lunes, 15 de enero de 2024

EL GERMEN DE LA VIOLENCIA

EL GERMEN DE LA VIOLENCIA 

 

Vivimos en un mundo en perenne conflicto, donde la justicia es vista desde lejos, solo para ser mencionada en circunstancias críticas, o cuando al poder y gobierno en ejercicio de cualquier país, le conviene manejar a su antojo las instituciones judiciales que generalmente dependen de éste, por no ser la Ética y la Felicidad, el centro, principio y fin de la organización colectiva. 

La destrucción y el crimen fruto de la demencia de los individuos, arroja a la humanidad al abismo de guerras y masacres. La violencia y el miedo es el signo letal de nuestro tiempo, que si lo contamos desde la memoria histórica, siempre ha significado un retorno a la miseria, a la pobreza a la locura de las sociedades que después del exterminio que significan las guerras, pretenden reconstruirse o son rehechas de un modo semejante a las anteriores etapas, asentándolas sobre las mismas características nefastas, porque los gérmenes de la agresión: codicia, alienación, fanatismo, jerarquías ciegas, injusticia, sumisión y obsecuencia, no han desaparecido. 

La Democracia es un concepto interesante al interpretarlo como “el poder del pueblo”, cuestión que no ha llegado a concretarse realmente en ningún país, si observamos el panorama global; no obstante, siempre con la esperanza de que en algún punto luminoso de este planeta en penumbra pueda existir una pequeña localidad, una minúscula sociedad donde se practique la Ética y la Democracia. Por lo general, el mundo está gobernado por líderes autoritarios que se sienten imprescindibles y a raja tabla quieren construir sociedades copia de las otras que crecen en el cemento, y estos jerarcas hacen lo imposible por imponer desde su “alta investidura” proyectos autocráticos sin consultar a los demás, a quienes ellos consideran el rebaño necesario dispuesto a seguirlos hasta las últimas consecuencias. Son jerarquías que viven en negación, bloqueadas por sus creencias y a la sombra de unas cuantas opiniones enajenadas que alimentan sus egos. 

Incapaces de mirar el espíritu de las sociedades humanas que nada tiene que ver con las religiones, es decir, aquella necesidad de enriquecer el mundo interior que va más allá del cemento, la comida y el entretenimiento. Vacío que no puede ser llenado por el consumismo y la materialidad grosera, porque buceando en el alma humana adormilada del presente, existe la necesidad de una búsqueda interior en cada individuo, para conocerse a si mismo y relacionarse conscientemente con su entorno natural y social. 

Al encontrar su camino, el ser humano tendrá la suficiente capacidad para dar sentido a su vida en una actividad coherente y con la cual pueda identificarse, para que el trabajo no signifique sufrimiento y pueda dar cabida a formas de expresión que permitan exteriorizar esa vida interior. Cuando el ser humanos no ha encontrado las vías de comunicación y de realización espiritual en su contacto con el mundo exterior, toma el camino del resentimiento y de la agresión, cuestiones que se proyectan en la violencia, llámese, social, política, delincuencial. Todas aquellas expresiones de ira explotan y surgen de un estado anómalo de los seres humanos frustrados, asfixiados por la marginalidad no solo física sino emocional e intelectual, y con el crecimiento de las ciudades y el desarrollo de la tecnología, tienden a agudizarse en poblaciones urbanas y rurales, y buscan liberar esa condición en forma vengativa por los caminos de la muerte y por la eliminación de los otros y de sí mismos. 

 Si volvemos a la primera infancia del ser humano donde se origina este mal, encontraremos su raíz en la educación autoritaria, en las formas punitivas que ejercen sobre el individuo las instituciones, para asfixiar la curiosidad, el juego, los primeros indicios de exploración hacia el conocimiento del entorno y de sí mismo, que el niño en esa primera etapa de vida mira con felicidad, ignorando que la familia, las religiones y demás instituciones, le exigirán pagar su cuota de sufrimiento y le demostrarán que la felicidad en la vida no es gratuita y que con mucho esfuerzo y sacrificio, dejando en el camino jirones de humanidad, podrá alcanzarla en lo material por lo menos, o lo más probable en el más allá según las religiones, en este caso, si cumple con las leyes divinas  involucradas con las imposiciones del poder para mantener la sumisión y la carencia de libertad, junto a los ámbitos civiles y militares que gobernarán arbitrariamente su corto o largo camino por este mundo. 

El signo de las sociedades futuras tendrá que ser: el encuentro con la felicidad humana a partir de una educación coherente que motive a la niñez con actividades que lo conduzcan a sentir la necesidad de conocer el mundo natural de las plantas y de los animales en huertos y granjas para acercarse e identificarse con la vida de la naturaleza, el juego, condición natural y fundamental en la infancia, el ejercicio de las manualidades y de la creatividad en el Arte y las artesanías, la necesidad de expresarse a través de la escritura, la práctica de la lectura y los inicios en las matemáticas; un aprendizaje dinámico en lugar de tratar de introducir en su cabeza aprendizajes teóricos que nada tienen que ver con su realidad presente ni con la edad de niños y adolescentes, porque en esta etapa es necesario sembrar la semilla del conocimiento a través de la natural curiosidad que poseen y que continuarán desarrollando en el curso de su vida al optar después por la profundización en las ciencias, lo cual les permitirá elegir su propio camino en ese sentido. Hacia ese horizonte deben orientarse las nuevas sociedades, suprimiendo los obstáculos que signifiquen sufrimiento y violencia física o mental, la única vía en la sanación de esa enfermedad que nos aqueja a las sociedades del presente.  

miércoles, 9 de agosto de 2023

EL MUNDO QUE SOÑAMOS Y EL MUNDO EN EL QUE VIVIMOS

 

El mundo que soñamos y el mundo en el que vivimos

 

Inspirado en el título de la exposición de Piedad Paredes Alvarez, de hace muchos años ya, y, que hoy tiene actualidad de un modo más dramático, pues el estado del mundo y particularmente de cada país, como en este caso el Ecuador, conocido ahora por la inseguridad que viven las ciudades sobre todo más populosas de la Costa y de la Sierra ecuatoriana, están envueltos en el caos y  la violencia, impulsadps por seres enloquecidos en esta nueva pandemia: envenenados por el virus de la droga y el dinero.  Andan por el mundo convirtiendo en zombies y esclavos a  seres tan débiles como ellos, para provocar la extinción humana. Quienes todavía mantenemos la conciencia frente al desastre que sobreviene sabemos que vivimos en una sociedad enferma, en un sistema que está degenerando y muestra malignidad,  pues lo que se da en este paisito no es sino un espejo de lo que ocurre en el mundo entero en países que se consideran desarrollados y del primer mundo, infectados con estas adicciones a  la droga, al alcohol y al dinero: de ahí que su poder económico tenga origen en el desangre histórico que han provocado en sus colonias,  ahora con el negocio de los tóxicos y la explotacion mineral en repúblicas incipientes, pobres y aculturadas, de América, Asia y Africa.

