LA NARANJA MECÁNICA, UNA DISECCIÓN DE LA VIOLENCIA
Por
Yvonne Zúñiga
La famosa película de Stanley
Kubrick, La naranja mecánica,un
clásico del cine culto, mal interpretado
por el público inculto que tomó las escenas más crueles de la película para imitarlas,
lo cual motivó a que el director suprimiera la exhibición del film por los efectos
que había suscitado.
La época en que fue estrenada, la
década del setenta, eran los años de los grandes directores del cine de arte:
Bergman, Fellini, Losey, Antonioni, Passolini, entre otros cineastas. Era el
cine para pensar y para discutir en
debates intelectuales. No era un cine para público masivo y con ideas
elementales del arte cinematográfico. Lamentablemente la educación no ha logrado
la suficiente evolución del público
actual ni ha llegado a un nivel de desarrollo de la capacidad para reflexionar
y debatir sobre películas de temas densos y controvertidos como La naranja
Mecánica, Portero de Noche, El imperio de los sentidos, por nombrar algunas
películas de aquellos tiempos, de contenido fuerte dirigido a espectadores
maduros.
Actualmente el cine ha tomado
muchas direcciones y como todo producto de consumo, predomina el de más éxito
comercial. Las películas de mayor valor artístico, se las encuentra difícilmente como cine underground
o en alguna que otra sala especializada.
El cine comercial actual hace
derroche de pornografía (apenas disimulada) y violencia, se producen series que
son limitadas a ciertos medios de difusión, las hay reproducidas por los canales habituales, que
pretenden aparecer como aleccionadoras y constituyen a fin de cuentas una
apología de la violencia con temas como el narcotráfico, la corrupción política
y el crimen en todas sus manifestaciones, corriendo el riesgo de que los
telespectadores consumistas e irreflexivos los tomen como héroes dignos de
imitación.
Frente a escenarios predecibles,
por cómo va el mundo en estos tiempos de agresión entre los seres humanos, siempre
tenemos la posibilidad de reflexionar sobre los hechos. Somos parte de la
población que se agita y lucha por seguir en su rutina, a pesar de todo, y una
buena fracción de ella no hemos perdido la capacidad de darnos cuenta que la
violencia es una especie de virus insertado en las sociedades, un estado de
guerra latente no sólo a nivel de la colectividad global sino en los individuos
vistos como células del organismo social.
La
Naranja Mecánica basada en la novela
de Anthony Burgess y adaptada al cine por Kubrick, es una metáfora de esa
percepción que el autor de la novela y el director de la película, tenían de la
sociedad contemporánea. Muestra la crueldad de los delincuentes juveniles que
violan y cometen crímenes sin sentir la menor compasión. Atrapado el líder de
la banda, es sometido con igual perversidad, en esa rueda de brutalidad, a un
tratamiento que pretende corregir al delincuente forzándolo a ver películas de
horror y espanto poniéndole unas pinzas en los párpados para que no pueda
cerrar los ojos, un tratamiento basado en el reflejo condicionado, un absurdo
que finalmente no logra reformar al
adolescente y la escena final muestra la imagen del resurgimiento de la maldad.
La Naranja mecánica, más allá
de sus méritos artísticos y por esa razón considerada un clásico del cine, pone
en jaque al sistema correccional que intenta curar con más crueldad la locura
delincuencial. El psicópata es un enfermo mental, y la difusión de esta
enfermedad se ha extendido por el mundo, no solo se manifiesta en las pandillas,
en los narcotraficantes, terroristas y
mafias criminales, sino también en las
guerras y en todas las formas de opresión que ejercen los poderes sobre los
seres humanos. Las cárceles y correccionales son como tantas ocasiones se ha
dicho, escuelas del crimen. A ese nivel, ninguna reeducación puede conseguirse.
La raíz de esta enfermedad mental
generalizada en las sociedades hay que buscarla en la célula familiar, en la educación
y en los mecanismos sociales sustentados en el autoritarismo y el castigo. La
observación, el razonamiento y la discusión tendrían que ser siempre la
base de la educación desde los primeros años de vida, la clave, no está en probarle
al otro que uno es quien tiene más poder
y que por eso le deben obediencia. La
civilización que conocemos ha recaído una y otra vez en métodos punitivos infames
y la película muestra el fracaso social para transformar la maldad en su
contrario.
Las ciencias que se ocupan de la
salud mental y emocional, tienen un rol fundamental en un nivel que no tiene
que ver con lo religioso porque justamente allí se originó el concepto de culpa
y de castigo. Es necesario explorar en
otro plano, el de las ciencias humanas y psicológicas, para lograr la verdadera
salud emocional, afectiva y espiritual de
los seres humanos. La expresión
artística que permite extraer de su autor los más recónditos espacios del
espíritu humano universal, sea de esplendor o de oscuridad, expuestos a la observación de sus semejantes,
permite el análisis y la reflexión al confrontarla con los fantasmas y
divinidades que habitan en todo ser humano, por esa razón el arte contribuye y representa
la terapia más sutil y profunda para sanar la psique y recuperar la lucidez.