jueves, 26 de febrero de 2009

las mil y una interpretaciones de cien años de soledad

Por Yvonne Zúñiga

(Este homenaje a García Márquez debió salir publicado el año pasado, hoy lo difundo en este blog para el 82 aniversario del Gabo, el 6 de marzo próximo.)

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía, había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo…
Como en el Quijote, este inicio de Cien años de soledad, será memorizado por muchos como la antesala de una inmensa novela, ahora un clásico de la literatura universal. Modelo para los escritores contemporáneos no solo de Latinoamérica sino de todos los continentes.
Cien años de Soledad, despertó admiración y envidia en muchos de sus contemporáneos. Estaba tan lejos de ese mundo ideal y europeizado de los modernistas americanos, o del realismo social descarnado que llegaba a denunciar la crueldad y la miseria que flagelaba a nuestros pueblos, como en el Huasipungo de Icaza, o de la refinada y compleja narración de un Carpentier que nos introdujo en lo Real maravilloso, fruto de la eterna contradicción entre la cultura occidental y la cultura aborigen americana, conflicto que en la producción de Carpentier está latente, porque la propia vida del autor de Los pasos perdidos, está dividida entre las raíces que se hunden en Europa y su mirada que emerge del continente mulato y caribeño, pero que constituyen el nervio, la razón y la magnificencia de su obra.
Pero qué significó para nuestra literatura, Cien años de Soledad. El Arte de García Márquez está en haber descubierto la palabra cabalísticas para tejer una cadena narrativa que brota como en eterno relato desde la naturaleza vegetal y humana. Allí donde el hombre y la mujer son mutaciones de árbol, roca, cascada, selva, llanura y río, está la voz del narrador oral de nuestros valles y montañas, los pueblos que se asientan a orilla de los grandes ríos; allí donde crecen las poblaciones mestizas y batallan los seres humanos para buscar la subsistencia a pesar de los implantes culturales, están los buscadores de minas y petróleo que socavan y desangran el suelo de nuestro continente; está el habitante que se mimetiza, pulula y conspira en los polvorientos caminos o en las verdes e infinitas llanuras. García Márquez encontró allí la veta para construir esta maravillosa premonición que es Cien años de Soledad.
La riqueza descubierta en la obra de García Márquez tiene su germen en los relatos que escuchaba de su abuelo, coronel del ejército que había peleado en “la guerra de los mil días” en Colombia. Después de incursionar en la poesía con algunas publicaciones colectivas, sus lecturas de Sófocles, Kierkegaard, la novelística del siglo diecinueve: Dickens, Zolá, Stendhal, Flaubert, Balzac, más tarde Kafka, Virginia Wolf, Joyce y sobre todo Faulkner, Hemingway, y el descubrimiento de Juan Rulfo, serán su escuela en la creación de escenarios, personajes y ambientes.
Sus primeros cuentos: Un día después del sábado, Isabel viendo llover en Macondo, que aparecieron después en Los funerales de la Mama grande y en La hojarasca, volúmenes que contienen lo más significativo de su mundo narrativo y muestran ya los ambientes y la atmósfera que su intuición creadora proyectara más tarde en Cien años de Soledad.
Se ha hablado mucho sobre su obra fundamental, ganadora del premio Nobel de Literatura, y seguiremos redescubriendo nuevos elementos, nuevas realidades en cada relectura de este clásico de la literatura contemporánea.
Es la creación de Macondo, ¿la metáfora del nacimiento del nuevo mundo mestizo? Nos preguntamos si ese pueblo aislado, que imagina y añora una existencia al otro lado del océano, inicia su vida desde un tiempo sin pasado luego de búsquedas a palos de ciego, en excursiones fallidas que les lleva a comprobar sin comprender, quizás sin aceptar, que están rodeados de selvas impenetrables, de ríos y de un mar insalvable,” oscuro y sucio”. Significa acaso el principio y el transcurso de la historia mestiza del continente, poblado de sinrazones y finalmente su ocaso, condenado a sí mismo a vagar en soledad, al no aceptar su entorno y alejarse cada vez más de su propia realidad?