 

Países que intentaron apartarse de este sistema decadente, hoy desorientados y marginados, padecen las consecuencias de su aislamiento  y  no han podido impedir que la corrupción se filtre, y, por lo tanto no encuentren el camino hacia su propia evolución que involucra recuperar sus esencias culturales.

Gran parte de la población mundial está sumida en la ignorancia y la pobreza, viviendo en tierras que cada vez les pertenecen menos por la voracidad de las corporaciones transnacionales que quieren apropiarse de todo.  El petróleo en el Ecuador no ha servido sino para enriquecer a unos pocos y empobrecer al pueblo que vive engañado por el cuento de que el oro negro que desangra la tierra va a darles bienestar. Todas esas mentiras se juegan ahora en una consulta popular a la que acuden dizque para decidir si el petróleo queda bajo tierra o se lo extrae, en este caso, destruyendo la selva amazónica y envenenando sus ríos. En otros países el petróleo y la minería  extraen de tierras desérticas pero en el Ecuador está en medio de las hermosas selvas llenas de vitalidad natural.

 

Que nos queda humanidad, estamos todavía en capacidad de abrir los ojos y sanarnos de tanta mentira y ofuscación  ???  

 

 

miércoles, 28 de junio de 2023

Cuando callo

 

Cuando callo y oigo la lluvia

las voces infantiles en su cotidiana labor

inventan un mundo paralelo

alejados del llanto

del golpe de tambor tras la puerta

 

La  máquina ronca entre las nubes

tendrá un derrotero?

imposible saber desde esta hora amodorrada

que me libera de ocupaciones mentales

 

………………………….

 

 

Salir

subir la escalera

destapar los sumideros para que el agua corra

por los canales internos

 

Las voces del agua

murmuran y hablan de misterios

cuando las nubes se encabritan

y el verde intenso 

de las hojas translúcidas

nos saluda

 

...................... 

 

Hablo, escribo

un soliloquio

un latido

el cuerpo pesa sobre la silla

entre el gato adormecido

y un impulso inesperado

a desplazar la lluvia repentina

 

Las nubes van y vienen

marcan el ritmo y la respiración

de árboles y nidos

 es la canción  que abriga

 un sonido persistente,

 

 

 

sábado, 6 de mayo de 2023

EDUCACIÓN ALTERNATIVA EN LA ERA TECNOLÓGICA

 

EDUCACIÓN ALTERNATIVA EN LA ERA TECNOLÓGICA

   En el mundo tecnológico del presente la educación ha puesto como prioridad, iniciar al ser humano desde su primera edad en el manejo de la computadora, el celular, los video- juegos, hábitos que de algún modo están modificando la vida y la conducta de las sociedades.  Esta costumbre comienza en la vida familiar para continuar en la escuela, que  actualmente considera a la educación tecnológica como un paso imprescindible en la corriente modernizadora.

   Los fenómenos derivados de una deshumanización creciente se apoderan poco a poco de las sociedades y de los individuos. No obstante, existe en ciertos casos, la conciencia del peligro que la tecnología puede representar cuando  está en juego el aspecto humano individual y social y se corre el riesgo de su degradación  frente a las amenazas de una automatización de la vida.

  Y no se trata de retroceder, sino de tener conciencia de lo que somos y con las herramientas que la tecnología actual nos provee,  crear una pedagogía coherente con nuestra realidad

  La educación actual en muchos países y particularmente en el Ecuador, tiende a eliminar de los programas educativos, la expresión artística y las ciencias humanas, dando prioridad a las llamadas materias exactas: matemáticas, física, química, biología, administración, tecnología; al reducir las artes y las ciencias del pensamiento humano como la filosofía, la psicología, la literatura, a su mínima expresión.

   El bachillerato general unificado impuesto en los programas educativos del Ecuador exige una base común a todos los estudiantes, para que, según las autoridades, adquieran una formación general completa. Esta visión llevada a la práctica no es precisamente la esperada o deseada para la felicidad social, da lugar a muchos problemas, entre ellos, el fracaso escolar y la marginación de los jóvenes, situación que pone en cuestionamiento al sistema educativo vigente. Es necesario tomar en cuenta, en primer término, que el nivel de enseñanza y de rendimiento de los estudiantes en instituciones primarias y secundarias del país es desigual, tanto en la educación estatal como en la particular, aunque el mismo currículo educativo se imponga del mismo modo a todos los colegios y escuelas del país. Y de otra parte, para normar el tipo de educación, es necesario tomar en cuenta muchos factores. En un país tan diverso como el nuestro, la población no es uniforme tanto en el plano cultural como en lo social, económico y hasta geográfico. Con una población urbana y rural, que además posee idiomas diferentes, como en el caso de los indígenas de la Sierra y de la Amazonía, no se puede, imponer un tipo de enseñanza talla única para todos.  De ahí la importancia del estudio de una pedagogía realista y profunda por parte de las autoridades que dirigen la educación de un país como el nuestro, con una historia y una diversidad complejas.

     La búsqueda de alternativas para equilibrar la tecnología, la ciencia y las necesidades espirituales se han exteriorizado, desde siempre, en las manifestaciones creativas que revelan el proceso mental y emocional de los seres humanos en todas las etapas de su historia, por lo tanto, es el impulso creativo lo que ha permitido la evolución del conocimiento.

    En los países donde se tiene en consideración la necesidad de dar libertad a los jóvenes para que elijan el estudio secundario de acuerdo a sus habilidades y preferencias,  se ofrece varias alternativas a los estudiantes quienes pueden obtener el bachillerato sea en arte, en ciencias, en especialidades técnicas, etc., teniendo como objetivo el que puedan desarrollar sus capacidades dentro de la especialidad elegida libremente. Esas sociedades generalmente tienen un nivel cultural más avanzado que aquellas que imponen a raja tabla el régimen de estudios bajo la amenaza de una valoración numérica que puede dejar a los jóvenes fuera de las aspiraciones personales que les permitan construirse una vida que esté de acuerdo con sus vocaciones y sus necesidades materiales y espirituales.

