Noticias
sobre el covid 19 recibimos todos los días, acerca de los infectados y dramáticamente
de los muertos que no pudieron ser despedidos por sus familiares.
Las
pandemias, según la memoria histórica, señalan el fin y el comienzo de una
etapa o edad de la humanidad. Después de la peste negra en la
Edad Media llega el Renacimiento, el cisma
de la iglesia Católica romana y una expresión nueva de las Artes y de las
Ciencias; sobreviene la Revolución
francesa que pone fin a las monarquías como formas de gobierno, tiempo después
éstas quedarán como algo folklórico en algunos países aunque mantenidas por el
estado como familias privilegiadas, al igual que otras instituciones parásitas
que absorben sin razón alguna, las riquezas del mundo.
Con la
gripe española aparecida entre las dos guerras mundiales y la revolución rusa, se origina el socialismo como un sistema que
se contrapone y cuestiona al capitalismo, se inicia el desarrollo tecnológico,
la electricidad, la telefonía, la invención y uso de la bomba atómica y la
aceleración en el desarrollo de los medios de comunicación; paralelamente crece
la industria armamentista considerada prioritaria y el dinero como principio y
fin de todas las actividades humanas. Por esta pendiente las sociedades han
descendido hacia su deshumanización y han caído en un materialismo grosero. La
sensibilidad es vista como un desatino y se promueve la agresión y la violencia
como el mecanismo para desarrollar una sociedad que deviene cada vez más en lo
que presenciamos ahora.
Con la
pandemia, el colectivo humano siente los embates de un sistema fallido que ha
sometido a las poblaciones de todos los continentes a las mayores injusticias
en todos los ámbitos, y vemos con angustia que la enfermedad ataca sin piedad a
los viejos, a los desnutridos y enfermos. Particularmente somos testigos de un
sistema de salud impotente frente a la magnitud del contagio, la educación que ha creado una mentalidad que
valora el dinero sobre el sentido humano de solidaridad, y promueve la falta de cordura
de las élites que no ven más que la oportunidad para tener ganancias y hacer
negocios; su voracidad no les detiene ante nada, la vida para esta gente tanto como
para los delincuentes y asesinos considerados de baja ralea, no tiene ningún
valor, sólo ven la manera de
beneficiarse a cualquier costo.
Si
desapareciesen de este mundo los gobiernos opresores, el armamentismo, los saqueadores de
recursos naturales, los prestamistas usureros, los políticos oportunistas y ególatras, las mafias de salteadores y
asesinos, nuestro planeta sería un paraíso para el ser humano que habita y quiere hacer de
este mundo un hogar verdadero, que desea proteger a la niñez con amor, donde la gente
pueda desarrollar sus buenos sentimientos y actitudes solidarias, cuya aspiración sea compartir con la
naturaleza la alegría de vivir y alejar
de esta realidad todo el odio y la violencia que ha sido causa de la extinción de
antiguas civilizaciones. ¿Cómo inventar ese mundo ideal? Quizás haya todavía
respuestas afirmativas.
La educación que ha creado una mentalidad que valora el dinero sobre el sentido común!
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