CONSEGUIR LA PAZ
Sería fácil si los gobiernos mundiales asumieran la decisión de obtener la paz, pero no quieren detener la guerra y la caída hacia el abismo, consideran lícita la matanza entre bandos opuestos con el fin de apoderarse de territorios para el latrocinio y la depredación de recursos materiales y naturales.
Inexplicable sinsentido, la existencia de las leyes de la guerra, el reclutamiento forzado para ir a matar o a morir, expresan lo elemental y primitivo de la inteligencia humana que pretende llegar a las estrellas pero no considera, ni por un instante, el uso de la tecnología para investigar y desterrar el instinto destructivo y de agresión hacia sus semejantes. Gobiernos empecinados en usar su arsenal, cada vez más sofisticado, para utilizarlo en matanzas y crímenes espantosos. Gobiernos fanatizados, que en su primitivismo y demencia creen en la venganza como una religión para borrar pueblos y poblaciones, sintiéndose, por su fanatismo sectario, honrar a sus egos sanguinarios, a su enfermedad mental que no razona sino que entregado al mal y a la crueldad conduce a su rebaño al exterminio de los otros, sabiendo, quizás en el fondo, que tendrá como consecuencia el exterminio de su propio pueblo, como el mar cuando retrocede y regresa en un tsunami para devorarlo todo.
Si el monstruo demencial está en cada uno de los seres humanos, cuando estos no saben controlarlo en sí mismos, la ciencia, aquella que ha encontrado el verdadero camino, debe tener como objetivo esencial, descubrir el punto donde tiene origen la violencia de los seres humanos y lograr esa mutación que transforme el mundo en un lugar para vivir y experimentar el altruismo, eso que denominamos felicidad y que la expresión estética más elevada nos señala como el camino de salvación para el planeta y sus habitantes.