   Los talleres de expresión creativa para niños y jóvenes, raros en nuestro medio, que existen en muchas sociedades de Latinoamérica como alternativa frente a los vacíos de la escuela formal, les dan la oportunidad de experimentar la libertad creativa, al integrar la expresión artística con las técnicas manuales y los diversos materiales tangibles e intangibles. Esta experiencia les permite abrirse al conocimiento, al desarrollo intelectual y emocional. Y los resultados son realmente sorprendentes es un camino para conocerse y definir sus habilidades para optar libremente por una futura profesión, aún en el caso de niños y jóvenes con problemas de desadaptación social, constituyen una forma de terapia con buenos resultados.

   Son conocidos dentro de la gama de la educación alternativa, tres notables pedagogos europeos cuyas influencias tuvieron eco en países tanto de Latinoamérica como en el viejo continente, y que surgieron en aquellas sociedades, movidos por la necesidad de explorar y experimentar en métodos que buscaban liberar y humanizar la educación y con ella transformar las sociedades autoritarias de su tiempo.  

   Herbert Read, un anarquista inglés de comienzos del siglo veinte, cuya actividad como crítico de arte y literatura influyó en la renovación del medio cultural londinense, escribió varios libros sobre el problema del arte en la vida humana, uno de ellos conocido por su carácter pedagógico, Educación por el arte, tuvo repercusión en los sistemas educativos de varios países europeos, y en Latinoamérica se lo practicó con muy buenos resultados en Argentina, Uruguay y Chile.

   Decía Herbert Read que el arte se coloca dentro del mundo de los fenómenos naturales y se somete en ciertos aspectos esenciales a las leyes científicas. En cuanto a la educación, añadía que el ser humano debía ser educado para desarrollar las potencialidades de que está dotado al nacer, y que dar coherencia y dirección al juego era convertirlo en arte.

   Para Herbert Read, es esencial el concepto de libertad en la educación, y siendo el arte  un acto supremo de libertad, permite al mismo tiempo el desarrollo de la conciencia y se convierte según este autor, en un medio de crecimiento individual que se integra de un modo armónico a la evolución del conjunto social. Este método ha tenido frutos muy positivos en la educación de niños así como de adolescentes y también en la reinserción de jóvenes con problemas de conducta y desadaptación, porque el arte juega con las emociones, transformando el sentimiento cotidiano en emoción estética, y al mismo tiempo se convierte en un reflejo de las complejidades sociales.

   Heinrich Pestalozzi, otro pedagogo reconocido, nacido en Suiza en el siglo dieciocho, con ideas avanzadas sobre educación e inspirado en Rousseau, llevó una vida austera y fiel a sus principios. Fue un reformador de la educación en su país. Nunca se rindió ante los avatares de la vida y logró con su trabajo y campaña educativa permanentes, contribuir a la eliminación del analfabetismo en la Suiza de aquella época.

Su método basado en la observación y en la práctica con niños y jóvenes rompía los esquemas tradicionales para entender que la educación no consistía en imponer conocimientos ya construidos sino en el aprendizaje personal mediante la propia actividad. Su lema era: aprender por la cabeza, la mano y el corazón. Tal era el concepto fundamental en el camino hacia la humanización del aprendizaje.

María Montessori, nacida en Ancona, Italia (1870-1952).

Fue la primera mujer graduada en medicina. Miembro de la clínica psiquiátrica de Roma, estudió Antropología y se graduó en Filosofía.

   Venciendo los prejuicios de su época, Montessori gracias a su amplia experiencia, concibió una pedagogía en la cual relacionaba las condiciones de vida en la sociedad con la educación recibida tanto en la familia como en la escuela. Dio conferencias sobre la importancia de la educación en los niños con deficiencias mentales y sobre las consecuencias del abandono infantil y el desarrollo posterior de la delincuencia.

   El Niño, según la pedagoga, necesita ser reconocido. En vez de imponerle reglas arbitrarias y llenarle la  cabeza de datos, hay que dejar libre su espíritu. Darle la libertad de ser activo y la responsabilidad de cómo usar su libertad.

miércoles, 26 de abril de 2023

Lo fantástico en la realidad y en el tiempo

 

DESCIFRANDO A TERENCE

                                                                                                                       

A propósito del cine y navegando a toda vela en Internet  recuperé la magia de recrear personajes,  quizás igual que en los tiempos de Melville aunque en su caso y en dicha época la mente volaba más allá de los mares del globo terráqueo. En el presente ambiguo, navegar por Internet  para los fanáticos de cantantes, futbolistas, actores, políticos farsantes, es perseguir a los personajes con la ayuda de reportajes visuales, entrevistas, chismes en las redes sociales, y de esa manera, sobre todo en cuestión de fútbol, convertirlos en un fenómeno casi etéreo,  rendirles homenajes y hasta organizarse en sectas de adoradores.
 

En lo que me atañe, tenía latente en mi memoria a un actor cuyas películas destacaron en la década del sesenta. Estas obras excepcionales del cine, tuvieron como protagonista a un joven actor inglés, cuyos datos biográficos están como vedados en las páginas de wikipedia. Desde mi entusiasmo, considero imperdonable que apenas se nombre a su madre y se diga que tuvo un hermano, y nada más. El interés por este actor resucitó de improviso al volver a admirar, después de tanto tiempo, una de sus películas: las escenas pastoriles, la fotografía y cámaras, las actuaciones formidables de actores legendarios que tenían esa capacidad de trasmitir sutilmente emociones intensas.

 

En las escenas que surgen de la pantalla, destaca la figura de un soldado moreno de vistoso  uniforme rojo que me hacía recordar al soldadito de plomo del cuento infantil. Resucitar al personaje me indujo a perseguir al actor que he fusionado con los roles por él interpretados, quería conocer a fondo al protagonista de esta ficción mediante la búsqueda de entrevistas, reportajes, y las imágenes de Terence sesentón caminando por un mercado londinense. Esta tarea emprendida me obligó como a un dios perseguidor, a unir el rompe cabezas para construir al personaje ficticio y que posiblemente haría sonreír al original, con ese enigmático gesto que lo hizo famoso durante los años sesentas.

