lunes, 21 de marzo de 2011

Mozart - Requiem - Karl Bohm

REINVENTAR LA SOCIEDAD HUMANA


Lo sucedido en Japón, el Tsunami en Indonesia, el de Chile, son llamados de alerta al mundo. Más allá de las profecías que se confunden con lo religioso y new age, hay algo en la naturaleza que se está manifestando y que nuestros oídos sordos son incapaces de escuchar, ni tampoco nuestro entendimiento aletargado puede comprender.
Por una parte, el racionalismo científico tiene sus limitaciones; sus explicaciones se detienen cuando las fuerzas de la naturaleza se desatan hasta arrasar con lo construido por esta civilización, no obstante los avances tecnológicos y la acelerada evolución de las investigaciones científicas. El nivel de desarrollo al que han llegado las potencias mundiales ha sido precisamente cuestionado, por ser un desarrollo desigual aun dentro de esos mismos países y en la relación con otras regiones del planeta. Cuestión que se pone en evidencia cada vez más, en las crisis por hambre y desocupación que se acentúan y son expresadas por los pueblos de modo más drástico en estos últimos tiempos.
Decía que la tragedia que ha caído sobre el Japón, en parte obra de la naturaleza: terremoto y tsunami, y por otro lado la explosión del reactor nuclear, obra del ser humano en países desarrollados con la finalidad de inyectar energía potente a sus industrias y por lo tanto a sus negocios; son argumentos suficientes para enjuiciar las acciones humanas en este proceso de deterioro del planeta.
En la civilización actual la responsabilidad nos toca a todos en mayor o en menor medida: la pasividad, el “laisser passer et laisser faire”, (dejar pasar y dejar hacer) signo que marcó, sobre todo, el final del siglo pasado y los inicios de éste, dejando que la ambición de poder y el enriquecimiento de unos pocos provoquen el desequilibrio de las sociedades y el hambre de muchos.
Los pueblos han dejado de creer en las revoluciones, que sí tuvieron sentido en su momento, pero que ahora es una palabra gastada, un lugar común con la incapacidad para transformar completamente el sistema de vida implantado. Ningún país escapa a la influencia tecnológica dependiente sea del petróleo o de la energía nuclear.
Me atrevo a decir que las formas de gobierno hoy vigentes en el mundo han fracasado. Un desarrollo que ha dejado de lado al ser humano y lo mejor de él, de ahí la tendencia destructiva, la violencia y el autoritarismo, como solución a todos los problemas. La mano dura, como dicen los que apuestan por el sometimiento de los pueblos.
También me atrevo a decir que en estas circunstancias no queda sino inventar una nueva sociedad, un nuevo mundo, y eso desde lo pequeño, desde formas de organización a nivel de las pequeñas áreas de convivencia, donde tendrían que reunirse quienes puedan reflexionar y proponer ideas renovadoras basadas en el pacifismo y en la solidaridad, sin imponer reglas represivas, buscando dentro de las infinitas posibilidades, las vías creativas para transformar las sociedades de abajo hacia arriba. No tienen por qué imponernos las reglas siempre desde arriba, es además necesario reflexionar sobre las formas punitivas que no han hecho sino crear un submundo despiadado como en el caso de la población creciente en las cárceles, que como todos saben son escuelas donde se aprende con refinamiento, la maldad y las formas de vengarse de la sociedad, allí, donde el ser humano es maltratado hasta el límite, sin posibilidades de rehabilitación.
Se dice que los buenos somos más, quienes creen así, deberían o deberíamos buscar eliminar las arbitrariedades de este mundo y convencernos para siempre que el consumismo destruye el espíritu de hombres y mujeres y los vuelve mezquinos y egoístas, que el amor y el respeto existen, y es en el fondo de todo ser humano la aspiración más noble; y que es imprescindible contemplar a la naturaleza con una nueva visión, y aprender a convivir con ella comprendiendo sus procesos evolutivos que en esencia nada tienen que ver con la concepción actual de nuestra civilización, es decir, esa idea de que la naturaleza sirve para depredarla y explotarla, dentro de las prácticas de compra y venta de objetos y hasta de seres humanos, que nuestras sociedades injustas tienen como sistema de vida.