REFUGIADOS
El hombre y el niño remaban en un mar irreal con gaviotas estáticas bajo
un cielo gris azulado. Hacia dónde navegaban padre e hijo, unidas las manos
sobre el remo para darle más impulso a su pertinaz huida; escapaban de algún
punto del planeta hacia un país imaginario, su mirada de refugiado se detenía
en el horizonte incierto. Aunque los tonos eran crepusculares, no presagiaban
tormenta. El niño interrogaba al padre y éste lo calmaba con su voz
protectora:”Cuando salga la luna llegaremos a buen puerto, escucha la voz del
mar, llegarán a buen puerto”, y el
niño sentía el abrigo de sus palabras y cabalgaba con ellas encima de las olas
como sobre el tiempo.
(fragmento)
Y.Z.P