Después de esa época Terence se borró o lo borraron, ese espacio sólo quedó para lo inexplicable, incoherente para los interpelantes y hasta para él mismo en su solitaria reflexión, no importan las películas que hizo después ya en la vejez, lo que diga en las entrevistas posteriores, o en la charla que él dio en una biblioteca al presentar su libro de memorias que quizás nunca leeremos.

 Pero ahí no termina el asunto, el enigma de este hombre comienza a mostrar signos legibles cuando en las entrevistas intenta explicar su admiración por Krishna Murti  y sobre su viaje indeterminado a la India, la negativa a formar una familia, su defensa de la conciencia individual y la relación de ésta con el mundo. Un  hombre complejo o un ser a la deriva tratando de sobrevivir  en imágenes y escapar del olvido.

Debió haber nacido en los barrios marginales de Londres, donde la gente también moría de hambre como en cualquier otro país del mundo. Su rostro único como las huellas digitales, debió atraer a los buscadores de talentos para el cine y al fin lo hallaron en algún lugar. Como ciudadano sin recursos no alcanzó a ingresar al alma mater de las universidades, ni tampoco le interesaba. Y posiblemente entró en alguna escuela actoral  obligado por las circunstancias o para alcanzar algún sueño. Qué hizo antes de incursionar en su primera película. Fue posiblemente un golfín que deambulaba por las calles de Londres, un rebelde sin causa herido por ofensas humanas en su niñez, o un adolescente introvertido que se escapaba de la escuela para meterse en la oscuridad de un cine y reinventarse en la pantalla como protagonista de tantas historias que lo distanciaban de su realidad.

No sólo era hermoso físicamente, había un  talento especial en la naturaleza de Terence que él mismo desconocía, pero descubierto por los productores vieron en él al muchacho inocente que interpretaría a Billy Bud en aquel film.  Terence prestó su cuerpo y su espíritu al personaje inolvidable del relato de Melville y lo hizo con virtuosismo, nos sentimos transportados al instante de esa historia del misterio humano, que reflejaba en aquel rictus de angustia que significó enfrentar al mal encarnado por el otro protagonista.  

Hay vidas expuestas a la mirada de los otros, que viven para el espectáculo y se nutren de las energías de públicos masivos aunque en este caso, de pequeños grupos de admiradores que nos preguntamos intrigados con una  no muy sana curiosidad: ¿quién es el actor y en qué medida fue también sus personajes? 

 

 

miércoles, 22 de febrero de 2023

SEMBRAR LA VIDA

 

MOVILIZARSE PARA LA PAZ

 

Me subí a un bus y observé que la gente no ocupaba el único asiento que estaba vacío,  me apresuré a ocuparlo y me di cuenta entonces por qué nadie quería sentarse allí. En el espacio de la ventana estaba un hombre con aspecto marginal y una marca  que los demás percibían de un solo golpe de vista. Lo miré de reojo, al rato cerró la ventana del asiento de adelante con un movimiento brusco y mascullando algo en tono agresivo. El hombre, un blanco mestizo de unos cuarenta años, calculo, expresaba en su rostro desprecio hacia los otros, un resentimiento que surgía de algún abismo de su mente. Me dio la sensación de que el hombre debió salir o venía huyendo de alguna cárcel, me pidió para el pasaje luego no tenía un centavo en el bolsillo.

 Detrás de esta anécdota existe una realidad espantosa que empuja a una parte de la población humana a  subsistir en las más abyectas condiciones de vida..

Las cárceles donde se mezclan: asesinos psicópatas con ladrones de menor cuantía, violadores, proxenetas, carteristas,  ladrones de bancos, estafadores públicos, políticos ambiciosos en desgracia y enloquecidos por el poder y la plata, narcotraficantes dispuestos a los peores crímenes también por dinero. Una vez adentro puede suceder cualquier cosa.

 Las cárceles. como se repite constantemente, sin tener mucha conciencia de lo que se dice, son escuelas del crimen donde los pequeños delincuentes se gradúan de asesinos, y salen con ese sello marcado en la frente, por eso cuando salen o alguna de las veces que salen, vuelven a entrar en una suerte de juego en el que delinquir es una forma de vida en la que muchas veces tienen trato con los mismos vigilantes, quienes los sueltan y luego los atrapan, es voce populi, como dicen en ese latinajo, sin embargo la cosa continúa y se tolera. 

Las cárceles son esos infiernos de cemento donde se encierra a los pequeños y grandes infractores.  Pero parece que todos llevamos el monstruo adentro, que todos tenemos latente al santo o al asesino, dependiendo del grado de conciencia que hayamos desarrollado en nuestro espacio de vida.

 Hay tantos enfermos mentales encerrados en las cárceles, cuando deberían estar en hospitales, atendidos con terapias psiquiátricas de acuerdo a la gravedad del caso. Una sociedad equilibrada, tendría como prioridad la cura de esas personas.  Lo absurdo y trágico a la vez es que cuando las estafas y robos provienen de los grandes poderes pueden ser considerados gajes del oficio, pero los asesinatos y crímenes masivos en las guerras son vistos como normales por la perversión ciega de las leyes, siendo una muestra de la insanía y el desequilibrio en las que están sumidas nuestras sociedades globalizadas.

 Transformar este caos que parece no tener salida, requiere un tratamiento basado en acciones positivas en lugar de medidas represivas. Los políticos se hacen la propaganda, pidiendo a gritos en sus discursos, más plata, más armas para la represión policial, como medios para combatir la delincuencia callejera cada vez mayor, pero no van a las causas, ni son capaces de analizar a fondo el problema para dar con el origen del fenómeno de la violencia y encontrar la fórmula real para revertir la situación. La inteligencia humana puede  encontrar la solución al reflexionar con honradez y ética, sin mirar de soslayo intereses mezquinos y conveniencias monetarias.

 La educación en la infancia es el primer peldaño para la convivencia humana solidaria, educación basada en el respeto al aspecto emocional del niño, al desarrollo de su creatividad, razonamiento y sensibilidad. Pero para esto necesitan reeducarse los padres, los maestros, los medios de comunicación, reeducarse los políticos, las instituciones encargadas de la represión policial y militar, reeducarse quienes imparten las leyes civiles y penales, y con ellos la formación ética y científica de los organismos encargados de mantener la salud mental y física de la población.

