En las sociedades que llamamos
primitivas la formación de los seres humanos estuvo encaminada a la preparación
para adaptarse y llenar las necesidades vitales, dentro de las cuales estaba la
necesidad de explorar y conocer la naturaleza, de buscar en ella los bienes que
estaban a disposición de todos para mejorar las condiciones de alimentación, de
abrigo y de sanación cuando la enfermedad les afectaba. En ese camino los niños
seguían a los adultos y aprendían de ellos junto a la naturaleza, las maneras
de conseguir el alimento y de superar los peligros que podían aparecer cuando
las dificultades de ese medio en el que vivían no estaban al alcance de sus conocimientos por la edad y
por la inexperiencia.
En la época contemporánea después
de atravesar toda la historia de la humanidad y sus diferentes capítulos, surgen
nuevos cuestionamientos sobre la evolución que ha tenido la tarea educativa, llámese
formación o desarrollo de los individuos en las diversas etapas de las
sociedades humanas. Rousseau nos da una mirada desoladora sobre el tema en la
introducción del primer capítulo de su Emilio
y la educación, aún resuena en el presente aquella idea suya de que el
humano “no quiere nada tal como ha salido de la naturaleza, ni al mismo hombre
a quien doma a su capricho, como a los árboles de su huerto”.
Muchas interrogantes nos
planteamos en la actualidad para tratar de entender si la dirección que ha
tomado este importante espacio de formación social es la correcta. Por como se
presenta el escenario de la vida colectiva en diferentes partes del mundo, y
viéndola desde un punto de vista crítico, podríamos aseverar que la educación está
mal orientada. Por más intenciones que los gobiernos tengan, de ampliar la
educación para todos, hay una distancia grande entre la realidad y una
verdadera toma de conciencia de lo que significaría en el presente la creación
de una educación que reconstruya o cambie la realidad caótica en la que vive la
humanidad de nuestros días.
Sabemos que las sociedades
actuales son de una gran complejidad y que las condiciones de vida, en muchos
sentidos se han agudizado y se han vuelto opresivas para los individuos.
Además de reflexionar sobre las
diferencias entre los países llamados del tercer mundo y los del primer mundo, hay
que considerar también que generalmente se ha tomado como modelo de educación, a
sociedades cuyos patrones culturales responden a sus propias historias, en las
orientaciones de las instituciones educativas tanto del Ecuador como de otros
países latinoamericanos. Son métodos ajenos a nuestras realidades que se han
aplicado por mucho tiempo en la formación de niños y jóvenes de nuestro
continente, desde “la letra con sangre entra” con nefastos efectos sobre la
vida de los pueblos, para domesticar a las personas con la idea de que pudieran
adaptarse o enfrentar las condiciones de vida que presentan nuestras
colectividades, y por otro lado, preparar
con la misma mentalidad opresiva y apoyada en la competencia, a quienes formarán
parte de las élites que deberán asumir los futuros gobiernos.
Las limitaciones que la vida
actual impone al ser humano, tienen consecuencias que deben ser estudiadas
desde varios ámbitos: psicológico, pedagógico, económico-político, histórico y
sobre todo cultural; en todo caso habría que examinar las condiciones humanas actuales
de nuestros pueblos, desde una filosofía de reencuentro con el verdadero significado
de la formación humana integral. Aspectos de la tecnología actual, analizados y
bien aplicados, podrían servir para humanizar a las sociedades de hoy en
lugar de desnaturalizarlas y contribuir a su degradación.
El concepto de felicidad en las
presentes condiciones se reduce más a lo material, al acaparamiento de cosas, a
creer que uno es feliz porque consume los productos que están de moda, los que
más publicidad tienen. Mientras más costumbres o hábitos artificiales se impongan
a los seres humanos, estos irán perdiendo cada vez más su libertad y su
felicidad, porque van aparejadas a estas modas o modos de vida, la angustia, la
envidia, la búsqueda de poder sobre los otros, mayores restricciones, y como
constatamos a diario, formas delictivas para apoderarse de los bienes ajenos, como
el robo y el asesinato, factores que conducen a que en la sociedad se instale el
miedo, la ira, y el mal de este siglo llamado estrés origen de tantas otras enfermedades.
La educación, tema imprescindible
debe someterse a un debate público, por
medios escritos y audiovisuales. Hay que saludar las nuevas propuestas que
consideran todos aquellos aspectos involucrados dentro de la tarea educativa y
donde deben tomar parte educadores y educandos, dispuestos a analizar y
discutir honesta y ampliamente sobre la construcción de un sistema educativo que
transforme nuestras sociedades violentas y desiguales, actitud tan necesaria para
poder entender y trabajar sobre estas complejidades sociales que impiden una
convivencia armónica entre los seres humanos y de estos con el medio natural.
Yvonne Zúñiga P.
Quito, 9-1-2013