bien, por todo el trabajo que he realizado en este mes o te denuncio a tu mujer y a todo el mundo, voy a decirles que eres ladrón y corrupto.
     -¡Sáquenla de aquí!, -ordenó a sus guardaespaldas-. Denle para el pasaje y que se largue, no ha hecho nada esta pendeja, con qué cara viene a cobrarme.
    La sacaron a la fuerza, mientras ella luchaba y daba patadas a diestra y siniestra, insultando al candidato a gritos y pegando alaridos para que todos la oyeran. La gente salía de las otras habitaciones para saber a quién estaban matando y averiguar la razón de semejante escándalo.
    Finalmente, Marcia fue llevada a la estación de buses y embarcada en uno de ellos de regreso a su casa; le arrojaron por la ventanilla un puñado de billetes y el bus partió en medio de los gritos y del llanto de Marcia, que no paraba de insultar al candidato hasta que el chofer le dijo que se callara porque la iban a bajar del transporte. A través de las lágrimas vio el paisaje tropical y el río de aguas oscuras; los bosques de palma pasaban vertiginosamente y unos cuantos gallinazos se lanzaban en picada desde un árbol sobre algún animal muerto.                    
    Cuando llegó a la capital tenía los ojos hinchados y estaba afónica. No había traído siquiera su valija, lo poco que había llevado quedó en ese hotel inmundo, pensó, y ahora qué hago, qué digo a mi familia, con qué cara voy a mirar a Carlos. Tengo que inventarme algo; pero esto no se va a quedar así, gimoteaba, denunciaré al canalla en todos los canales de televisión, aunque creo que eso ya fue noticia por los gritos que pegué ayer.
   Al entrar en su casa, los niños la recibieron entusiasmados y corrieron a abrazarla. Te vimos en la televisión mamá, dijeron entusiasmados. Después salió el padre y la miró sorprendido. ¿Qué pasó?, interrogó de inmediato, creí que la campaña iba de largo.
     -No me digas nada ahora, he tenido una experiencia horrible, después hablamos, ahora quiero estar sola y descansar, me robaron todo, después hablamos.
    Al día siguiente el escándalo fue noticia en todos los periódicos, la televisión y la radio. Se acusaba al candidato de organizar orgías en los hoteles donde iba y empezaron a escarbar en su pasado, todos sus vínculos con traficantes y mafiosos.
   ¡Qué bien!, de la que me libré, no hubo necesidad de hacer la denuncia, dijo Marcia, con gesto de satisfacción, ¡ahí está!, gracias a dios y sobre todo a la virgen. Se santiguó y miró al cielo, ahora debo quedarme tranquila. Tal vez algún día tenga mejor suerte, pensó, y sonrió con algo de amargura, cuando vio al candidato en la televisión, atrapado y sudando ante los reflectores, acribillado a preguntas por los periodistas.
Y.Z.P.