 En los noticieros cotidianos se pone  en primer plano todo lo negativo, pocas veces se priorizan las buenas noticias. Será que dan raiting los crímenes callejeros, las matanzas entre delincuentes, los escándalos políticos, las perversiones sexuales, las guerras y amenazas de guerras de gobernantes dementes?  Y qué significa el raiting para los medios de comunicación sino más audiencia por parte de la población y por lo tanto más dinero que proviene de la propaganda comercial. Somos cautivos de un escenario social negativo que sirve para reproducir conductas destructivas en la población.

 En el caso de las actuales matanzas entre rusos y ucranianos que antes formaron parte de la Unión Soviética, parecería que los europeos desconocen su historial de las trágicas guerras mundiales que experimentaron en el siglo pasado y se involucran cada vez más en la escalada de dicha guerra, se someten a la voluntad de líderes sin conciencia que empujan al armamentismo porque para muchos la guerra es un buen negocio.

 En esa paradoja absurda los medios de comunicación nos muestran, de una parte, el terremoto de Turquía donde los rescatistas remueven desesperados los escombros buscando vida, se regocijan cuando encuentran a un superviviente, sea humano o animal, por otro lado, no lejos, otros se regodean con la muerte y la destrucción de seres humanos en la guerra fratricida entre rusos y ucranianos. Pero lo que sorprende también es la pasividad de la población europea que empieza a sentir las consecuencias de la guerra y que todavía no se ha rebelado, no se ha levantado masivamente para protestar contra esta guerra que pone en peligro no solo a ese continenente sino al mundo entero.

 Los medios de comunicación públicos o privados podrían servir para oponerse a la violencia, llamando a la población a marchas multitudinarias por la paz frente a las guerras y el crimen, movilizarse por la defensa de la naturaleza,  despertar a la gente con documentales, debates y programas para concienciar sobre el peligro de las drogas, privilegiar el arte y las ciencias como vías para evolucionar hacia el conocimiento, la sensibilidad, y la riqueza espiritual.

martes, 7 de febrero de 2023

 

ESTACIÓN

 

 

    -Nunca se cansan. Acuéstense un rato y conversemos- dice la madre. Las familias han llegado en caravanas de casas rodantes hasta el albergue y se han estacionado en el patio a un costado del edificio de dos pisos construido de caña guadúa y hojas de palma. Antes de ir a pasear cerca del río, Anatolia y sus hijos, de once y trece años, suben a la habitación luminosa, se hunden en las hamacas y empiezan a mecerse rítmicamente hasta quedar dormidos: sueñan en praderas extensas, en bosques interminables y en lagos transparentes, en animales y hombres cruzando los caminos e internándose en la foresta. Sueñan en un vuelo placentero por campos y montañas, sobre la inmensidad azul del mar y entre la levedad de las nubes blancas. Sienten la quietud y la conciencia de ese estado, se ven viajar en una cápsula transparente y tibia a través de la eternidad del cosmos.

   En todo eso sueñan, sólo que esta vez, el sueño se interrumpe cuando a mitad de su vuelo onírico sobre el planeta divisan una montaña, una roca incandescente que cambia de color: del amarillo al naranja y al rojo, cuando este último color aparece son atraídos por una fuerza gravitacional que los hace precipitarse a tierra sin poder evitarlo, entonces despiertan bañados en sudor y abrazan a la madre con un miedo inexplicable.

     Anatolia mira a sus hijos; ella sabe que ha llegado el momento de ayudarlos para que hicieran consciente aquella realidad que estaría omnipresente en sus vidas, aunque su preocupación va más allá, tal vez porque en el fondo tampoco acepta la idea de continuar con aquella amenaza que echa sombra sobre la realidad armoniosa del presente en el que conviven, donde cada ser humano conoce las nociones de felicidad y de libertad, que en el pasado habían sido consideradas utópicas.

      Anatolia lleva a sus hijos por un largo sendero, la sensación que ellos tienen es la de aproximarse a un espacio misterioso y sus pasos rápidos expresan ansiedad y temor al mismo tiempo. A los lados del estrecho camino de tierra y hierba apisonada por los caminantes, hay un inmenso terreno sembrado de maíz junto a otras plantas. Sobresalen las hojas longilíneas y en el silencio se oye el rumor del viento que las mueve en oleadas. Finalmente el sendero termina en un campo abierto. –Allá está la laguna- dice Anatolia.  Ictasí y Sariam la siguen con ansiedad y en silencio, -¿Dónde?-, preguntan. Caminan todavía un buen trecho y finalmente llegan a la laguna. Está rodeada de un montículo de tierra, desde donde algunos pájaros alzan el vuelo cuando ellos se asoman a la orilla.

     La pequeña laguna, lugar de descanso y para calmar la sed de cuantos pasan por  ahí tiene un diámetro no mayor de veinte metros. La superficie ligeramente agitada y de un tono verde oscuro alberga algunas plantas acuáticas, y unas pocas aves picotean en sus orillas.

     Cuando Anatolia y sus hijos suben al montículo, tienen al alcance de sus ojos toda la superficie del pequeño lago, ahora refulgente a causa del sol del medio día. Anatolia camina hacia un gran árbol que está a unos metros de allí. Sus hijos esperan en el montículo y cuando ella se acerca, lleva en su mano una fruta de aquel árbol, la abre y saca una gran semilla, mostrándola a los niños.

     -Vamos a esperar que pase el medio día, coman un pedazo de esta fruta, por acá le llaman el árbol del pan, es un almuerzo completo, esperemos a que el sol baje.

     Cuando los rayos del sol caen oblicuos sobre el paraje, Anatolia se pone de pie y sus hijos la imitan, arroja la semilla hacia el centro de la laguna y espera. Hay un rumor que brota de la laguna y una boca oscura se abre al caer la semilla, los niños se juntan con algo de temor. Ella le habla en alta voz desde donde está, pidiendo al  agua les cuente la historia de la civilización que habitó esas tierras en el pasado.

