martes, 18 de julio de 2017

Cine y reflexiones



LA NARANJA MECÁNICA, UNA DISECCIÓN DE LA VIOLENCIA
Por Yvonne Zúñiga

La famosa película de Stanley Kubrick, La naranja mecánica,un clásico del cine culto,  mal interpretado por el público inculto que tomó las escenas más crueles de la película para imitarlas, lo cual motivó a que el director suprimiera la exhibición del film por los efectos que había suscitado.

La época en que fue estrenada, la década del setenta, eran los años de los grandes directores del cine de arte: Bergman, Fellini, Losey, Antonioni, Passolini, entre otros cineastas. Era el cine para pensar y para discutir en  debates intelectuales. No era un cine para público masivo y con ideas elementales del arte cinematográfico. Lamentablemente la educación no ha logrado la suficiente evolución del  público actual ni ha llegado a un nivel de desarrollo de la capacidad para reflexionar y debatir sobre películas de temas densos y controvertidos como La naranja Mecánica, Portero de Noche, El imperio de los sentidos, por nombrar algunas películas de aquellos tiempos, de contenido fuerte dirigido a espectadores maduros.
Actualmente el cine ha tomado muchas direcciones y como todo producto de consumo, predomina el de más éxito comercial. Las películas de mayor valor artístico, se las  encuentra difícilmente como cine underground o en alguna que otra sala  especializada.

El cine comercial actual hace derroche de pornografía (apenas disimulada) y violencia, se producen series que son limitadas a ciertos medios de difusión, las hay  reproducidas por los canales habituales, que pretenden aparecer como aleccionadoras y constituyen a fin de cuentas una apología de la violencia con temas como el narcotráfico, la corrupción política y el crimen en todas sus manifestaciones, corriendo el riesgo de que los telespectadores consumistas e irreflexivos los tomen como héroes dignos de imitación.

Frente a escenarios predecibles, por cómo va el mundo en estos tiempos de agresión entre los seres humanos, siempre tenemos la posibilidad de reflexionar sobre los hechos. Somos parte de la población que se agita y lucha por seguir en su rutina, a pesar de todo, y una buena fracción de ella no hemos perdido la capacidad de darnos cuenta que la violencia es una especie de virus insertado en las sociedades, un estado de guerra latente no sólo a nivel de la colectividad global sino en los individuos vistos como células del organismo social.

La  Naranja Mecánica basada en la novela de Anthony Burgess y adaptada al cine por Kubrick, es una metáfora de esa percepción que el autor de la novela y el director de la película, tenían de la sociedad contemporánea. Muestra la crueldad de los delincuentes juveniles que violan y cometen crímenes sin sentir la menor compasión. Atrapado el líder de la banda, es sometido con igual perversidad, en esa rueda de brutalidad, a un tratamiento que pretende corregir al delincuente forzándolo a ver películas de horror y espanto poniéndole unas pinzas en los párpados para que no pueda cerrar los ojos, un tratamiento basado en el reflejo condicionado, un absurdo que finalmente no logra  reformar al adolescente y la escena final muestra la imagen del resurgimiento de la maldad.

La Naranja mecánica, más allá de sus méritos artísticos y por esa razón considerada un clásico del cine, pone en jaque al sistema correccional que intenta curar con más crueldad la locura delincuencial. El psicópata es un enfermo mental, y la difusión de esta enfermedad se ha extendido por el mundo, no solo se manifiesta en las pandillas, en los narcotraficantes,  terroristas y mafias criminales,  sino también en las guerras y en todas las formas de opresión que ejercen los poderes sobre los seres humanos. Las cárceles y correccionales son como tantas ocasiones se ha dicho, escuelas del crimen. A ese nivel, ninguna reeducación puede conseguirse.

La raíz de esta enfermedad mental generalizada en las sociedades hay que buscarla en la célula familiar, en la educación y en los mecanismos sociales sustentados en el autoritarismo y el castigo.  La  observación, el razonamiento y la discusión tendrían que ser siempre la base de la educación desde los primeros años de vida, la clave, no está en probarle al otro que  uno es quien tiene más poder y que por eso le deben obediencia.  La civilización que conocemos ha recaído una y otra vez en métodos punitivos infames y la película muestra el fracaso social para transformar la maldad en su contrario. 

Las ciencias que se ocupan de la salud mental y emocional, tienen un rol fundamental en un nivel que no tiene que ver con lo religioso porque justamente allí se originó el concepto de culpa y de castigo.  Es necesario explorar en otro plano, el de las ciencias humanas y psicológicas, para lograr la verdadera  salud emocional, afectiva y espiritual de los seres humanos.  La expresión artística que permite extraer de su autor los más recónditos espacios del espíritu humano universal, sea de  esplendor o de oscuridad,  expuestos a la observación de sus semejantes, permite el análisis y la reflexión al confrontarla con los fantasmas y divinidades que habitan en todo ser humano, por esa razón el arte contribuye y representa la terapia más sutil y profunda para sanar la psique y recuperar la lucidez.