sábado, 12 de junio de 2021

LOS CAMBIOS NECESARIOS PARA EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA HUMANIDAD

 

LOS CAMBIOS NECESARIOS PARA UNA NUEVA HUMANIDAD

 

 Se habla de una nueva normalidad después de la pandemia, pero qué quieren decir con “nueva normalidad”, según se entiende, ¿es volver a lo mismo de antes del Covid 19?  Pero por lo que se ve, ya nada será igual después de lograr eliminar o debilitar al virus que está asolando al planeta.  No sólo porque no se sabe cuándo terminará la peste sino por las consecuencias desoladoras que va dejando tras de sí: el trauma de las muertes como en el caso de las guerras, la miseria sobre todo de la clase pobre por la desocupación que les impide ganarse la vida y los arrincona cada vez más, obligándoles a buscar salida en la criminalidad: el sicariato, el tráfico de drogas y de personas, o a huir de sus países buscando refugio en ciudades donde los rechazan o no logran llegar porque pierden la vida en ese viaje absurdo.

 Es difícil que personas carentes de una educación que no ha logrado valorarlos en forma positiva, puedan conseguir adaptarse a una sociedad tan hostil para ellos; sólo sería posible si hubiera una formación desde la infancia donde se pudiera eliminar el maltrato, el abuso en sus múltiples formas, la discriminación.  Únicamente cuando la sociedad haya logrado rescatar a los niños de aquel mundo inhóspito en el que crecen, se podrá decir que la sociedad está cambiando. ¿Cómo lograr esa reeducación? Qué gobierno estaría dispuesto a enfrentar el problema, tanto desde el ámbito educativo como desde la salud mental de la sociedad. La iniciativa debería partir desde el tipo de gobiernos que tenemos, casi sin excepción creen que con amenazas de represión y de cárceles van a suprimir la violencia creciente, pero la realidad nos muestra que  esos lugares de hacinamiento son escuelas para educar en la criminalidad.

 En cuanto al otro signo apocalíptico del hambre. ¿Qué sucede con la alimentación en el mundo?, especialmente en la región latinoamericana tanto como en los otros continentes.  Vemos que está en manos de las grandes corporaciones, el negocio de producir alimentos para distribuirlos en el mundo y obtener gigantescas ganancias, éstas, lógicamente, a costa de llenar los productos de químicos y substancias para que sobrevivan al tiempo y a las distancias que recorren hasta  llegar al consumidor. Siempre está el dinero y la ganancia en sus objetivos de beneficiar a las grandes empresas, cada vez más refinadas en las mañas para, mediante la propaganda  con la nueva tecnología incluso subliminal, alienar a la masa consumidora y alejarla, cada vez más, del origen natural de los alimentos y hacerles creer que sin sus productos manipulados la vida es imposible, cuando es totalmente lo contrario.

La invasión en el mercado latinoamericano de Nestle por ejemplo, empresa que últimamente ha aceptado que el 60 por ciento de sus productos no son sanos,  y de tantos otros que han encontrado su paraíso de ventas en un público alienado por la propaganda, han impuesto una industria transnacional en desmedro de las industrias nacionales que proveían de productos más frescos y mas sanos, cuya tendencia actual es exportarlos al exterior por resultar más lucrativo; lo mejor de la producción nacional la mandan afuera, en lugar de dar de comer y nutrir con mejor calidad a sus pobladores.  Tenemos que reconocer que el hambre y las injusticias son las principales razones por las cuales los sectores empobrecidos se están levantando al sentirse atrapados y sin esperanza.

 Cambiar este mundo injusto es apremiante, por otro en el que los derechos para vivir en condiciones humanas dignas, esté basado en una educación que vele por el bienestar y el equilibrio mental de las personas; un mundo que pueda nutrir a los seres humanos con alimentos sanos que tampoco provengan del maltrato a la tierra y a los animales, es el camino que los gobiernos conscientes deben tomar para organizar a la gente y buscar su apoyo en la producción y distribución de los alimentos para el consumo, ir al encuentro de una verdadera educación, y proteger en forma prioritaria la salud física y mental de  todos; campañas populares para la colaboración activa y constructiva, lejos de enredarla en las confusiones políticas, pues al igual que en tantas religiones, muchos partidos políticos forman sectas fanatizadas  que no hacen sino dividir a los pueblos en lugar de unirlos para construir la nueva sociedad.