     La fuente de agua responde con un sonido profundo y la boca se vuelve a cerrar. La superficie se pone lisa como un espejo. La historia de aquella civilización empieza a aparecer en imágenes como en una pantalla de cine, mientras la voz diáfana del agua narra la historia…

     -Era un mundo de seres humanos que buscó su propia aniquilación.Tenían una concepción feroz de la existencia, eran pueblos arraigados a territorios y que individualmente o en grupos familiares acaparaban la tierra que hacían producir sin descanso, envenenándola con substancias hasta dejarla convertida en un erial. Dueños de minas, tierras agrícolas, fábricas y grandes empresas e instituciones usureras, intercambiaban riquezas con grupos igualmente privilegiados de otros territorios del mundo. El resto de seres humanos que eran la mayoría, estaban sometidos a ese sistema de vida, la mayoría paupérrimos, sufrían hambre, enfermedades y las consecuencias de guerras devastadoras.

     -¿Y no pudieron rebelarse? – dice Ictasi, mirando perpleja las imágenes sobre el agua - En nuestro mundo incluyendo los niños, todos tomamos parte en las decisiones. ¿Qué les sucedía a esos infelices?

     -Para mantener esa forma ominosa de dominar a los pueblos- continuó la fuente-, los grupos que controlaban aquel mundo construyeron armas cada vez más sofisticadas; llegó a tal nivel su codicia y perversidad que no dudaban en crear situaciones de conflicto, manipulando la mente colectiva para que explotara una guerra en cualquier punto del planeta. El comercio de armas se había difundido tanto, que empezaron a educar a la gente para inducirlos a la violencia por todos los medios posibles. La tecnología que habían creado se puso al servicio del crimen y de la agresión entre los individuos y entre los pueblos.

   Inventaron armas con un refinamiento demencial y proyectos para usarlas contra otras naciones para saquearlas y manejar el mundo a su antojo. Pero llegó un momento en que todos esos actos perversos, la inconsciencia y la avidez que empujaba cada vez más al crimen colectivo y a la destrucción de la naturaleza, se volvió como toda acción perversa, contra toda esa humanidad embrutecida y sin conciencia. Habían unos pocos líderes que fueron capaces de ver la hecatombe que se venía, gritaron y pidieron detenerse pero las multitudes hambrientas, enfermas y debilitadas por los vicios no pudieron contra los hacedores de ese destino infernal al que iban a precipitarse en poco tiempo. 

     Las imágenes se sucedían vertiginosamente sobre la superficie del agua, siluetas de hombres luchando en forma caótica, ciudades devastadas e incendiadas y la naturaleza revolviéndose de furia y engullendo multitudes.

     -Llegó el día en que hubo una guerra espantosa donde utilizaron el armamento más letal que habían construido -continuó narrando-, envolviendo al mundo en una explosión pavorosa que cubrió la tierra de oscuridad. Fue una noche que duró más de cien años, quienes habían venido preparándose para esta catástrofe con la ayuda de los protectores del cosmos, lograron sobrevivir en pasajes subterráneos hasta que la atmósfera radiactiva se hubo disipado. Varias generaciones crecieron y terminaron su vida sin conocer lo que era el calor del sol ni su luz bienhechora, esos padecimientos y la adaptación de la vida bajo la tierra junto al fuego interno y a los ríos subterráneos, dio una nueva fortaleza y una nueva conciencia a los seres humanos que sobrevivieron.

     Las imágenes eran nítidas, se veía oscuridad y pasillos subterráneos laberínticos en cuyas paredes se incrustaban unas cuevas iluminadas por antorchas. Los habitantes de esas cavernas acudían a los ríos del subsuelo para sacar su alimento o cazaban murciélagos y otros  quirópteros  y ratas que se convirtieron en el animal que siempre acompañó al humano en esos avatares.  Había  unos árboles grandes y blancos, visibles en la oscuridad, que crecían y daban un fruto especial cuya semilla caía y se reproducía con rapidez, ese árbol blanco fue su salvación, todos lo protegían y sembraban su semilla por doquier, el árbol alimentó a todos durante ese período subterráneo de la humanidad. Cuando se acercaban a los abismos, el paisaje se iluminaba y el aire quemaba, al fondo de ellos corría lava incandescente y en las dos primeras décadas, para evitar las riñas y crímenes se impusieron leyes bárbaras y a los malhechores se los arrojaba a los ríos hirvientes, aunque después eso cambió y los ríos infernales sirvieron para arrojar los cadáveres de la gente y de los animales que morían, después de realizar un ritual de despedida.

     Al cabo de más de un siglo, sigue contando la fuente, mientras las imágenes proyectaban los primeros rayos solares, abriéndose paso y calentando al planeta, el agua comenzó a recuperar la vida así como la vegetación y las aves. Los animales iban saliendo de sus mazmorras para recuperar su antigua apariencia, sus colores y sus alegres murmullos.  Cuando el humano se dio cuenta del renacimiento de la luz solar, observando a los animales sus compañeros,  se acercaron poco a poco a los puntos luminosos que en un principio los cegaban porque sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, el pelo y la piel habían perdido el color y tenían apariencia albina por la carencia de melanina.    Paulatinamente iban saliendo a la superficie, decía el agua, primero a los puntos de luz, luego fueron adaptándose a la claridad de los espacios luminosos; realizaban ceremonias y rituales diarios en esos lugares que estaban iluminados por la claridad del sol, al amanecer y en el crepúsculo. Más tarde lograron exponer cada vez más sus cuerpos a los rayos solares, y su apariencia fue cambiando lentamente.

     Se alegrarán de vivir en este tiempo, dice el agua, cambiando de tono. Han logrado organizarse de la única forma que podrán sobrevivir y permitir la vida en este planeta.

      -Pero, y la montaña que vimos en sueños, qué tiene que ver con eso-  insiste Sariam.

Sobre las montañas que vieron en sueños, continuó hablando el lago, en nuestro planeta existen diez colinas de cemento  que cubren esas armas letales de las que hablé hace unos instantes. Son capas y capas de cemento que han sido vertidas por los seres humanos desde el aire sobre ese basurero nuclear: armas químicas y bacteriológicas, todo un arsenal mortífero reposa bajo esas moles que han ido creciendo a través de los siglos y cambian de color para alertar del peligro.

      -En este momento, ¿de qué color está la piedra? -Pregunta uno de los adolescentes, con tono algo temeroso.

     Y al decir esto bajan dos esferas luminosas y los transportan hacia las rocas mencionadas, mientras se escucha todavía la voz del agua diciendo: -lo extraño de eso es que cada vez que los humanos empiezan a apartarse del camino y muestran síntomas de querer desarrollar su inclinación destructiva, el color de las piedras cambia, eso nos permite saber qué caminos estamos tomando, es como un termómetro para medir las desviaciones humanas.