La peste del insomnio que los llevó al olvido, la presencia del anciano Melquíades que huyó de la muerte para quedarse en Macondo y experimentar las maravillas del daguerrotipo con José Arcadio Buendía, inmerso este último en sus delirios por lograr la prueba que le permitiría “descubrir científicamente la existencia o inexistencia de dios”, son elementos que forman parte de la estructura narrativa, células vitales que conforman la gran unidad de Cien años de Soledad.
El espíritu errabundo del patriarca de Macondo que lo lleva a realizar varias expediciones, buscando el mar con la idea de encontrar un lugar más propicio para asentar allí a su pueblo: “uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra” decía José Arcadio Buendía. Desorientado en un principio y finalmente decepcionado al llegar y ver el mar gris e inmenso como una barrera insalvable, no encontró nada mejor que la Ciénaga para echar raíces y fundar Macondo
El surgimiento de los militarismos es el punto de partida de una etapa donde la violencia aparece, unida al nacimiento de las ambiciones de poder en un pueblo originalemente pacifico y que rechazaba las instituciones porque se negaba a que se ponga límites a su imaginación, a su libertad para recrear la sociedad como ellos la sentían, con la inocencia y la frescura de su naturaleza donde no cabían los prejuicios ni los temores religiosos, ni las jerarquías intocables y donde podían suceder cosas insólitas sin que nadie se sorprendiera por ello.
La maldición del incesto en el imaginario social, tema que encontramos en las novelas montubias de José de la Cuadra y que aparece en el Sonido y la furia de Faulkner. Condenadas por las religiones, rechazadas también por el instinto de conservación de la especie, las relaciones incestuosas impregnan con la mancha del pecado al inconsciente colectivo y aparecen en la novela de García Márquez en forma hilarante, en los personajes de José Arcadio y Rebeca, y finalmente la relación de los hermanos en el desenlace de la novela, la pasión prohibida desencadenada con una fuerza inusitada y que condena de por vida a los personajes.
La metáfora que encierra Cien Años de Soledad, será interpretada de muchas maneras pero hay algo latente que nos incumbe profundamente como herederos de estos parajes indo mestizo americanos. La vida interior y enigmática de Cien años de soledad está contada como si saliera de la boca de un narrador oral, acaso es la génesis de nuestra historia todavía no vivida hasta completar su ciclo. Por esa razón se dice que Cien años de soledad es una novela premonitoria pues la palabra literaria tiene alcances atemporales, puede ser testimonial, y también puede ser una puerta que descubre metafóricamente el futuro. Es por lo tanto esta novela una gran hipérbole o una gran metáfora? La diferencia entre una y otra es que la hipérbole exagera y la metáfora envuelve un significado, es el espíritu que da vida al significante. Opto por lo segundo. Cada imagen que brota de esta obra como desde una vertiente maravillosa o mágica, para retomar las palabras que han definido a la generación del boom literario, es un descubrimiento del ser mestizo americano, y su búsqueda perenne de identidad, en pos de recrear una sociedad que descubra sus raíces. Nuestra cultura mestizo- americana lucha por romper las fronteras y es sucesivamente presa de nuevos deslumbramientos, creyendo tal vez encontrar en ese devenir, la vuelta de tuerca que definiría los contornos de la ansiada identidad.
Pero además del movimiento lúdico y fantástico, García Márquez explora los recovecos emocionales, las pasiones y misterios de la conducta humana, que construyen en conjunto las esencias de los pueblos y sus formas de expresarlas, a través de la música, de sus hábitos cotidianos, de sus fantasmas, de sus creencias y sueños diurnos y nocturnos.
El nombre de Macondo ha servido para que políticos autoritarios, politiqueros de Latinoamérica y europeos chauvinistas hayan calificado a nuestro continente mestizo, como un pueblo subdesarrollado en todos los sentidos: ingobernable, atrasado y fantasioso y lo hayan usado peyorativamente en muchas ocasiones. Pero la universalidad de la historia de Macondo radica también en que es la génesis de la civilización actual, reflejada en cualquier país dudosamente desarrollado, (habría que examinar hacia dónde va ese desarrollo) y también en las demás sociedades colonizadas por occidente.
Acaso Macondo somos todos, desde la infancia hasta la vejez, y sea el significado que Cien años de Soledad ha reproducido metafóricamente para hablar de la vida humana individual y colectiva.

