BIENVENIDA LA PAZ
El
resultado en Colombia sobre la consulta al pueblo para alcanzar la paz tuvo un
revés desconcertante que causó un sentimiento doloroso en la población que votó
por el Sí, y también en el resto de Latinoamérica que creyó en una paz definitiva
como la meta primordial de los colombianos.
Esa fue
la expectativa, creyendo, en principio, que ese paso fundamental era necesario
para eliminar la violencia en esta parte del continente americano.
Es el
momento crucial para que las jóvenes generaciones colombianas empiecen a fijar
en su mente y a tener como ideal la convivencia pacífica tan necesaria en la
construcción de una sociedad. El sentimiento de venganza debe ser extirpado y
la terapia de reinserción un hecho real asumido con responsabilidad y
convicción. Porque no solo son los grupos guerrilleros los implicados sino
también los grupos paramilitares, organizados y financiado para cometer también
crímenes sin nombre. Todos quienes participaron en la guerra que ha manchado de
sangre a Colombia tienen que responsabilizarse por ese medio siglo de matanzas,
incluida la sociedad que se acostumbró a vivir en medio de la desgracia de sus
semejantes y la pasividad de los latinoamericanos cuando un país hermano ha
estado sumido en la violencia y la injusticia.
Pero no
muy lejos de esta contienda, vemos también, cómo la guerra consume al Medio
Oriente, y cómo ésta repercute y se extiende a Europa por el terrorismo junto a la espantosa tragedia de los
refugiados. La avalancha de refugiados en Europa sólo se detendrá, cuando se
haya conseguido la paz en esos territorios envueltos en una guerra confusa
provocada por las élites gobernantes de los países implicados, y por los
intereses tenebrosos que los arrastran al crimen colectivo.
Lejos
de la propaganda demencial que quiere convencer a los seres humanos, que la
guerra, la agresión y el uso de las armas son normales y necesarios, están las
poblaciones conscientes, que abren los
ojos ante el horror de la violencia provocada por intereses oscuros de apropiación
de recursos naturales, para ampliar sus corporaciones y negocios y de este modo
dominar a la población mundial empobrecida. Quienes están en contacto con la tierra,
saben que la naturaleza es pródiga y generosa, no nos vende sus frutos, nos los
regala cuando la sabemos manejar con respeto, sin necesidad de forzarla como se
lo hace en la forma mercantilista que nos rige actualmente. Si tomáramos en cuenta las leyes de la
naturaleza, nadie sufriría hambre y el mundo sería un paraíso real no el
prometido por las religiones.
La
situación calamitosa que refleja el mundo actual nos está diciendo a gritos que
estamos bajo formas de gobierno desequilibradas, incoherentes, con jefes de
estado que como cualquier psicópata o delincuente provocan situaciones de violencia
para lograr objetivos perversos. Tenemos
ante nosotros un gran dilema, o seguimos adormecidos, o despertamos para buscar
nuevas vías para la práctica de una real democracia, no el lugar común y
desgastado que sale de la boca de falsos líderes ególatras que nos quieren imponer
sus ambiciones.
Bienvenida
la paz y la construcción de un mundo diferente.