     En unos segundos sobrevuelan y quedan quietos sobre los picos rocosos de color amarillo, el agua les había dicho que era el color del equilibrio. Sus ojos observan con atención, hay como una aureola caliente alrededor de la cima puntiaguda de la roca. Sienten un peso en el corazón y la respiración se vuelve agitada, sus ojos ensayan penetrar la coraza de cemento para adivinar la expresión de la crueldad humana que encierran esas piedras, duras como el entendimiento y el corazón de las antiguas generaciones de su especie, que antaño poblaron y destruyeron el planeta.   

     Ictasí y Sariam vuelven en esas suaves naves circulares y sienten iluminarse su pecho. Al llegar donde su madre se abrazan y la escuchan en silencio.

      -Nos ha tocado aprender esa lección desde la infancia para conocernos mejor; el ser humano tiene una capacidad ilimitada para el amor pero también lo tiene para desarrollar la codicia y llegado el momento es el animal más cruel de la fauna terrestre.

      -¿Todos tenemos el monstruo adentro entonces? -Interroga uno de los niños.     

     El otro lee su pensamiento y se ríe. -Averígualo.

     Al dia siguiente van al bosque y encuentran en la explanada junto al riachuelo, una manada de leones que junto a sus crías toman sol y levantan la cabeza al verlos acercarse. – Buenos días maestro-, le dicen al león de la gran melena, el más viejo del grupo.

-Venimos por la lección que había quedado pendiente el otro día.  -Se recostaron a su lado y posaron la cabeza sobre su amplio pecho, el león los lamió tiernamente y acomodó nuevamente su gran cabeza sobre la yerba. 

 -Nuestro mundo, como ya lo saben, se ha dividido en diez grandes áreas, -dice el león dando un gran bostezo- en cada una de ellas las poblaciones nómadas transitan en determinados territorios; trabajan y cultivan el suelo durante un período de tres años, al cabo de los cuales lo dejan descansar una temporada similar o más, si es necesario, antes de que otros lo ocupen. Después salen a un área diferente para realizar el trabajo de siembra y cosecha y para vivir en ese territorio durante otros tres años siempre moviéndose y parando en las estaciones de paso. Como ustedes saben, no existe la propiedad privada ni el desarrollo de las ciudades como se había conocido en los siglos anteriores. Las pocas ruinas que existen de las antiguas ciudades desde la gran hecatombe se han reducido a museos y son el testimonio de los grandes errores de la civilización pasada.

     Los niños se quedan dormidos escuchando la voz profunda del león y sueñan…

     Estamos en el año 3557-, la humanidad ha comprendido que el mundo circula en el universo y sabe que la única forma de supervivencia de la naturaleza es aquella donde el ser humano lleva una vida trashumante. Hace más de mil años que deambulamos por el mundo, hemos encontrado finalmente una manera de vivir que nos ha permitido ser felices. Todos los seres vivos somos dueños del planeta y los humanos tenemos por norma cuidar de la tierra y de todos sus habitantes, este sentimiento es inculcado desde la niñez, de padres a hijos, de adultos a menores; en la educación de las nuevas generaciones, en los grandes foros, en el trabajo práctico y comunitario que realizan las poblaciones nómadas a su paso, en los grandes recorridos por el mundo, en sus rituales periódicos, en las meditaciones silenciosas y en los mantras que las multitudes elevan hacia el cosmos desde los templos construidos sobre llanuras y montañas para rendir homenaje a la tierra, hacerlo extensivo al sol y al espíritu del universo......

 

     Anatolia piensa mientras trabaja levantando los residuos carbonizados del bosque, siente que representa por unos segundos a esa humanidad que había agonizado atormentada por sus batallas internas, materializadas después en la gran conflagración, cree ver en esos residuos lúgubres los rezagos funestos de acciones y reacciones generadas por una conciencia bloqueada y en franco deterioro, enfermedad que sus ascendientes no lograron ver a tiempo y que fue la causa de su destrucción. Por un instante un destello doloroso nubla su mente pero como si esa mirada fugaz hacia atrás le impulsara hacia el presente con más fuerza, se convence aún más de que la estabilidad de la vida debe apoyarse en ese concepto de lo transitorio, la conciencia del no apego a un pedazo de tierra o a un bien particular salvo los elementos de uso personal o familiar como la casa rodante impulsada por energía solar, que en casos de emergencia servía también para auxiliar a los otros. Lo demás es patrimonio de todos para cuidarlo y respetarlo como un legado de la naturaleza.

   Anatolia abraza a Yúrac. Entre los arbustos del bosque incendiado se desnudan y permanecen muy juntos, el uno dentro del otro, inmóviles y concentrados en el punto de los sexos hasta la llegada del clímax,  una comunión entre ellos y con la tierra sobre la cual están acostados bajo el cielo azul intenso.

    -Hemos aprendido a amar la vida errante, -dice Yurac, abriendo los brazos sobre el tierno pasto que empieza a renacer, no podríamos concebir ahora el arraigo a un lugar, necesitamos cambiar de paisaje constantemente y no sentimos nostalgia por los sitios que dejamos, ésta es la libertad que soñaron nuestros antepasados durante siglos, y es la  forma real de supervivencia. Anatolia lo mira sonriente y se acuesta a su lado, miran el atardecer y una esfera luminosa pasa y a manera de saludo intensifica su luz al cruzar lentamente el cielo.

     -Ha llegado el momento -dice Yúrac a sus compañeros del Consejo local-, no sólo los jóvenes sino muchos adultos se resisten a comprender y aceptar esa amenaza pendiente. Habrá que plantear nuevamente, como cada año en el gran foro universal que se realiza en los templos cerca de las rocas, hasta lograr, algún día, encontrar la respuesta y descubrir una fórmula que permita deshacerse del recuerdo terrible y de la amenaza de un futuro despertar del monstruo.  Debemos además, terminar el trabajo junto con los jóvenes en la reforestación del parque devastado por el incendio.