(Si desea publicar este artículo, por favor, no olvide dar el nombre de la autora y del blog)

miércoles, 18 de febrero de 2009

ALAN PAULS: EL PASADO
Premio Herralde de novela 2003, otros libros: Wasabi y El factor Borges.
Por Yvonne Zúñiga
Rímini, se despierta un día y mientras observa su propia rutina, percibiendo cada detalle de su relación subjetiva con las cosas, de pronto se ve preso de los hábitos y de su adicción a la cocaína como parte de esa cotidianidad. Proyecta al sujeto pasivo, envuelto en un entorno absurdo que se le impone más allá de las circunstancias y formando parte de su propia fragilidad. A partir de este capítulo, el autor da una pista de la conducta compulsiva del personaje, encadenado a una relación de pareja iniciada en las aulas escolares y que paulatinamente echa raíces patológicas en la psiquis de los dos protagonistas.
Lo fundamental del libro, que en ningún momento separa el lenguaje de la trama que cuenta es, precisamente, la sabia instrumentación de la escritura para desarrollar la complejidad existencial del personaje principal; en ella, lenguaje y narración forman esa unidad indisoluble, coexisten como el cuerpo y la mente, como el amor y el objeto del amor, como el vicio y la compulsión, o el instinto de supervivencia y sus muchas caras y máscaras envilecidas, las mismas que van marcando el ritmo tenso de esta novela
En este caso, el autor proyecta la vida filtrada por visiones y pesadillas, imágenes vertiginosas que no son sino diseños transmutados del escenario real circundante. El autor crea un cosmos caótico que simula un estado de normalidad y refleja el espectro que subyace en las apariencias de la realidad visible. La doble mirada del escritor desnuda las evidencias y muestra la atemorizante presencia que acompaña a los seres humanos: ..Van Dam es un hombre próspero y decente; como todo ex delincuente, subactúa su prosperidad y sobreactúa su decencia...
Es un viajero del tiempo creado en la novela; atrapado en uno de esos niveles temporales, el autor da vida a personajes complejos y bien estructurados. De repente se rompe el ritmo de la narración y aparece otro plano desquiciante del que no puede desprenderse, y lo sostiene en todo un capítulo y más... Una vez más, la lucecita roja ha vuelto a brillar. El agujero postizo se despereza y empieza a moverse en el mapa. Es un objeto que deviene personaje, en torno al cual se suceden varios acontecimientos siniestros y de lo más absurdos, parecería descolgarse de la continuidad de la trama e interrumpir el hilo de la narración, no obstante, es parte de la cadena de sucesos en apariencia ilógicos y que, sin embargo, le dan el sentido ineluctable, o más bien, el destino que el autor ha creado para esta novela.

domingo, 15 de febrero de 2009

BORRO Y VA DE NUEVO

Con las dificultades para manejar esto del blog porque pertenezco a la generación del lápiz y el cuaderno, de la máquina de escribir y de la hoja en blanco, creo que para un escritor, de todos modos y en cualquier tiempo, es interesante poder difundir lo que escribe, observa, piensa y siente, desde la realidad en la cual vive y transita, cuando descubre, con todas las dificultades que eso implica, que puede publicar, al menos entre amigos y conocidos uno que otro texto, a través de este medio, que lo queramos o no, ha sido lanzado para bien o para mal de la humanidad.
En este mundo que nos parece cada vez más enrarecido, no sé si porque somos más viejos y tenemos todavía en la memoria la vida simple de nuestra niñez; las ciudades y los barrios menos ruidosos y extraños; el campo verde mucho más extenso; las relaciones menos distantes entre las personas. No sé si el pasado o el futuro fue o será mejor que el presente complicado en el que vivimos, pero intentaremos, palabras más o palabras menos, lanzar nuestra botella al cyber espacio con unos cuantos mensajes.
Enviaremos artículos que quedaron inéditos porque alguna revista, finalmente, no llegó a publicarlos, o también algunos que fueron ya publicados por espacios virtuales como éste, que no llegaron a todos los amigos y conocidos, que me gustaría que los lean. Quizás es mucha pretensión, pero igual, todo escritor y productor de ideas e imágenes es una persona que necesita expresar la vida a su manera. Espero, entonces, alcanzarlos con el lenguaje y las palabras que soy.
abrazos
Yvonventura