miércoles, 18 de febrero de 2009

ALAN PAULS: EL PASADO
Premio Herralde de novela 2003, otros libros: Wasabi y El factor Borges.
Por Yvonne Zúñiga
Rímini, se despierta un día y mientras observa su propia rutina, percibiendo cada detalle de su relación subjetiva con las cosas, de pronto se ve preso de los hábitos y de su adicción a la cocaína como parte de esa cotidianidad. Proyecta al sujeto pasivo, envuelto en un entorno absurdo que se le impone más allá de las circunstancias y formando parte de su propia fragilidad. A partir de este capítulo, el autor da una pista de la conducta compulsiva del personaje, encadenado a una relación de pareja iniciada en las aulas escolares y que paulatinamente echa raíces patológicas en la psiquis de los dos protagonistas.
Lo fundamental del libro, que en ningún momento separa el lenguaje de la trama que cuenta es, precisamente, la sabia instrumentación de la escritura para desarrollar la complejidad existencial del personaje principal; en ella, lenguaje y narración forman esa unidad indisoluble, coexisten como el cuerpo y la mente, como el amor y el objeto del amor, como el vicio y la compulsión, o el instinto de supervivencia y sus muchas caras y máscaras envilecidas, las mismas que van marcando el ritmo tenso de esta novela
En este caso, el autor proyecta la vida filtrada por visiones y pesadillas, imágenes vertiginosas que no son sino diseños transmutados del escenario real circundante. El autor crea un cosmos caótico que simula un estado de normalidad y refleja el espectro que subyace en las apariencias de la realidad visible. La doble mirada del escritor desnuda las evidencias y muestra la atemorizante presencia que acompaña a los seres humanos: ..Van Dam es un hombre próspero y decente; como todo ex delincuente, subactúa su prosperidad y sobreactúa su decencia...
Es un viajero del tiempo creado en la novela; atrapado en uno de esos niveles temporales, el autor da vida a personajes complejos y bien estructurados. De repente se rompe el ritmo de la narración y aparece otro plano desquiciante del que no puede desprenderse, y lo sostiene en todo un capítulo y más... Una vez más, la lucecita roja ha vuelto a brillar. El agujero postizo se despereza y empieza a moverse en el mapa. Es un objeto que deviene personaje, en torno al cual se suceden varios acontecimientos siniestros y de lo más absurdos, parecería descolgarse de la continuidad de la trama e interrumpir el hilo de la narración, no obstante, es parte de la cadena de sucesos en apariencia ilógicos y que, sin embargo, le dan el sentido ineluctable, o más bien, el destino que el autor ha creado para esta novela.

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