    -Hemos comunicado a los niños y jóvenes sobre lo que fue el pasado de nuestros pueblo  -dijo Anatolia a su turno-, y sobre el siniestro monumento construido hace mil años para sepultar bajo toneladas de cemento, la basura radiactiva que quedó de la gran hecatombe de principios del milenio 2000. Sabemos que en ella desaparecieron tres cuartas partes de la humanidad, y también de ese siglo de vida subterránea en el que la adaptación fue penosa para poder sobrevivir hasta que la naturaleza pusiera las cosas más o menos en orden. También quiero hablarles sobre la necesidad de llamar a una campaña a nivel de todas las confederaciones y del gobierno universal, para proponer un estudio serio a nivel mundial con el objeto de eliminar esas moles que han crecido con el paso del tiempo, debido a la cantidad de cemento que en cada época se derrama para cubrir la amenaza. Son ahora montañas tan grandes que se divisan desde el espacio y que en el presente no son sino cicatrices de indignidad para los seres humanos. Para los niños es una pesadilla que aparece muchas veces en sus sueños y los aterroriza. No sólo a los niños, ustedes saben, nadie escapa al influjo de ese estigma que todavía nos empeñamos en conservar.

     -El enorme problema es, -contesta el delegado- no saber qué mismo hay en su interior y qué proceso puede haber seguido internamente -añadió-, la inquietud que tiene usted ahora, la han tenido muchos y la tendrán otros siempre. La respuesta a esa interrogante y para que se cercioren de esa realidad y la miren de frente, la tienen ustedes a pocos kilómetros de aquí, sobre todo si quieren la excursión a la ciudad.  A diez kilómetros de las ruinas se levanta una de las rocas, creo que ahora es el momento de salir de la incertidumbre; quienes estén dispuestos, vayan y mírenla. Como es costumbre, la ceremonia de cada semestre se realiza en la llanura que está a un costado y en el templo, pueden proponer la discusión a la delegada de turno para comunicar al Consejo Universal.

     Anatolia y Yúrac preparan su excursión con los jóvenes y guías, integrarán una caravana de diez casas rodantes que llegará, pasando por los escombros prehistóricos, hasta la gran piedra. Allí realizarán la entrevista con el conductor del área y podrán examinar la roca directamente.

     Llegado el día, Anatolia va con el grupo de jóvenes y padres encomendados para ir a las ruinas.  El vehículo sigue la columna de casas rodantes sobre el camino de pedregullo que se abre interminable por la llanura soleada, es un viaje largo que tomará una semana. A la sombra de los árboles o a un costado del camino, a mediodía y en la noche hacen campamento para comer y socializar con los demás integrantes de la caravana, algunos músicos dejan oir sus instrumentos y Yúrac mira la casa rodante de Anatolia esperando verla salir para reunirse con él.

     Una mañana el corazón de Anatolia se oprime a la vista de las gigantescas ruinas del pedazo de ciudad, son columnas negruscas que levantan sus siluetas oscuras y sombrías contra el cielo despejado. Al entrar en ese silencio lúgubre, la voz del guía principal se deja escuchar por el altavoz: -ustedes pueden ver los restos de construcciones de gran altura y lo que queda de las avenidas asfaltadas. De la gran ciudad prácticamente desintegrada, deshecha bajo el fuego radiactivo de las gigantescas bombas usadas en la guerra final, sólo quedan esas columnas fatídicas y el calor insoportable debido a que el aire casi no puede correr ni entrar por los costados. Es mejor salir de aquí, no hace falta recorrer más, ustedes pueden ver desde este punto alto, todo el kilómetro cuadrado de ruinas que conserva el museo. Salgamos al camino para llegar hasta la gran roca. El templo se encuentra a veinte kilómetros de aquí y las ceremonias en la explanada se realizan una vez cada seis meses, de modo que vamos a llegar justo para asistir al ritual.

 

     La montaña de cemento se eleva a un lado del camino entre las ruinas y el templo, tiene unos tres mil metros de altura por cinco kilómetros de diámetro, la forma cónica de las montañas se debe al cemento que había sido vertido desde el aire incontables veces desde hace cientos de años y en varios períodos posteriores durante ceremonias que antiguamente se habían celebrado en el viejo templo. El color amarillo, ligeramente tendiendo al naranja, emana el mismo calor asfixiante que sintieron en la ciudad en ruinas, la vista de esa mole impresionante, camino al templo, causa un sentimiento de temor y temblor en los observadores; al pasar junto a ella muchos cierran los ojos y murmuran frases llenas de piedad por el antiguo terror que debieron sentir las colectividades suicidas que antaño habitaron el planeta

     Diez kilómetros más allá se levanta el templo, una construcción muy grande de estilo gótico, hecha en piedra y con arcos que dan forma a la cubierta cuyos ventanales dejan pasar la luz de los vitrales donde predominan los matices suaves. Una brisa leve recorre su interior y la música, imperceptible casi, nace desde lo alto, otorgando a la concurrencia un estado de tranquilidad interior que permite la meditación y la comunicación espiritual de quienes se congregan. La conductora del área dirige el ceremonial de meditación y después de mantener una reunión con los otros coordinadores y representantes que vienen a participar del Consejo donde se exponen y discuten los problemas, contesta y habla extensamente sobre los temas de mayor preocupación y trata de dar una respuesta a las grandes interrogantes.

     -Nadie se ha atrevido ni creo que se atreva en el presente ni en el futuro- exclama la conductora del Consejo-, a romper esa coraza que puede desatar no sabemos qué terrible catástrofe y pueda liberar todo aquel infierno que se vivió hace más de mil años, u otro peor. De modo que nosotros podemos hacer llegar su preocupación al Consejo Universal pero estoy segura que ellos no querrán saber nada sobre encontrar la forma de desaparecerla. No por el momento, las celebraciones y rituales que se realizan cada seis meses, las peregrinaciones y discusiones durante el año en el área de la gran piedra, logran de hecho que la presión interna ceda, ustedes saben que quienes han sobrevolado por la noche sobre la atmósfera de la tierra, luego de las reuniones del Consejo y de las ceremonias de meditación colectiva, nos confirman que esa tonalidad rojiza de la piedra que a veces se intensifica, vuelve a su color amarillo que es el normal y aleja cualquier peligro. Es necesario que se mantenga este símbolo amenazante hasta encontrar una solución verdadera, es un monumento a la desmemoria de los seres humanos, somos una especie depredadora que difícilmente aprende de las experiencias anteriores, a menos que haya algo como nuestra temida roca que esté perpetuamente instalada en el presente, recordándonoslo...

 

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   Cuento publicado en el libro El aldabón del sueño, Yvonne Zúñiga, Ed. Eskeletra 2005, y en  Los seres invisibles, Yvonne Zúñiga, Edit. Casa de la Cultura Benjamín Carrión, 2016.